Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de febrero de 2015

El chiquin y el gigante .935

Había, en un lejano país cuyo nombre no recuerdo, un rey que quería hacer casar a su hija con el caballero más valiente. Varios intentaron, pero ninguno consiguió la prenda.
Una viejecita tenía un hijo que era muy vivo. Le decían Chiquín porque era un chico muy ardiloso. Un día se enteró de lo que había hecho decir el Rey y le dijo a la madre:
-Mama, yo güir pa verlo al Rey y decirle que me quero casar con su hija.
Entonce la madre le dijo:
-Pero, m'hijo, sos muy chico pa casarte, el Rey no te va acetar.
-No mama, dejemé que yo güir. Ya va a ver lo que guá hacer.
Se fue el chico al palacio y pidió permiso para hablarlo al Rey. Le dijo al Rey sus intenciones. El Rey lo puso a prueba. Le dijo:
-Lo primero que tenís qui hacer es matar a un tigre que amenaza la ciudá.
El Chiquín le pidió al Rey un lazo y un cuchillo, y se fue.
Se escondió detrás de una piedra muy grande, esperando, como de costumbre, que el animal vaya al río a tomar agua. El tigre había olfatiado carne humana y daba fuertes rugidos. Cuando iba a una distancia más o menos prudente, le tiró el cuchillo y se lo clavó en el cuello. El tigre se dio vuelta tan rápido que dio con la cabeza en una piedra, y quedó sin moverse.
Al otro día volvió el Chiquín. Comprobó que estaba muerto. Le cortó la cabeza y se la llevó al Rey. El Rey si alegró muchísimo, y le hizo fiestas al Chiquín.
Pasaron unos días y el Rey le volvió a decir:
-Falta una prueba más. Es la de robar el loro adivino que tiene un gigante, que vive muy lejos.
El Chiquín preparó el viaje y se fue. Cuando fue llegando, el loro decía:
-¡Ya viene el Chiquín a robarme a mí! ¡Ya viene el Chiquín a robarme a mí!
El gigante salió a ver y no vio nada, porque el Chiquín se escondió. Creyendo que el loro mentía se acostó a dormir.
Entró el Chiquín. El loro gritaba:
-¡Ya viene el Chiquín! ¡Ya viene el Chiquín!
El Chiquín le decía:
-Callate, lorito, tomá pan con vino añejo.
En eso llegó el gigante y lo encontró al Chiquín. Lo pilló y lo ató en un palo. Preparó un tacho con agua hervida para cocinarlo. Le encargó a la giganta que lo cocine para que lo coman, y él se fue a buscar a los amigos para que vengan a comer con ellos.
La giganta se puso a hachar leña para hacer fuego y calentar el tacho con agua.
El Chiquín, que era muy pícaro, le dijo a la giganta engañandolá, que le desate una mano para ayudarle a partir la leña. Después la otra, y así... hasta que lo desató entero. Entonce le hachó la leña y le ayudó a calentar el tacho con agua. Ya 'taba hirviendo el agua y el Chiquín le pregunta:
-¿Dónde me van a echar a mí?
-Áhi -dijo la giganta y se agachó a señalar el tacho con agua hirviendo.
Aprovechó entonce el Chiquín esta oportunidá, le dio un empujón a la giganta y la hizo cair adentro del tacho. Le cortó el pelo, la ató a un palo y la puso en la cama. Robó el loro y se fue al palacio. Lo recibieron con grandes fiestas y toques de campanas.
Al volver el gigante se enojó muchísimo con lo que hizo el Chiquín.
El Rey le dio la última prueba: tenía que robar al gigante.
Preparó nuevamente el viaje. Como el gigante no tenía su loro adivino, no supo nada de lo que iba a pasar.
Llegó el Chiquín a la casa del gigante, y lo tomó de sorpresa. Lo enlazó al gigante y lo llevó a la embarcación en la que había venido, y lo encerró en una pieza de hierro construida especialmente para llevarlo al gigante.
Llegó al palacio el Chiquín con el gigante. Áhi lo recibieron con grandes fiestas, banquetes, celebrandosé al mismo tiempo la boda con la hija del Rey.

Y dentré por un zapatito roto,
pa que usté me cuente otro.

Ignacia Páez, 60 años. El Tajamar. Capital. La Rioja, 1950.

La narradora, nativa del lugar, es semiculta.

Cuento 935. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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