Aquel día había llegado a la aldea
un carromato en el que viajaba una familia compuesta por el padre y dos hijos,
niños de seis y ocho años; llevaban con ellos su teatrito de marionetas.
En la aldea tenían pocas
diversiones y acudieron a la presentación todos los vecinos. Y también bajaron
los pastores de la montaña y el barquero que cruzaba el río.
Contra lo que se esperaba, la
función levantó grandes aplausos y provocó risas, aullidos de espanto y
auténtica intriga. Especialmente la actuación de la marioneta conocida con el
nombre de "Príncipe Valiente"; que acabó él solito con todos los
malos de la función. Por otra parte, el padre y los hijos tenían ingenio para
mover los monigotes, que parecían tener vida propia, al punto de que la gente
no veía los hilos.
El dueño del teatrillo recaudó
bastante dinero. Y cuando la plaza se quedó desierta, bajo las sombras de la
noche, unas sombras furtivas avanzaron hacia el teatrillo, junto al que se
hallaba el carromato.
El menor de los niños abrió los
ojos al creer sentir leves pisadas y a pesar de la oscuridad pudo divisar a dos
individuos en el momento de alargar la mano para apoderarse de la caja donde su
padre guardaba el dinero.
En aquel momento, la marioneta del
"Príncipe Valiente" levantó la estaca sin que nadie lo accionara y
apaleó a los ladrones, lo mismo que había hecho con los malos de la
representación. A los golpes, despertó el padre. Asustados, los ladrones
huyeron.
El menor de los niños contó lo
ocurrido:
-¡Nos ha salvado el "Príncipe
Valiente"!
-Eso no es posible, hijo mío. Has
debido soñar.
Pero el niño estaba seguro y
conservo durante toda su vida la marioneta del "Príncipe Valiente".
999. Anonimo,
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