329 Cuento popular castellano
Diremos el cuento del churrero. Éstos eran
unos churreros que ban una cañá alante, y se iban pegando. Y ya matan a uno, y
dicen:
-¿Dónde le llevaremos? Nos matarán o iremos a
presidio. Entonces dice uno:
-No. Ahí bajo hay una huerta. Le llevamos a
la huerta y le onemos en un peral con la gorra en la mano y con el garrote
apuntando, para que crean que está cogiendo peras.
Así hicieron y se marcharon. Ya llega el amo
de la huerta. Empieza a mirar a todos los perales, y ve que en uno le están
quitando las peras. Se acerca y grita:
-Pero hombre, ¿qué haces ahí? Bájate, que te
tiro una piedra. ¿Te bajas?
El muerto, claro, no contestaba.
-¿Te bajas? ¿Te bajas? ¡Mira que te tiro una
piedra!
Fue y cogió una piedra, y se la tiró, y cayó
el muerto al suelo. Y va el amo del peral a un vecino y le dice:
-¡Ay, no sabes lo que me ha pasado! He ido a
la huerta, había un hombre quitándome las peras, y le he tirado una piedra y le
he matado.
Y dice el vecino:
-Calla, ¿pues sabes lo que vamos a hacer? Por
ahí hay un caballo flaco que anda por las siembras y ha engordado bastante.
Vamos por el muerto y le vamos a montar con el garrote en la mano, como si
fuera unaa escopeta, le cinchamos bien, y le echamos a andar por ahí.
Hicieron lo que había dicho el vecino y el
caballo echó a andar con el muerto. Y ya llegó el día de bendecir los trigos. Y
era costumbre de que salía el cura al campo montado en su yegua. El caballo,
que vio a la yegua, ha principiado a correr detrás de ella. Y una vieja, que
iba detrás, ha comenzado a gritar:
-¡Señor cura, arrea a correr, que le agarra
el diablo! ¡Señor cura, arrea a correr, que le agarra el diablo! ¡Arrea a
correr, que le agarra el diablo!
El cura volvió la cabeza y, muerto de miedo,
dio la vuelta hacia su casa, gritando:
-¡El ama que tenga la puerta abierta! ¡El ama
que tenga la puerta abierta! ¡El ama que tenga la puerta abierta!
Llegó y como el ama tenía la puerta abierta,
se agachó el cura y entró; pero el otro, como no iba agachado, la cabeza se le
ha cortado. Y todos decían:
-Ése majo se ha quedado. Ése majo se ha
quedado. Y este cuento se ha acabado.
Matabuena,
Segovia. Saturnina
Gil. 27
de marzo, 1936. 13
años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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