Éste
era un joven, que tuvo cierto trato con el demonio, y le dijo el
diablo que tenía que ir a la casa de él, a tal fecha, más u menos.
Pasaron los años. Un trato corto, ¿no? Entonce dice:
Charquió
un animal. Bien salada la carne, bien preparado el charque. Porque
tendría que andar mucho. Sabía algo. Más o menos el nombre le
dijo, más o menos donde vivía. Se preparó y se fue con un
bastimento para mucho tiempo. Llevaba de todo un poco, ¿no? Llega
una tarde a una casa de una señora.
-Sí,
¡cómo no!, yo se lu hi dicho. Vaya a la casa de él. Basta que vaya
allá, le va a dar una niña pa que se case.
-¡Es
cierto que sabe! -que dice. Así es. ¿Y cómo si hace pa llegar
allá?
-¡Oh!,
es muy difícil. Porque acá cerca di adonde yo vivo, hay un arroyo.
Tiene que pasalo a ése. Y nu hay quien pase esi arroyo. Tiene que
pasalo a ése. Y nu hay quien lo pase.
Son
trabas que pone el diablo como para que no lleguen allá. Pero hay
una facilidá. Áhi vienen las hijas del diablo. Son tres. Y las tres
vienen hechas palomas. Y pasan para este lado. Y áhi se desvisten y
se van y se ponen a bañarse en la oría del río aquel. Después que
si han bañau, levantan vuelo y se van otra vez. Usté va y las
espera. Saque la ropa de la más chiquita de las palomas. Ésa es la
Blanca Flor, ¿no? Le escuende un zapato pa que se quede buscando el
zapato, y entonce puede hablar con la niña ésta, sola. Y le pide
que lu ayude, ¿ve? Le conviersa que li han ofrecíu una niña para
casarse y le ruega a ella que lu ayude. Ella lo va ayudar. Ella es
capaz di ayudar, las otras no. Las otras son diablas, no más.
Lu
hizo así. Todas las semanas tenían un día que se venían a bañar
las niñas. El día indicau se jue. Se dejó 'star tapau con basura
por áhi, con yuyo. 'Taba bien escondido. Vio ande se sacaban la ropa
una y otra. Entonce salieron del baño, se vistieron y se jueron,
¿no? Y dijo que li había ido bien. Había visto ande se sacaba la
ropa la palomita más chica, ¿no? Y había indicau que tenían que
volver otra vez las aves a bañarse. Ese día 'taba posesionau cerca,
ande s'iba a vestir la palomita. Entonce, cuando 'tán bañandosé,
estiró la mano y le robó un zapatito, ¿no? Y se dejó 'star tapau
con los yuyos, ¿no?
Entró
a buscar los zapatos, ella. Se vistió y le faltaba uno, y buscaba, y
las otras se fueron. Entonce cuando se fueron las otras dos, le dice:
-Mire,
aquí 'stá el zapato. Yo se lu hi escondido. Y quiero que usté mi
ayude porque tengo un trato con su padre, que basta que yo llegue a
la casa de él, él me da una niña para que me case.
-Mire,
mi padre le va dar tres trabajos. Lo que le va dar que haga por
primera vez, es que le va dar una espiga de maíz pa que se vaya, la
desgrane y la siembre. Y al otro día, a la mañana a las doce, le
tiene que traer choclos. Se va y la desgrana como le dije. Le va dar
herramientas y la espiga nada más.
-En
cumplimiento de lo que me dijo, que me iba a dar una niña para que
me casara, basta que llegara a su casa.
-Tome.
Usté la lleva a esa espiga de maíz y la va a sembrar en tal parte,
en una vertiente que había, nada lejos de ahí -le dio una azada. Y
mañana, a las doce usté me va a traer choclos de este maíz mío.
-Bueno,
señor.
-Pero,
apuresé. Haga rápido los surcos. Ya vengo yo a sembrar el maíz. Al
ratito ya había preparado dos o tres surcos cortos, ¿no?
Nació
en seguida no más el maíz. Comenzó a crecer y a crecer. Esa noche
no durmió nada, dele regar no más el maíz. Así que para las doce
ya había granau, ¿ve? Cuando ya fueron bien las doce, echaron unas
espigas hermosas. Cortó una buena brazada de choclos y le trajo.
Llegó a las doce.
-Mañana
va a tener que hacer otro trabajo -dice. Se va ir sesenta leguas di
acá, le voy a dar un poco de trigo. Lo va a sembrar y va a traer
pan, de la cosecha ésa.
¡Distancia
sesenta legua! ¡Cuándo llegaba el hombre! Le dio un atadito 'e
trigo, ¿no?, y al otro día, tempranito, la azada y una bolsa pa que
trajiera el pan.
Y
siguió viaje el joven. Al poco rato llegó la Blanca Flor hecha una
paloma. Y lo levantó a él. En un momento 'tuvo allá.
Y
en seguida a cortar el trigo. Y en un momento lo refregaba la misma
niña y él. Y sacó unos pocos granos. Les rendía muchísimo, ¿no?
Y formó una conana y una mano. Y así que ahí lo conaron. Y sacó
un poco de harina, bastante, en un momento, y ya lu amasó también
la niña. El otro brasió el horno y echó una hornada de pan,
chiquita, una hornadita poca, unos tres o cuatro pancitos, ¿no? Y en
seguida 'stuvieron asaus, ya.
Y
siguió corriendo. Y ya se va acabar todo.
Y
lo levantó rápido, no más. Y se fue. Y alcanzó a llegar un ratito
antes de las doce, allá. (¿Y cómo hacía la niña pa salvarse de
las otras, que no la viera ninguna? Cómo sería de viva, ¿no?)
-Esta
vuelta ya la erró mi amigo -dice el diablo. Nu ha de ser nada casado
con mi hija -dice. ¡Ah! ¡Pucha! ¿Y qué nu es aquel que viene
allá? -ya lo miró. ¡La gran siete! ¿Y cómu hace éste? Me
parecía que yo solamente era diablo. Pero se ve que hay otro más
diablo que yo.
-Sí,
pero usté no me dijo que había que hacer estos trabajos. Me dijo
que basta que pasara nada más, me daba una hija.
-Ah,
no, pero son tres trabajos que me tiene que hacer. Mañana le voy a
decir qué es lo que tiene que hacer. Entós le dice al otro día:
-Va
tener que ir a tal punto -dice- a la costa del mar. Allá hay una
vuelta grande, unas piedras grandes. En esa vuelta, una vez 'tábamos
sentados con mi suegra y se le escapó el anío de la mano. Quiero
que me traiga ese anío. Y cuando venga ya le voy a dar una niña que
se case.
Y
él no lu había podido sacar, con ser diablo. Si no que se lo daba a
este otro pobre que lo sacara. Tomó bien las noticias adónde era,
más u menos. Y siguió viaje. Al tranco sigue. En seguida llega la
paloma. Venía hecha paloma la niña. Y lo levantó y jue y lu
asienta arriba de las piedras mismas.
-Acá,
usté tiene que degollame. Junta las patas, el cogote y las alitas,
todo, y degollada, me tira de pedrada pa adentro 'e l'agua. Mañana a
las doce, voy a salir acá, con el anío en el pico.
Con
tanta lástima que la degollaba, saltó no más una chispa grande de
sangre, ¿no? Pero la mató, como le dijo ella. Cuando 'tuvo muerta
la tiró de pedrada a l'agua, ¿no? Anduvo un poco arriba y se bajó
para adentro la paloma. ¡Que quedó más triste!
Bueno...
Justamente al otro día, a las doce, sale del agua la palomita y en
el pico con un anío. Ése era el anío. Lu agarró más contento.
Cuando
acuerda, ya llegó no más.
Le
dijo la niña que lo qu'iba hacer el diablo, era aujeriar la puerta,
una puerta de la casa. Y iba a sacar, que cupiera un dedo. Y el
diablo iba hacer que cada niña saque un dedo, ahí, para que él
elija para casarse. Y lo qui agarró la paloma, cuando la mató, esa
gota de sangre, era di un dedo, del dedo mayor de la niña. Entós,
la niña iba a sacar ese dedo, y al tocarse, tenía un tajito ahí en
el dedo. Para que no escapara, ¿no?, y la elija a ella. Entonce,
claro, era la seña que llevaba ella.
Ya
el diablo hizo así. Y las tres niñas sacaron el dedo por el aujero
de la puerta para que él elija.
-Mire,
vea. Mi madre tiene muy mala intención. Tal vez me va matar. Los
vamos a ir.
-Pero,
qué tanto embromar. Dejalos, si ellos bastante si han mortificau,
los pobres. Y a más, que yo l'hi ofrecido eso.
-Andate
rápido y traete el caballo más flaco que haiga en el corral. Ése
es Pensamiento. Una vez que estamos a caballo, ande queramos ir áhi
vamos a 'tar al momento.
Fue
apurado, y llegó, y le puso el bozal y salió. Por una necesidá
justificada, lo volvió al caballo.
Agarró
un caballo gordo qui había ahí. Y se vino. Ya la niña 'taba lista.
Llevó un poquito de ropa, poco no más. Y echó en cada esquina de
la casa una escupida, ¿no?
-¡Mamita!
-le volvía a contestar otra escupida.
-¿Hais
visto? ¡La chinita va lejos! -y ya se enderezó también y fue a
ver. ¿Halo visto que no 'tá? Si ha ido.
-Vamos
a andar mal, porque no hizo lo que yo le dije. Pero di alguna manera
voy a ver si puedo arreglar ya. Vamos andar con muy muchos
trompiezos. Si hubiéramos venido en el caballo que yo le dije, esta
hora 'tábamos en su casa y mi vieja nu hubiera tenido nada qui hacer
ya. La vieja los va a seguir.
-¡Rápido!
Usté se va hacer un pajarito blanco y yo voy a formar todo. Usté va
ir arriba 'el árbol. Tres días lo va apedriar la vieja. Usté no se
vaya dejar pegar. Siempre pongasé detrás de un palo. Va permanecer,
la vieja, apedriandoló día y noche. Yo me voy hacer una rana, y el
apero lo voy hacer una laguna di agua y el caballo lo voy hacer un
árbol.
Ya
llegó también la vieja. Nu alcanzó a sacarse la ropa y guardala,
la niña. Y la había agarrau la vieja la ropa por su cuenta. Y la
rana quedó en l'agua abajo de las ráices del árbol. Y la vieja no
podía pisar ni con un pie la laguna aquella, ¿no? Daba güelta
alrededor, di allá lejos, dele palo y palo, y piedra con el pajarito
y no le podía pegar, ¿no? 'Tuvo los tres días como le dijo la
niña, exacto. A los tres días si aburrió la vieja y se fue.
Entonce le dijo:
-Bueno,
el consuelo que me queda es que el primero que lu abrace a tu marido,
cuando llegue a su casa, te va olvidar a vos.
Y
se jue, la vieja. Cuando ya vido que nu había quedau ninguno, abrió
las ramas y quedó convertido como era, el caballo, el apero, y el
hombre, todo. Y ella le dice:
-Porque
mi madre dejó una maldición en contra mía, que cuando ti abrace
alguno, al llegar, a tu casa, me vas olvidar.
Ya
se fue a buscar ropa, el hombre. Cuando llegó allá no se dejó
abrazar con nadie. En eso lu ha conocíu un cuzco d'él, y viene
corriendo y li abraza una pierna di atrás. ¡Sonó la niña! Como si
nunca hubiera tenido nada. La niña 'tá sabiendo lo que pasa ya.
Bueno, entonce ya se quedó sola la niña, allá. Como tenía todo
poder ella ha buscau ropa, la niña, si ha agenciau ropa con las
proporciones de ella y las facilidades que tenía. Se vistió y se
vino al pueblo la niña. Buscó la casa di una viejita sola qui
había. Le dio hospedaje la viejita. Muy útil esta niña. No salía
por ningún lau. A la viejita no le faltaba ninguna cosa. Ya la
vistió bien. Le dio el dinero que necesitaba.
Y
el joven comenzó a andar por áhi, parando bailes. Y ya movió
también por otro lado. Ya comenzó a ser muy próximo el noviajo. Y
al año más u menos, se decidió a casarse. Entonce dice la niña:
Ya
han llegau a la casa. Las recibieron muy bien. Cuando vinieron los
novios pasaron a la primera mesa, la viejita aquella y la niña. Muy
desconocida la niña y muy bonita, ¿no? Fue muy bien aceptada.
El
joven como si nunca la había visto, como si jamás la hubiera
conocido. Olvidado de todo. 'Taba la novia todavía.
-Miren,
si mi hacen el favor, me juntan todos los güesitos qui haiga de las
aves. Les voy hacer una prueba aquí, en presencia de todos.
Todos
interesados comenzaron a juntar los güesos, y se los entregaron a
ella. Ya cuando terminaron de comer, agarró los güesitos y los
apartaba de un lado para otro, y cuando movía las manos se levantó
una gallina chiquita y un gaíto, ¿no?, arriba 'e la mesa. La
gainita conversaba:
-Gaíto
-dice que le dice, ¿ti has olvidau tanto? ¿No ti acordás de tal y
tal pasaje? -exacto como era el cuento, como 'toy conversando yo, le
decía la gainita al gaíto.
El
gallito le contestaba que no. Le volvía a referir lo que decía el
cuento que había hecho. El gallito volvía a decir:
-¿Será
posible gallito? ¿No te acordás cuando estuviste hecho un pajarito
blanco, tres días arriba del árbol, y la vieja estaba
apedre-andoté?
-Pero,
sí gallito -decía, y le decía todo el cuento. ¿Pero, que no te
vas a acordar que el caballo estaba hecho un árbol? Y el apero que
se había hecho un agua. Y yo estaba hecha una rana abajo de las
ráices del árbol. Y yo todavía te estoy esperando. Te juiste a
traerme ropa. ¿Te acordás que te dije que no te dejaras abrazar? Y
te abrazó un cuzco de la pierna.
-Entonces,
miren, van a disculpar porque yo he sido casado. Soy casado. Y se me
había olvidado. Todo lo que ha conversado la gainita ha sido mi
pasado y es ésta mi señora.
Así
que la recibió a la señora. Y la novia que dijo entonces:
Y
ya quedó en nada el fandango ése. Y marchó con la señora y se fue
a la casa de la viejita ande estaba. Y entonce la viejita le dijo:
-Y
yo tampoco no me separo, porque ha sido más madre esta señora que
la misma propia madre mía que me ha buscado siempre para matarme.
Así que quedó casado con aquella niña Blanca Flor.
Delfín Prado, 75 años. Cortaderas. Chacabuco. San Luis, 1968.
Viejo campesino originario de la región. Muy buen narrador.
Cuento
878. Fuente: Berta Elena
Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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