Volvía un hombre rico de viaje cuando se encontró a un león, que
le amenazó con matarle si no le daba lo primero que viese al llegar a su casa.
El hombre tuvo que aceptar, pensando que le recibiría su perro, pero fue su
hija quien salió a recibirle, y tuvo que dársela al león, que se la llevó a su
cueva.
Allí vivió un tiempo con el león, hasta que un día pudo escapar y regresó a
su casa. Pero una tristeza repentina la enfermó, hasta que se dio cuenta de que
echaba de menos al león y que sentía lástima por su soledad.
Así que un día envolvió sus mejores vestidos y volvió a la cueva del león.
Éste salió a su encuentro y le dijo:
‑¡Por fin un corazón humano se apiada de mí!
Y de pronto recuperó su forma humana y le contó a la joven:
‑Una bruja me había encantado, y sólo la piedad de un alma buena podía
salvarme. Esta cueva es un Palacio, y yo tengo un Reino, que pongo a tus pies.
¿Quieres casarte conmigo?
‑Si te quise como león, ¿cómo no voy a quererte como hombre? ‑respondió ella.
Y fueron tan felices como en los cuentos durante toda su vida.
999. Anonimo,
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