413. Cuento popular castellano
Éste era un matrimonio que no tuvieron más
que un hijo, que por cierto era bastante torpe de entendimiento. Y su madre,
como todas las madres, le dijo a su marido:
-Este niño es muy listo. Debemos darle
carrera.
Y propusieron llevarle a un seminario para
hacer la carrera de cura.
Después de varios años de carrera y con pocos frutos de sus trabajos, se presentó en la casa paterna a las vacaciones de
verano. Su madre todavía con el aquel de que era muy listo, pero a su padre
nunca le pudo engañar. Una noche, estando cogiendo el fresco en el mes de
julio, se quedó mirando a la luna por espacio de bastante tiempo. Y su madre le
dijo a su marido:
-Este hijo debe de entender bastante de
astronomía. Se fija mucho en la luna.
Pero el padre le dijo:
-No le preguntes, que te suelta alguna coz.
-Tú siempre estás con las mismas. Parece que
le tienes mala idea.
Le pregunta su madre:
-¿Qué es lo que ves tú en la luna que tanto
te fijas en ella?
-Madre, es que me parece la misma que hay en
Segovia. Por lo que la dijo el padre:
-¿No te dije que te daba la coz?
Al día siguiente dijo el hijo a su madre:
-En vista de que en el pueblo comarcano es la
fiesta en estos días, vamos a estar con el párroco, que es bastante anciano,
que si me da permiso, le predicaré el sermón de la fiesta.
Por lo que su madre lo vio bien y se fue a
acompañarle. A la entrada de un pinar que tenían que atravesar, vieron colgado
de un pino el zurrón de un pastor. Y diciéndole a su madre qué aparato era ése,
le dijo que era donde el pastor se llevaba su merienda, para que no se la
calmara el sol. Sacó un lapicero y unas cuartillas de papel y fue anotando lo
que iba viendo por el camino, para que le sirviera de tema.
Poco más alante atravesó el camino un
lagarto, animal extraño para él, que también la preguntó a su madre qué clase
de bicho era ése. Pasado poco tiempo encontraron en una estercolada que había
en el camino dos escarabajos haciendo una bola -que todo esto lo iba cogiendo
por nota.
Al pasar por un arroyo llamado Santa Ana,
había un puente que tenía debajo varios peces. Y tampoco conocía semejantes bichos
mientras su madre no le puso al corriente de lo que era. Llegaron a una fuente
con bastante reseco, que tenía berros, y le preguntó a su madre qué era
aquello, porque vio que los comía. Y le dijo que eran berros, que valían para
hacer ensalada y para refrescar.
Poquito más alante había una piara de ovejas
y una llevaba una cencerrilla para llamar a la cría que iba detrás -que todo
esto lo iba anotando en sus cuartillas de papel.
Poco más alante se encontraron con la
calavera de un asno bastante añeja, que en los güecos de los ojos de la
calavera habían criado los pájaros llamados collalbos. Y estaban los pajaritos
piando. Siguieron su camino y a la entrada del pueblo se encontraron con unos
muchachos que andaban corriendo con los cuernos de una vaca que habían matado
para carne para celebrar la fiesta. Y uno de los cuernos le pilló el estudiante
y se le metió en el bolso de la sotana.
Llegaron en casa del anciano párroco
diciéndole a lo que iban y lo que pretendía el aspirante a sacerdote. Por lo
cual se lo concedió de que le predicara el sermón de la fiesta, porque era
mucho trabajo para él.
Llega la hora de subirse al púlpito, y su padre
y su madre puestos de rodillas al pie de su hijo esperando la buena explicación
que él iba a dar, empezó con lo que había visto por el camino en estas
palabras:
-Zurrón con pan, lagartus vi, escarabajo en
grandis bolis, debajo de pontis pecis, en fontis berrus, pegó un dindán,
calavorus de mortus, vivus cantorum.
Repitiéndolo hasta tres veces.
Viendo que no sabía decir otra cosa hasta por
tercera vez, le dijo su madre:
-Sal de ahí, hijo, y di otra cosa. Y empezó
por decir:
-¿A quién meteré en el cielo? Y su madre le
dijo:
-¡A mí, que te di la leche de mis pechos!
-¿A quién más meteré en el cielo? Y dijo su
padre:
-¡A mí, que te di el ser que tienes! Y metiendo
la mano al bolso dé la sotana, sacó el cuerno que había quitado a los chicos la
víspera de la fiesta, y dijo:
-¿A quién meteré este cuerno?
Y salta el más anciano del pueblo, que lo
escuchaba:
-¡A tu abuelo, que te dio pa libros, gran
tunante!:
Aldeonsancho,
Segovia. Juan
Pascual Alonso. 23
de abril, 1936. Dulzainero,
55 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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