Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de febrero de 2015

El huerfano .843

Éste fue un niño que el padre se le murió, y no le dejó más que la herencia de un puñal y una chirola. La chirola era rota, con un aujero en el medio. Con la chirola y el puñal podía adivinar su suerte. Éste, cuando quería salir a tantiar la suerte, tiraba la chirola para arriba y ponía el puñal. Si la chirola se iba hasta el brazo, podía andar sin miedo no más.
Una vez tiró la chirola, le dio la suerte, y se fue en busca de trabajo. Y llegó a la casa de un señor. Este señor era rico. Bueno... Él lo conchabó para que le atendiera hacienda flaca, privandoló de que fuera al punto norte. Y él, cuando salió de la casa se tantió la suerte. Tiró la chirola, y la chirola se fue hasta el hombro. Y no tuvo miedo, y se fue no más.
Llegó a un palacio a onde había una estancia alambrada. Y abrió la puerta. Y entró la hacienda flaca. Esto era muy lindo, dandolé el pasto al encuentro a los animales. Él se carnió una de las mejores tamberas de las que había  áhi, para comer. Esto había sido de un gigante. Áhi 'taba, cuando viene el gigante y le dice:
-¡Te como y te como!
-Qué, me comerís si podís -le dice él.
Y se trenzaron a peliar. Peliaron mucho, y con su puñal lo mató al gigante, el joven. El puñal tenía mucho poder.
Se volvió a las casas. Al día siguiente se volvió a tirar la chirola, y se le fue hasta el hombro. Se fue, entonce, sin miedo, con más hacienda flaca. Llegó a otra estancia a onde había otro palacio. Abrió la puerta y entró la hacienda flaca. Y se trajo otra vaca gorda de las que había en la estancia y también se la comió. Cuando iba terminandolá de comer llega el dueño, que era otro gigante, y le dice:
-¡Te como y te como!
-Esperate que termine de comer este último asado -le dice él.
Y se trenzaron a peliar. Y peliaron muchísimo, y lo mató no más al gigante.
A la tarde vuelve a la casa del patrón.
Al otro día vuelve a tirarse la chirola. Igualmente se le volvió a entrar hasta el hombro. Y se fue sin miedo. Llegó a otra estancia a onde era el pasto tan alto que se perdían los animales. Abrió la puerta y echó la hacienda flaca. Y se pilló un novillo de los más grandes y lindos -porque las tres estancias 'taban llenas de hacienda gorda- y se lo comió. 'Taba terminando de comer cuando llegó el dueño, que era un gigante con un solo ojo en la frente. Y se pusieron a peliar. Éste era malísimo, y lo tuvo apuradísimo. Peliaron todo el día. El sol dentro, recién el muchacho lo mató al gigante, porque logró pegarle en el ojo, que era a onde tenía la vida.
Él siguió cuidando la hacienda que ya 'taba muy linda. Tenía tres caballos que se los había quitado a los tres gigantes.
Había salido en la ciudá la noticia de un rey que tenía siete hijas. Y seis le había comido una serpiente. Le quedaba una única, y este Rey puso bando él, que el que le salvara la vida a la niña se la daba por esposa, para él.
El joven tomó estas noticias y se fue. El primer día ensilló el caballo que agarró en la primera estancia, y se puso la ropa del primer gigante. Y se fue al lugar a onde salía la serpiente a comer las niñas. En cuanto salió, tiró la moneda y se le fue hasta el hombro.
Él que llega al lugar, que era en la ciudá, en las afueras, llegaba la serpiente también. Y se trenzaron a peliar. Y peliaron medio día. Y le cortó tres cabezas -que dicen que tiene siete.
El patrón no sabía nada lo que éste hacía. El patrón vino a la ciudá y oyó conversar del joven que peliaba con la serpiente y fue y contó en su estancia. Pero el joven no decía nada.
Al segundo día ensilló, igualmente, el segundo caballo del segundo gigante, y se puso la ropa de éste, y se fue. En cuanto salió tiró la moneda y se le fue hasta el hombro. Y llegó a la ciudá. Él que llega, la serpiente también. Y se trenzaron a peliar. Peliaron muchísimo y le cortó tres cabezas más.
Mientras tanto el patrón 'taba atonito, porque no sabía qué hacía el joven cuando se iba, ni quién peliaba con la serpiente.
Al tercer día sacó el caballo del tercer palacio y se puso la ropa del tercer gigante que era el más malo, y se fue a la ciudá. Y llegó la serpiente y peliaron más que nunca. Y le cortó la última cabeza y la mató. El Rey quiso ver al que salvaba la hija, pero el joven se fue. Puso guardas para que lo pillen y se lo traigan, pero él, como tenia un caballo muy güeno, le clavó las espuelas y saltó por sobre todas las escoltas.
El patrón le conversó al muchacho todo lo que pasaba, porque él no sabía que era el peón. Y viene y le dice:
-Pero, sabís -que le dice-, ha ido un joven más u menos como la estatura tuya, y ha peliado con la serpiente que nadie era capaz de peliar porque los come a los que se le ponen cerca, y la ha muerto.
Y entonces dice él, que él había de querer ir a ver.
-¡Qué vas a ir vos, a dar lástima! -que le dice el patrón. Bueno, pero podís ir, porque el Rey quere que vaya toda clase de gente para descubrir quén es el que mató la serpiente. Y a todos hace que le cuenten chascarros, a ver si así lo descubre.
Bueno... Fue el patrón con el peón. Había gente de toda clase. Y le contaban chascarros al Rey. Al último viene y se allega el joven. Y le comienza la historia de él. Que él había sido güérfano, y que el padre le había dejado la herencia del puñal y la chirola, la chirola que le adivinaba la suerte. Que llegó, un día, a la casa de este patrón, y que lo mandó a cuidar la hacienda flaca. Que le ordenó que no fuera a la parte norte, pero como la chirola le decía que iba a tener suerte, que fue no más. Que mató el primer día a un gigante, el segundo, a otro gigante, y el tercero, a otro. Que les quitó los palacios, los caballos y la ropa. Que en el último oyó contar de la serpiente que se comía las hijas del Rey y que después iba a comer a toda la ciudá. Que él, con la suerte que le daba la chirola fue, y en tres días la mató, y salvó a la hija menor del Rey. El Rey lo descubrió, lo abrazó muy contento y le dijo que se tenía que casar con su hija. El patrón se quería morir de la sospresa, lo que él no había sabido nada de todo esto.
Y al fin se casó el joven con la hija del Rey. Se quedó dueño de los tres palacios y de las tres estancias que le había quitado a los gigantes. Muy rico quedó, con mucha hacienda.
Hicieron una fiesta muy grande, que vino gente de todas partes. Y todavía 'tán bailando, los ruidos no más...

Felisa Chávez de Páez, 56 años. San Agustín. Valle Fértil. San Juan, 1947.

Gran narradora. Conserva la pronunciación de la ll y la y diferenciadas, que es general en el Noroeste de la Provincia. Su lenguaje es el rústico de la región.

El cuento mantiene el motivo de la serpiente de siete cabezas, pero en general es una recreación regional.

Cuento 843. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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