Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de febrero de 2015

El herrero miseria .943

Éste que era un viejo que tenía una herrería, pero era tan pobre que todo cuanto encontraba llevaba a su herrería para cuando le fuera útil. Como era tan juntador de cachivaches se le denominaba Herrero Miseria.
Un día Nuestro Señor salió a conquistar almas acompañado de San Pedro. Iban acompañados en un burro. De repente éste pierde la herradura. Entonces San Pedro le dice a Nuestro Señor:
-Ahí hay una herrería, vamos a pedirle al herrero que le coloque la herradura al burro para poder continuar viaje. Llegaron y cuál no fue el asombro de los dos viajeros cuando pasaron a la herrería. Todo era miseria. El viejo herró al burro y cuando terminó los viajeros le pidieron precio, a lo que el viejo respondió que no valía nada.
-Bueno -le dijo Nuestro Señor, para retribuir su generosidá le concederé tres gracias. Pidamé lo que quiera.
Entonces San Pedro corrió procurando colocarse detrás de Nuestro Señor, para hacerle seña al herrero que pida el cielo. El viejo no le hacía caso y pidió lo que a él le pareció mejor.
La primera gracia: «Que todo el que se siente en la silla de su casa no se levante más sin su permiso».
-Concedida -dijo Jesús.
-«Que todo el que suba en su nogal que se quede pegado hasta que él lo mande a bajar».
-Concedido -dijo Jesús.
-«Que donde él se siente, nadie lo haga levantar».
Una vez concedidas las tres gracias, los viajeros siguieron su camino.
Un buen día llegó a la casa de Miseria el diablo mayor a llevarseló. El dueño de casa estaba muy ocupado y por eso le dijo al visitante que se sentara hasta que termine el trabajito. Pasó un rato y el diablo cansado de esperar quiso pararse para irse y no pudo; estaba pegado a la silla. Entonces Miseria le dijo:
-Si prometes no volver más a molestarme te dejaré ir, de lo contrario, allí permanecerás pegado.
El diablo prometió no molestarlo, y así pudo salir.
Después vinieron otros diablos a quererlo llevar a la fuerza, pero Miseria tranquilamente les dijo que era necesario llevar provisión y les dijo que fueran al nogal a juntar nueces. En el acto obedecieron y se pusieron a comer nueces. Una vez hartos quisieron bajar y no pudieron, pues estaban pegados. Entonces el herrero les hizo prometer que se irían de inmediato para dejarlos bajar. Así lo prome-tieron y se fueron.
Cuando Miseria murió y se fue a golpear la puerta del cielo, sale San Pedro. Reconoció en seguida al herrero y dice:
-¿Qué buscás, viejo?
Fue a consultar al libro de las obras buenas y aprovechando que la puerta del cielo quedó abierta, el viejo Herrero entró y se sentó rápido en la silla de San Pedro.
Cuando San Pedro volvió a decirle a Miseria que no estaba anotado, lo encontró muy sentado en su silla...
Disjustado fue a darle parte a Dios, y Nuestro Señor le dice:
-¿Y qué, no recuerdas la tercera gracia que pidió Miseria? Ahora, Pedro, si Miseria se sentó, no hay quien lo haga levantar...
Así el viejo se quedó en el cielo sin haberlo pedido directamente.

Antonia Ercilia Páez. Alto Bayo. General Roca. La Rioja, 1950.

La narradora es maestra de escuela. Oyó el cuento a campesinos de la comarca.

Cuento 943. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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