Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 4 de julio de 2012

El gallo y la hoz


362. Cuento popular castellano

Un señor, al morirse, dejó de fortuna, para partir entre dos hijos que tenía, un gallo y una hoz. Y dijon los hijos:
-¿Qué vamos a hacer con esta poca hacienda que nos ha de­jao nuestro padre? Vamos a irnos por el mundo a ver si hacemos fortuna.
Así lo hicieron. Después de caminar mucho, llegaron a un país donde se sorteaban los vecinos para traer el día, porque creían que no rodando los carros por la noche no vendría nunca el día. El hermano que había heredao el gallo les dijo:
-Pero, ¿qué están haciendo ustedes con ese ruido que meten con los carros por la noche?
-Pues, señor -le dijon, a traer el día. ¿Cómo quiere ustez que venga si no le traemos?
-Pues yo tengo aquí un animalito que le trae él solo -dijo el hermano, sin necesidaz de que anden los carros. Entonces los vecinos le dijeron:
-¡Oy, si sería cierto eso, le daríamos por él lo que ustez nos pidiera!
-Pues esta noche misma lo vamos a experimentar -dijo el hermano.
A la noche éste echó el gallo a un corral, y antes de amanecer empezó a cantar. Y dijon entonces los vecinos:
-Pues es cierto lo que nos dice. El solo ha traído el día.
Le dieron al hermano todo cuanto pidió. Y entonces dijon los dos hermanos:
-El gallo ya está colocao. Ahora vamos a ver si colocamos la hoz.
Y llegaron a un país que cortaban las espigas con una lesna y un mazo, y al verlo los hermanos dijeron:
-¿Qué están haciendo ustedes allí?
-Pues cortando espigas. ¿No lo ven ustedes?
-Hombre -dicen los hermanos, tenemos nosotros una he­rramienta que hace más en una hora que ustedes en un mes.
-Y, ¿ustedes nos la venderían? -preguntaron los segadores.
-Sí, señores.
-Pues vamos a experimentarla.
Y, en efezto, uno de ellos se puso a cortar espigas y en poco tiempo hizo un montón disforme. Entonces dijon ellos:
-Pida ustez lo que quiera por ella.
Y le dieron al hermano todo cuanto pidió.
-Pero anden ustedes con cuidado con ella -dijeron los her­manos, que algunas veces muerde.
Al día siguiente fue a segar un vecino con la hoz y se.cortó un dedo. Entonces tiró la hoz todo lo lejos que pudo y se vino a casa alborotando y diciendo a los demás que la herramienta que ha­bían comprao que estaba rabiosa y le había mordido. Entonces salieron todos los vecinos con esco-petas, con horcas, con porras y estacas en busca de la hoz.
Uno de ellos, al verla, tiró un canto y pegando en el mango de la hoz dio ésta un salto y se le quedó enganchada en el pescuezo.
Y entonces todos echaron a correr y allí la dejaron y no la han vuelto a tropezar.

Peñafiel, Valladolid. Mariano Ruiz Salinero. 28 de abril, 1936.  Dulzainero, 58 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)




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