347. Cuento popular castellano
Caminaba un rico propietario y llevaba en su
compañía un paje, que le iba escoltando delante de su caballo. El pobre paje
iba muerto de hambre porque no había comido lo que necesitaba para un viaje tan
largo. Y sabiendo que su jefe llevaba buena merienda, llegaron a una laguna en
que cantaban las ranas. Y al tanto bullicio como metían, preguntó el amo a su
paje:
-¿Qué es eso que suena ahí?
-Pues son las ánimas benditas -contestó el
paje.
-Y ¿qué quieren a estas horas: las doce de la
noche y tanta bulla?
-Es que tienen hambre y no tienen quien las
dé de comer.
Y metiendo mano a su alforja, el rico sacó su
merienda -una tortilla estupenda de bacalao- se la dio al paje y le dijo:
-Tírasela para que cenen.
El paje, muy diestro, se metió la tortilla en
los bolsos de su chaqueta y tiró una piedra a la laguna. Las ranas, al sentir
el golpe, pues se callaron. Y fue cuando dijo el rico que sí que era verdaz
que tenían hambre.
Llegaron a la posada y cenaron poca cosa.
Pero el paje, como llevaba relevo en el bolsillo, no se apuraba. Cuando pensó
que su señor estaba dormido -que les pusieron de cama la pajera- se enredó a
comer de la tortilla. Y le pregunta su jefe:
-Muchacho, parece que comes.
-Sí -le contestó. ¡De puro hambre que tengo,
me como las pajas!
Y era que se estaba comiendo la tortilla. Y
al sentirle que escupía, le dice:
-Parece que escupes.
-Sí, mi jefe. Me como las pajas gordas y tiro
las chiquitas. Y es que se estaba comiendo la tortilla y tiraba las raspas de
bacalao. Así le valió para poder pasar la noche.
Aldeonsancho,
Segovia. Juan
Pascual Alonso. 23
de abril, 1936.
Dulzainero,
55 años (entrevistado en Cuéllar, Segovia).
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
No hay comentarios:
Publicar un comentario