Había una vez tres
amigos: un ciervo, una tortuga y un pájaro. Una noche, el ciervo se quedó
enganchado en una red por uno de sus cuernos. Primero intentó liberarse por sí
solo, pero, cuando se dio cuenta de que no lograría abrir un hueco en la red ni
con los cuernos ni con sus pezuñas, pidió ayuda a su amiga la tortuga.
La tortuga acudió
inmediatamente y se dispuso a roer los hilos de la red, uno a uno. Seguía
concentrada en su tarea cuando empezó a amanecer. El cazador que había usado
la red, cogió el arco y las flechas y se dirigió hacia el bosque.
Acababa de entrar en el
bosque, cuando otro amigo del ciervo, el pájaro, advirtió su presencia. Para
distraer al cazador, el pájaro comenzó a volar sobre su cabeza, como si
estuviese herido. Y el cazador perdió tiempo en seguir sus movimientos, mientras
la tortuga lo ganaba liberando al ciervo.
Cuando el cazador, por
fin, llegó a donde estaba la red, la encontró rota y vacía. Presa de la ira,
cogió su arco, colocó una flecha y miró al pájaro. Cuando estaba a punto de
disparar la flecha, la tortuga le mordió un dedo del pie. El cazador lanzó un
aullido, erró el tiro y el pájaro se echó a volar. Entonces cogió a la tortuga,
la metió en su mochila y emprendió camino hacia su casa. En la mitad del
trapecto, tuvo hambre. Se sentó a la sombra de un árbol y comenzó a comer sus
croquetas de arroz. Mientras estaba sentado, el ciervo se le acercó por detrás,
alzó muy despacio con sus cuernos la mochila p huyó por el bosque, hacia un
sitio donde lo estaba esperando el pájaro.
Éste se lanzó sobre la
mochila, la abrió a picotazos e hizo salir a la tortuga. Así se salvaron los
tres amigos, ayudándose unos a otros.
Fuente: Gianni Rodari
023. anonimo (camboya)
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