La gansa, un día, se fue a correr mundo. Se
encontró con la rana de zarzal.
-¿Adónde vas, gansa?
-Voy a correr mundo.
-¿Puedo ir contigo?
-Agárrate a mi cola.
La rana de zarzal se agarró a la cola de la
gansa y así prosiguieron el viaje: delante, la gansa; detrás, la rana. Durante
el trayecto, se encontraron con la rueda de molino:
-¿Adónde vas, gansa?
-Voy a correr mundo.
-¿Adónde vas, rana de zarzal?
-Voy a correr mundo.
-¿Puede ir con vosotras?
-Agárrate a mi cola -respondió la rana de
zarzal.
La rueda de molino se agarró a la cola de la
rana de zarzal y así prosiguieron el viaje: delante, la gansa; detrás de ella,
la rana; detrás de la rana, la rueda de molino. En el trayecto se encontraron
con una brasa de carbón.
-¿Adónde vas, gansa?
-Voy a correr mundo.
-¿Adónde vas, rana de zarzal?
-Voy a correr mundo.
-¿Adónde vas, rueda de molino?
-Voy a correr mundo.
-¿Puedo ir con vosotras?
-Agárrate a mi cola -respondió la rueda de
molino.
La brasa de carbón se agarró a la cola de la
rueda de molino y así prosiguieron el viaje: delante, la gansa; detrás de ella,
la rana; detrás de la rana, la rueda de molino y, detrás de la rueda de molino,
la brasa de carbón. En el trayecto, llegaron a la orilla de un río de aguas profundas.
Desde luego, la gansa no se asustó; se zambulló en el agua y se puso a nadar
alegremente, y detrás de ella se zambulleron la rana de zarzal, la rueda de
molino y la brasa de carbón.
Cuando estuvieron en medio del río, la gansa
vio en el agua un pez.
-Sujétate bien, rana -gritó la gansa.
-Sujétate bien, rueda de molino -gritó la rana
de zarzal.
-Sujétate bien, brasita de carbón -gritó la
rueda de molino.
-Me sujeto bien -respondió la brasita de
carbón.
-Me sujeto bien -respondió la rueda de molino.
-Me sujeto bien -respondió la rana de zarzal.
-Entonces me sumerjo -dijo la gansa.
Y, en efecto, se metió bajo el agua para
atrapar al pez. ¡Qué catástrofe!
En cuanto desapareció la gansa bajo el agua,
también la rana de zarzal desapareció.
En cuanto desapareció la rana de zarzal bajo
el agua, también la rueda de molino desapareció.
En cuanto desapareció la rueda de molino bajo
el agua, también la brasita de carbón desapareció.
La rueda hizo: ¡plumpft!
La brasa hizo: ¡chit!
Y nadie los ha vuelto a ver.
A la gansa y a la rana de zarzal, en cambio,
no les ocurrió nada malo.
Un rato después, volvieron a la superficie y,
cuando vieron que la rueda de molino y la brasa de carbón habían desaparecido
para siempre, se echaron a reír y aún hoy se siguen riendo: ¡croa! ¡croa!
¡croa! ¡croa!
012. anonimo (alemania)
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