Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 4 de julio de 2012

El aspirante a cura

413. Cuento popular castellano

Éste era un matrimonio que no tuvieron más que un hijo, que por cierto era bastante torpe de entendimiento. Y su madre, como todas las madres, le dijo a su marido:
-Este niño es muy listo. Debemos darle carrera.
Y propusieron llevarle a un seminario para hacer la carrera de cura.
Después de varios años de carrera y con pocos frutos de sus trabajos, se presentó en la casa paterna a las vacaciones de vera­no. Su madre todavía con el aquel de que era muy listo, pero a su padre nunca le pudo engañar. Una noche, estando cogiendo el fresco en el mes de julio, se quedó mirando a la luna por espacio de bastante tiempo. Y su madre le dijo a su marido:
-Este hijo debe de entender bastante de astronomía. Se fija mucho en la luna.
Pero el padre le dijo:
-No le preguntes, que te suelta alguna coz.
-Tú siempre estás con las mismas. Parece que le tienes mala idea.
Le pregunta su madre:
-¿Qué es lo que ves tú en la luna que tanto te fijas en ella?
-Madre, es que me parece la misma que hay en Segovia. Por lo que la dijo el padre:
-¿No te dije que te daba la coz?
Al día siguiente dijo el hijo a su madre:
-En vista de que en el pueblo comarcano es la fiesta en estos días, vamos a estar con el párroco, que es bastante anciano, que si me da permiso, le predicaré el sermón de la fiesta.
Por lo que su madre lo vio bien y se fue a acompañarle. A la entrada de un pinar que tenían que atravesar, vieron colgado de un pino el zurrón de un pastor. Y diciéndole a su madre qué aparato era ése, le dijo que era donde el pastor se llevaba su me­rienda, para que no se la calmara el sol. Sacó un lapicero y unas cuartillas de papel y fue anotando lo que iba viendo por el cami­no, para que le sirviera de tema.
Poco más alante atravesó el camino un lagarto, animal extraño para él, que también la preguntó a su madre qué clase de bicho era ése. Pasado poco tiempo encontraron en una estercolada que había en el camino dos escarabajos haciendo una bola -que todo esto lo iba cogiendo por nota.
Al pasar por un arroyo llamado Santa Ana, había un puente que tenía debajo varios peces. Y tampoco conocía semejantes bi­chos mientras su madre no le puso al corriente de lo que era. Llegaron a una fuente con bastante reseco, que tenía berros, y le preguntó a su madre qué era aquello, porque vio que los comía. Y le dijo que eran berros, que valían para hacer ensalada y para refrescar.
Poquito más alante había una piara de ovejas y una llevaba una cencerrilla para llamar a la cría que iba detrás -que todo esto lo iba anotando en sus cuartillas de papel.
Poco más alante se encontraron con la calavera de un asno bastante añeja, que en los güecos de los ojos de la calavera habían criado los pájaros llamados collalbos. Y estaban los pajaritos piando. Siguieron su camino y a la entrada del pueblo se encon­traron con unos muchachos que andaban corriendo con los cuer­nos de una vaca que habían matado para carne para celebrar la fiesta. Y uno de los cuernos le pilló el estudiante y se le metió en el bolso de la sotana.
Llegaron en casa del anciano párroco diciéndole a lo que iban y lo que pretendía el aspirante a sacerdote. Por lo cual se lo con­cedió de que le predicara el sermón de la fiesta, porque era mucho trabajo para él.
Llega la hora de subirse al púlpito, y su padre y su madre puestos de rodillas al pie de su hijo esperando la buena explica­ción que él iba a dar, empezó con lo que había visto por el cami­no en estas palabras:
-Zurrón con pan, lagartus vi, escarabajo en grandis bolis, de­bajo de pontis pecis, en fontis berrus, pegó un dindán, calavorus de mortus, vivus cantorum.
Repitiéndolo hasta tres veces.
Viendo que no sabía decir otra cosa hasta por tercera vez, le dijo su madre:
-Sal de ahí, hijo, y di otra cosa. Y empezó por decir:
-¿A quién meteré en el cielo? Y su madre le dijo:
-¡A mí, que te di la leche de mis pechos!
-¿A quién más meteré en el cielo? Y dijo su padre:
-¡A mí, que te di el ser que tienes! Y metiendo la mano al bolso dé la sotana, sacó el cuerno que había quitado a los chicos la víspera de la fiesta, y dijo:
-¿A quién meteré este cuerno?
Y salta el más anciano del pueblo, que lo escuchaba:
-¡A tu abuelo, que te dio pa libros, gran tunante!:

Aldeonsancho, Segovia. Juan Pascual Alonso. 23 de abril, 1936. Dulzainero, 55 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)



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