362. Cuento popular castellano
Un señor, al morirse, dejó de fortuna, para
partir entre dos hijos que tenía, un gallo y una hoz. Y dijon los hijos:
-¿Qué vamos a hacer con esta poca hacienda
que nos ha dejao nuestro padre? Vamos a irnos por el mundo a ver si hacemos
fortuna.
Así lo hicieron. Después de caminar mucho,
llegaron a un país donde se sorteaban los vecinos para traer el día, porque
creían que no rodando los carros por la noche no vendría nunca el día. El
hermano que había heredao el gallo les dijo:
-Pero, ¿qué están haciendo ustedes con ese
ruido que meten con los carros por la noche?
-Pues, señor -le dijon, a traer el día.
¿Cómo quiere ustez que venga si no le traemos?
-Pues yo tengo aquí un animalito que le trae
él solo -dijo el hermano, sin necesidaz de que anden los carros. Entonces los
vecinos le dijeron:
-¡Oy, si sería cierto eso, le daríamos por él
lo que ustez nos pidiera!
-Pues esta noche misma lo vamos a
experimentar -dijo el hermano.
A la noche éste echó el gallo a un corral, y
antes de amanecer empezó a cantar. Y dijon entonces los vecinos:
-Pues es cierto lo que nos dice. El solo ha
traído el día.
Le dieron al hermano todo cuanto pidió. Y
entonces dijon los dos hermanos:
-El gallo ya está colocao. Ahora vamos a ver
si colocamos la hoz.
Y llegaron a un país que cortaban las espigas
con una lesna y un mazo, y al verlo los hermanos dijeron:
-¿Qué están haciendo ustedes allí?
-Pues cortando espigas. ¿No lo ven ustedes?
-Hombre -dicen los hermanos, tenemos nosotros
una herramienta que hace más en una hora que ustedes en un mes.
-Y, ¿ustedes nos la venderían? -preguntaron
los segadores.
-Sí, señores.
-Pues vamos a experimentarla.
Y, en efezto, uno de ellos se puso a cortar
espigas y en poco tiempo hizo un montón disforme. Entonces dijon ellos:
-Pida ustez lo que quiera por ella.
Y le dieron al hermano todo cuanto pidió.
-Pero anden ustedes con cuidado con ella
-dijeron los hermanos, que algunas veces muerde.
Al día siguiente fue a segar un vecino con la
hoz y se.cortó un dedo. Entonces tiró la hoz todo lo lejos que pudo y se vino a
casa alborotando y diciendo a los demás que la herramienta que habían comprao
que estaba rabiosa y le había mordido. Entonces salieron todos los vecinos con
esco-petas, con horcas, con porras y estacas en busca de la hoz.
Uno de ellos, al verla, tiró un canto y
pegando en el mango de la hoz dio ésta un salto y se le quedó enganchada en el
pescuezo.
Y entonces todos echaron a correr y allí la
dejaron y no la han vuelto a tropezar.
Peñafiel,
Valladolid. Mariano
Ruiz Salinero. 28
de abril, 1936. Dulzainero,
58 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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