Había una vez un muchacho
de nombre Juan al que llamaban el Tonto porque aparentemente se creía todo lo
que le decían, aunque fueran las mentiras más grandes del mundo. El muchacho
tenía como patrón a un hombre muy bromista y cierto día, deseando reírse del
chico, le invitó a su casa para comer juntos, pues estaba asando un chancho [1].
Juan fue y, en lo que se
estaban cocinando unos chorizos, le preguntó el patrón al tonto, señalando unos
pantalones:
-Juan, ¿cómo se llama
esto?
-Pantalones.
-No, tonto, esto se llama
garabalata -respondió el patrón.
-Garabalata -dijo Juan, y se calló.
Al rato le preguntó el
patrón, señalando las alpargatas:
-Juan, ¿cómo se llama
esto?
-Alpargatas -contestó el
tonto.
-No, hombre, eso se llama
chirimique -dijo el patrón.
-Chirimique -repitió Juan
Luego, señalando un gato,
le preguntó de nuevo:
-Y aquello, ¿cómo se
llama?
-Gato.
-No, hombre, eso se llama
ave que caza ratas -le corrigió el
patrón.
-¡Oh! ¡Ave que caza ratas!
-Muy bien, y esto, ¿cómo
se llama? -preguntó, señalando el fuego.
-Fuego -contestó Juan.
-No, esto se llama alumbrancia.
-Alumbrancia -repitió Juan.
El patrón, no contento
con todo esto, continuó interrogando a Juan y corrigiendo todo cuanto este
decía. Al rato, le preguntó de nuevo, indicando un balde de agua que estaba
cerca:
-Y esto, ¿cómo se llama?
-Agua.
-No, hombre, eso se llama
clarancia.
-¡Ah! Clarancia.
Permanecieron callados un
rato y el patrón, que se había propuesto hacer enojar al tonto y no lo
conseguía, continuó con sus bromas diciendo:
-A ver, Juan, ¿cómo se
llama eso? -preguntó, señalando un inmenso trigal.
-Trigo.
-No, Juan, eso se llama bitoque -le corrigió el patrón.
-Bitoque -repitió Juan.
-¿Y eso?
-Burro -contestó Juan.
-No, hombre, eso se llama
filitroque.
-¡Ah! Filitroque.
Por último, señalando
unos chorizos, le preguntó el patrón:
-Y a eso ¿cómo lo llamas?
-Chorizos.
-No, tonto, eso se llama filitraca -corrigió el patrón.
-¡Ah! Filitraca.
Al cabo de un rato de
estar callados, el patrón le dio las buenas noches al tonto y se retiró a
dormir, riéndose de las tonterías que le había dicho a Juan. Este quedó sentado
junto al fuego, pensando, cuando, ¡zas!, una enorme brasa cayó sobre el lomo
del gato que dormitaba al lado del fuego; el gato, al sentir que se le quemaba
el lomo, salió corriendo en dirección al trigal. Juan, todo asustado, al ver
que comenzaba a incendiarse el trigo, llamó a su patrón:
-Patrón, ¡póngase los chirimiques y también las garabalatas, que el ave que caza ratas se ha vestido con alumbrancia, y si no viene con clarancia
se le quemará el bitoque! ¡Yo me voy
en el filitroque y me llevo la filitraca!
El Tonto aprovechó la
ocasión para llevarse todos los chorizos y huyó montado en el burro. Cuando el
patrón salió, las llamas invadían el trigal.
Y como me lo contaron, te
lo cuento.
Cuento popular
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015. anonimo (argentina)
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