Una vez, una viuda quería
hacer una tarta y le pidió a su hijo que fuese a buscar agua al pozo. La
muchacha cogió el cántaro y salió, pero, al llegar al pozo, vio que estaba
seco. Se sentó en la hierba y comenzó a llorar, porque tenía miedo de que su
madre la castigase si volvía con las manos vacías. Había otro pozo, pero se
encontraba muy lejos, al otro lado del bosque.
Mientras lloraba con el
cántaro entre sus manos y humedecía la hierba con sus lágrimas, una rana macho
saltó fuera del pozo, se sentó en una piedra junto a la muchacha y le preguntó:
-¿Por qué lloras?
-Porque el pozo se ha
secado y no puedo llevarle agua a mi madre.
-No llores. Si me
prometes que te casarás conmigo, te daré un cántaro lleno de agua.
La muchacha se echó a
reír. ¿Dónde se ha visto que una chica se case con una rana macho?
-De acuerdo -acabó
diciendo. Te lo prometo.
La rana saltó al pozo y
volvió con el cántaro lleno de agua. La muchacha le dio las gracias y se dio
prisa en volver a su casa muy contenta. Antes de anochecer, ya había olvidado
por completo a su pretendiente rana.
Cuando llegó la hora de
dormir, oyó croar junto a la puerta:
Abre la puerta, niña
bonita,
abre la puerta, mi
mujercita.
-¿Qué ocurre? -preguntó
la madre.
-Nada, nada, es sólo la
rana del pozo, que quiere entrar.
-Entonces ve -dijo la
madre- y hazla entrar, pobrecita.
La muchacha se levantó e
hizo entrar a la rana macho, que se sentó a la mesa y volvió a croar:
Hazme de comer, niña
bonita,
hazme de comer, mi
mujercita.
-¿Qué ocurre? -preguntó
la madre.
-Nada, nada, es sólo la
rana del pozo, que quiere comer.
-Pues anda -dijo la
madre-, dale de comer a la pobrecita.
Cuando acabó de comer, la
rana macho apartó el plato y volvió a croar:
Hazme la cama, niña
bonita,
hazme la cama, mi
mujercita.
-¿Qué ocurre? -preguntó
la madre.
-Nada, nada, es sólo la
rana del pozo, que quiere dormir.
-Pues anda -dijo la
madre-, y acuesta en la cama a la pobrecita.
La muchacha se incorporó
y llevó a la rana macho a la cama.
En cuanto estuvo en la
cama, la rana macho volvió a croar:
Tráeme un hacha, niña
bonita,
tráeme un hacha, mi
mujercita.
-¿Qué ocurre? -preguntó
la madre.
-Nada, nada, es sólo la
rana del pozo, que quiere un hacha.
-Entonces ve -dijo la
madre, y tráele el hacha a la pobrecita.
La muchacha se incorporó
y le llevó el hacha a la rana.
La rana macho cogió el
hacha y croó:
Córtame la cabeza, niña
bonita,
córtame la cabeza, mi
mujercita.
-¿Qué ocurre? -preguntó
la madre.
-Nada, nada, es sólo la
rana del pozo. Quiere que le corte la cabeza, pero me da no sé qué.
-Anda -dijo la madre,
córtale la cabeza a la pobrecita si realmente es eso lo que quiere.
La muchacha se incorporó
y le cortó la cabeza a la rana macho. Y en cuanto la cabeza quedó separada del
cuerpo, la rana se transformó en un bellísimo príncipe, que se casó con la
muchacha y vivieron siempre juntos, felices y contentos.
039. anonimo (inglaterra)
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