Había una vez dos
hermanos que trabajaban como carniceros. Uno era rico y codicioso; el otro era
pobre y generoso. Cuando el rico mataba un cerdo pedía ayuda a su hermano pobre
y, a cambio, le daba una salchicha.
-Por favor, dame por lo
menos dos -le pidió en una ocasión el hermano pobre.
-¡Vete al diablo tú y
estas salchichas! -gritó el rico, y se las dio.
El hermano pobre cogió
las dos salchichas y se fue a su casa. Al día siguiente, salió temprano para ir
a reunirse con el diablo en el infierno. Se colocó sobre los hombros las dos
salchichas y decidió que se comería una durante el viaje y la otra se la daría
al diablo.
Había que hacer un largo
viaje para llegar al infierno y el pobrecito caminó todo un día y toda una
noche. Llegó al infierno a la mañana siguiente. Todos los diablos estaban
cortando leña en el bosque y la abuela Diabla estaba sola en casa mirando por
la ventana. El carnicero la saludó amablemente:
-Buenos días, abuela,
¿cómo está?
-Bien, gracias, señor.
Pero ¿qué le ha empujado a venir hasta aquí? Ningún ser humano viene aquí por
propia voluntad.
-Ni yo tampoco habría
venido -respondió el carnicero, pero mi hermano me ha mandado que le traiga una
salchicha.
Abuela Diabla se puso
contenta por la salchicha e invitó al carnicero a entrar en el infierno.
-Gracias -dijo el
carnicero, al menos podré entrar en calor y cocinar mi salchicha. ¡Fuera hace
un frío de mil demonios!
Así, pues, el carnicero
entró en el infierno. Abuela Diabla y él cocinaron las respectivas salchichas,
comieron juntos y, al llegar la noche, abuela Diabla lo escondió bajo su cama
para evitar que los otros diablos se lo comiesen si volvían a casa con hambre.
Un poco más tarde, los
diablos llegaron lanzando horribles gritos:
-Pronto, danos de comer;
pronto, danos de comer. ¡Estamos muertos de hambre!
Y el mayor de todos
exclamó:
-Nito, nito, esto huele a
cristianito.
Pero la abuela Diabla
rió, dijo que tal vez venía impregnado con el olor de los hombres de fuera y preparó
enseguida la mesa. Los diablos devoraron rápidamente todo lo que había, después
se tumbaron en el suelo y se durmieron. A la mañana siguiente, se levantaron
temprano y se fueron a cortar leña.
Entonces abuela Diabla
despertó al carnicero y le dijo:
-Ahora, hombrecito,
puedes volver a tu casa.
Recogió del suelo un
largo cabello que se le había caído a uno de los diablos y se lo dio diciendo:
-¡No mires este cabello
hasta que llegues a casa!
El carnicero le dio las
gracias y se fue. Cuando llegó a su casa, miró el cabello y se quedó atónito:
¡se había vuelto tan grande como la vara de un carro y era de oro puro!
Se convirtió así en el
carnicero más rico de la región y vivía muy desahogadamente. Pero su hermano
envidiaba su fortuna. Le preguntó cómo había hecho para acumular tanta riqueza,
y el hermano le respondió:
-Lo he conseguido en el
infierno gracias a la salchicha que tú me diste.
El hermano, codicioso,
decidió de inmediato hacer también él un viaje al infierno. Preparó una enorme
salchicha y se fue.
Cuando llegó a las
puertas del infierno, de nuevo estaba allí la abuela Diabla mirando por la
ventana. El carnicero la interpeló despectivamente:
-¿Qué estás haciendo ahí,
vieja bruja?
-Estoy esperando tu
salchicha -respondió abuela Diabla.
-Puedes seguir esperando
-se rió el carnicero. ¡No tienes siquiera un diente para darle un mordisco! He
traído esta salchicha para los diablos, que me darán a cambio una vara de oro
para mi carro.
-Pues entonces espera a
que los diablos vuelvan del bosque. El carnicero entró, se sentó a la mesa u
esperó. Enseguida llegaron los diablos chillando:
-Pronto, danos de comer;
pronto, danos de comer. ¡Estamos muertos de hambre!
Y el mayor de todos
exclamó:
-Nito, nito, esto huele a
cristianito.
En ese momento, vieron al
carnicero sentado a la mesa. Se aba-lanzaron sobre él y, antes de que llegase
la sopa, lo devoraron, sin olvidarse de la enorme salchicha que había llevado
al infierno.
012. anonimo (alemania)
Que gran cuento!!! Pero que pasó con el otro hermano y como quedaron los Diablos despues de comerselo???
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