283. Cuento popular castellano
Un hombre se quedó viudo con un hijo y
bastante capital. Y por el exceso de capital aprendieron el oficio de vagos, a
no trabajar y llevar buena vida, hasta que aquello se acabó, y vinieron a
parar en la miseria, sin pan que comer.
Un día desesperado el joven de ver a su padre
abatido por el hambre, dijo que si pudiera conseguir de casarse con la princesa
que en su pueblo habitaba, daría el alma al demonio. Y como éste lo oyera, se
presentó a él, diciéndole:
-¿Qué es lo que deseas?
Y el joven le dijo:
-Si me caso con la princesa, entregar mi alma
al demonio.
El que le dijo que lo tenía concedido.
Pusieron un plazo de veinte años. Y le dijo que a la llegada a su casa, se
encontraría con una maleta de bastantes dimensiones, en la que encontraría todo
el dinero que necesitaba y tres trajes diferentes para que se pusiera uno cada
día y se paseara por delante de la puerta de palacio cada día con un traje
diferente, que la misma señora le llamaría la atención para conquistarla.
Y así ocurrió. Al segundo día le llamó la
atención, diciéndole que le quería por esposo, que si no tenía ningún
inconveniente, se casaría con él. Celebra-ron las bodas; pero nunca declaró a su
..esposa el contrato que tenía hecho con el
demonio.
Todo fue vida y dulzura, y esos veinte años
se pasaban como la espuma. Y ocho días antes de la terminación del plazo que tenía
hecho con el diablo, empezó por entristecerse, perdiendo el apetito, y hasta no
miraba a su mujer, que tanto cariño le profesaba. Pero un día le preguntó ella
qué era lo que le ocurría, que en veinte años nunca le había visto disgustado
ni con pesares, siempre con alegría, y era la fecha que ya no observaba en él
más que tristeza y mala cara.
No tuvo más remedio que declararse a su
esposa y al sentirlo ella, palideció de la misma manera que había palidecido
su marido. Pero tenían en la casa una vieja bruja que la dijo que no se
apurara, que en los ocho días que quedaban, se habían de arreglar para ganarle
al demonio aquello que se pensaba llevar.
Cogieron un gato y lo encerraron en una
habitación para amaes-trarlo, que todos los días le propinaban una corriente de
latigazos para que estuviera al tanto de escapar. La dijo a la señora la vieja
que cuando llegara el demonio a su casa, le dijera que el alma de su marido era
de ella la mitaz, y que por lo tanto no podía llevársela. Y si después de todo
la cogía una cosa y la detenía otra y la enderechaba otra, no sólo se llevaba
el alma de su marido, sino también la de ella.
Así sucedió. Cuando llegó el demonio a su
casa, la mujer le dijo lo que había indicado la vieja. Y aceptó el diablo.
Entonces se puso la vieja y le dijo, soltándole un pedo:
-Recójame usted ése.
Y como se evaporó en el aire, no le pudo
echar la uña.
-Póngase ustez bien, que va la segunda.
Tenía el gato preparado en la habitación
-ocho días sin comer deseando de escapar. Antes de darle soltura, le propinó
unos cuantos latigazos, para que estuviera acordis. Le abrió la puerta. Según
estaba el demonio esperándole, se le clavó en la cara. Y después de desgarrarle
las mejillas, le tuvo que dejarle escapar por no poderle coger.
Sólo la quedaba la última, que era el bien o
mal de la casa. Pero la vieja bruja se arrancó un pelo de la cabeza bastante enredado
por no habérsele peinado nunca, y se le dio al demonio para que se lo
enderechara. Contri más le cogía entre los dedos para estirarle, a la que le
soltaba, se volvía a enroscar.
Estuvo así bastante tiempo por ver si podía
conseguir algo. Y viendo que no podía hacer de las suyas, la dijo a la bruja
que si tenía muchos que enderechar. Y descubriéndose la cabeza, le dijo:
-Todo este cañamal.
Tuvo que huir espantado. y burlado, porque se
había dejádo engañar.
Aldeonsancho,
Segovia. Juan
Pascual Alonso.
23
de abril, 1936. Dulzainero,
55 años (residiendo en Cuéllar. Segovia).
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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