Había,
en un lejano país cuyo nombre no recuerdo, un rey que quería hacer
casar a su hija con el caballero más valiente. Varios intentaron,
pero ninguno consiguió la prenda.
Una
viejecita tenía un hijo que era muy vivo. Le decían Chiquín porque
era un chico muy ardiloso. Un día se enteró de lo que había hecho
decir el Rey y le dijo a la madre:
Se
fue el chico al palacio y pidió permiso para hablarlo al Rey. Le
dijo al Rey sus intenciones. El Rey lo puso a prueba. Le dijo:
-Lo
primero que tenís qui hacer es matar a un tigre que amenaza la
ciudá.
Se
escondió detrás de una piedra muy grande, esperando, como de
costumbre, que el animal vaya al río a tomar agua. El tigre había
olfatiado carne humana y daba fuertes rugidos. Cuando iba a una
distancia más o menos prudente, le tiró el cuchillo y se lo clavó
en el cuello. El tigre se dio vuelta tan rápido que dio con la
cabeza en una piedra, y quedó sin moverse.
Al
otro día volvió el Chiquín. Comprobó que estaba muerto. Le cortó
la cabeza y se la llevó al Rey. El Rey si alegró muchísimo, y le
hizo fiestas al Chiquín.
El
gigante salió a ver y no vio nada, porque el Chiquín se escondió.
Creyendo que el loro mentía se acostó a dormir.
En
eso llegó el gigante y lo encontró al Chiquín. Lo pilló y lo ató
en un palo. Preparó un tacho con agua hervida para cocinarlo. Le
encargó a la giganta que lo cocine para que lo coman, y él se fue a
buscar a los amigos para que vengan a comer con ellos.
La
giganta se puso a hachar leña para hacer fuego y calentar el tacho
con agua.
El
Chiquín, que era muy pícaro, le dijo a la giganta engañandolá,
que le desate una mano para ayudarle a partir la leña. Después la
otra, y así... hasta que lo desató entero. Entonce le hachó la
leña y le ayudó a calentar el tacho con agua. Ya 'taba hirviendo el
agua y el Chiquín le pregunta:
Aprovechó
entonce el Chiquín esta oportunidá, le dio un empujón a la giganta
y la hizo cair adentro del tacho. Le cortó el pelo, la ató a un
palo y la puso en la cama. Robó el loro y se fue al palacio. Lo
recibieron con grandes fiestas y toques de campanas.
Preparó
nuevamente el viaje. Como el gigante no tenía su loro adivino, no
supo nada de lo que iba a pasar.
Llegó
el Chiquín a la casa del gigante, y lo tomó de sorpresa. Lo enlazó
al gigante y lo llevó a la embarcación en la que había venido, y
lo encerró en una pieza de hierro construida especialmente para
llevarlo al gigante.
Llegó
al palacio el Chiquín con el gigante. Áhi lo recibieron con grandes
fiestas, banquetes, celebrandosé al mismo tiempo la boda con la hija
del Rey.
Y
dentré por un zapatito roto,
pa
que usté me cuente otro.
La
narradora, nativa del lugar, es semiculta.
Cuento
935. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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