Yu-Shang era un marinero y
comerciante. Tenía un pequeño barquito en el cual hacía la travesía entre
varias islas del Mar de la China ,
llevando mercancías. Con lo obtenido en este oficio, el bueno de Yu-Shang
sostenía a su numerosa familia.
Un día, una furiosa tempestad le
sorprendió en plena travesía. Estuvo luchando denodadamente contra el viento y
el mar, pero al final, una gigantesca ola tumbó su embarcación, que empezó a
hundirse. Yu-Shang, aferrado a un madero, consiguió llegar a un islote y
desesperado, gemía:
-¿Cómo me ganaré la vida sin mi
"Estrella del Mar"?
-Así se llamaba su embarcación.
-¿Cómo alimentaré
ahora a mi esposa y mis doce hijos?
Inesperadamente, sintió que una
especie de brisa le rozaba la cabeza y los hombros. Se volvió sorprendido y
descubrió a un niño extraño, que parecía hecho de viento y de luz, y le dijo
con voz silbante:
-Soy el hijo del Rey de los Vientos
y pariente lejano del Rey del Mar. ¿Por qué estás tan desesperado?
Yu-Shang le contó sus amarguras y
el hijo del Rey del Viento se hundió en el mar y el barco de nuestro buen chino
empezó a emerger, intacto. Se aproximó suavemente al islote y su dueño se
apresuró a trepar por las amuras. Luego, en medio de su más profundo estupor,
otros niños de viento, sin duda hermanos del primero, empujaron la embarcación
hasta muy cerca del puerto de destino de Yu-Shang.
Este contó su aventura en todas las
ciudades en que recalaba, pero nadie le creyó.
999. Anonimo
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