Ésta
que era una señora que tenía tres hijos.
El
más chico, que le llamaban el Chiquillo, le pidió permiso a la
madre. Ella no le quería dar porque era muy chico. Al fin le dio y
salió al otro día, también a rodar tierra.
El
chico ha llegado adonde 'tán los hermanos. En el momento que los
alcanzó a los hermanos, le pegaron una zumba de palos al chico y lo
han mandado que se vuelva a la casa. Y le han quitado todo lo que
llevaba.
Se
quedó el chico llorando. En la tarde siguió el camino. Al día
siguiente los alcanzó otra vez. Y el hermano mayor le pegó un palo
y lo dejó muerto.
Cuando
volvió a ser el primitivo, columbró que unos animales que se
llamaban caraguayes cortaban con los dientes unos bichitos y le
ponían en la nariz. Claro, él se fijó con mucha atención por un
bajo, y cuando echaron de ver que estaba vivo se retiraban. Él se
levantó y siguió el camino tras de los hermanos.
Los
alcanzó a los hermanos llegando a un palacio de una vieja bruja y lo
dejaron que fuera con ellos. La bruja aquélla, cuando llegaron, tuvo
un gran gusto porque ella se mantenía con carne humana.
Y
en la tarde, la bruja se jue a la cocina a conversar con la negra que
tenía. Y el chiquillo les estaba oyendo todo lo que conversaba, y lo
que decía la bruja:
-¡Ah,
hija, qué pichón se vamos a comer! Ya 'tá todo arreglado para
ponerles señas y matar a los tres.
En
la noche les hizo las camas para los tres con las tres niñas. A los
jóvenes les puso gorras de papel y a las niñas gorras di oro.
Muy
bien. El Chiquillo no dormía. En cuanto se durmieron les cambió las
gorras. A las niñas les puso las de papel, y a los jóvenes las di
oro.
Cuando
la bruja vio que 'taban bien dormidos, se levantó y los mató, pero
en lugar de matar los jóvenes, mató las hijas.
El
Chiquillo era muy ardiloso. En el momento que sintió que la vieja
'taba durmiendo, recogió los gorros y se los metió al seno. Recordó
los hermanos para tomar viaje y les dijo que la vieja bruja había
muerto las hijas por matarlos a ellos.
La
vieja bruja, esa noche, les había dicho cuál era el camino que
tenían que tomar pa ir a la ciudá del Rey.
El
Chiquillo, tenía con qué pagar y los otros no conocían ni medio.
Allí pagó el Chiquillo por los tres y pasaron. Cuando acababan de
pasar, oyeron la voz de la vieja bruja que los gritaba.
La
vieja bruja tenía un loro adivino. Y el loro adivino ya si había
enronquecido gritando a la vieja y diciendolé que el Chiquillo le
había hecho matar las hijas y que ahora se disparaban. 'Taba
redormida, pero al fin se recordó y salió disparando, a ver si los
alcanzaba.
-¡Ah,
pícaro Chiquillo! Mi hicistes matar mis hijas y me llevás mis tres
gorras di oro. ¿Si volverís?
-Tal
vez que sí, tal vez que no,
Tomaron
los tres el camino y se fueron a la ciudá del Rey. En el camino, el
mayor lo tuvo por matar otra vez al Chiquillo, por las gorras di oro,
y el del medio no lo dejó.
Y
hallaron allá al Rey. Y los conchabó para que trabajen en la finca
a los mayores, y al Chiquillo para que cuide gallinas, pavos y
gansos, y cuantas aves tenía.
Un
día, el Chiquillo, halló un pedazo de peine, porque no lo tenía.
Se peinó bien, se lavó y se puso la gorra di oro, y se subió en un
palo y se puso a cantar.
Lo
vido la negra que la atendía a la Princesa, y va, le cuenta a la
Princesa. Y le dice la Princesa:
-Andá
y dile a tu señorita que la gorra no la vendo por ninguna plata, que
la tengo para formar un compromiso.
Y
se jue la negra y le avisó a la señorita, y le dice que lo llame a
ver qué compromiso quería. Y entós le dijo el Chiquillo que él
necesitaba de formar tarde o temprano un hogar, y que quería ser
casado.
El
Chiquillo se la dejó. A los tres días formó otro argumento con la
otra gorra. Y la negra lo vido que andaba con la gorra y le avisó a
la señorita. Y la señorita la mandó que lo llame. Y el Chiquillo
fue ande ella estaba. Y le dijo la señorita, qué es lo que quería
con tanta gorra. Y el Chiquillo le dijo que lo que tenía pensado no
lo escusaba.
Muy
bien. A los tres días después, hizo la misma cosa con la última
gorra, que era la mejor. Y lo vido la negra y le dijo a la Princesa,
y lo hizo llamar ella.
-Muy
bien -le dijo la Princesa. Seré casada con voz y de hoy en el día,
yo te salvaré en todo, porque vas a tener que pasar muchas penurias.
Los
hermanos 'taban siempre envidiosos, y el hermano mayor, a los cinco
días, va y le dice al Rey que el Chiquillo se había dejado decir
que él era capaz de robarle la borrega de lana di oro de la vieja
bruja. Lo llamó el Rey y le dijo:
-Vos,
¿que ti has dejado decir que sos capaz de robarle a la vieja bruja
la borrega de lanas di oro?
-Lu
haigás dicho u no lu haigás dicho, vos me tráis la borrega de lana
di oro, si no la tráis te corto la cabeza.
-¡Cómo!
¿Un hombre tan lindo como vos llorando por tan poca cosa? Aprontate,
y yo te daré un buen vino para el loro adivino, que tiene la vieja
bruja. Hacelo amigo y dale vino pa que no te acuse.
Y
la Princesa sacó un sombrero, y se lo pone en la cabeza, y le
pregunta al Chiquillo si la vía, y le dijo él que no. Era un
sombrero que hacía invisible. Y le dice:
-Cuando
te pongás este sombrero, serás honesto, no andarás en nada fuera
de tu trabajo, para que no pierda la virtú y no te vea la vieja
bruja. Llevate esa piola para que le pongás a la borrega.
Salió
de viaje y llegó a la casa de lia vieja bruja. Con el sombrero nadie
lo vía. El loro, como era adivino, sabía que 'taba áhi. Y le
ofreció vino. Y él le dice:
Lo
probó al vino el loro y le dice:
-Ponele
la piola a la cordera y tirá, que ella irá a la par tuya. Y siempre
que vengás, le gritás a la vieja bruja después que estés al otro
lado del río, porque ella no puede pasar el agua.
Y
el Chiquillo la sacó a la cordera y disparó. Cuando ya había
pasado el río en la balsa, llega la vieja bruja y le dice:
-¡Ah,
Chiquillo pícaro!, me hicistes matar mis hijas, me llevastes mis
tres gorras di oro y me llevás mi borrega lana di oro. ¿Si
volverís?
-Tal
vez que sí, tal vez que no,
tal
vez que vuelva también por vos.
El
Chiquillo se fue a la ciudá y entregó al Rey la cordera de lanas di
oro. Y fue recompensado con dos cargas de plata. Y le dio para que
esté, un cuarto con toda comodidá.
En
seguida, como a los cinco días, lo volvió a malquistar el hermano.
Le dijo al Rey que el Chiquillo si había dejado decir que era capaz
de tráir la colcha de campanitas di oro que tenía la vieja bruja.
Y
el Rey lo llamó, y le dijo que él si había dejado decir que era
capaz de tráir la colcha campanitas di oro que tenía la vieja
bruja, y que juera u no así, le cortaba la cabeza si no la tráiba.
Y él no le dijo nada al Rey.
Y
se jue. Pasó el río en la balsa, el sol dentró, y llegó en la
noche a la casa de la vieja bruja. Le llevaba vino y pan dulce al
loro. Y el loro le preguntó:
-Pero
qué antojos tiene el Rey. Cómo haremos para sacar la colcha de
campanitas di oro. Hay qui hacer un buen trabajito. Ponete el
sombrero. Yo le voy a gritar a la vieja que aquí andás. Y áhi le
ponés el pie cuando pase pa que se caiga y vos corrís a sacar la
colcha, mientras ella busca por acá.
-¡Ah!,
¡Chiquillo pícaro, mi has hecho matar mis hijas, mi has robau las
tres gorras di oro, mi has llevau la cordera de lanas di oro y ahora
me llevás la colcha de campanitas di oro! ¿Si volverís?
-Tal
vez que sí, tal vez que no,
tal
vez que vuelva para llevarte a vos.
Y
el Chiquillo jue y le entregó al Rey la colcha campanitas di oro, y
el Rey lo recompensó con dos cargas más de plata.
Y
se jue, inmediatamente a ver a la Princesa y ella le dice que vea que
cada vez se porta más como un hombre valiente. Que así tiene que
ser.
A
los pocos días el hermano le dice al Rey que el Chiquillo si ha
dejado decir que es capaz de trair el caballo de siete colores que
tiene la vieja bruja. Y lo llamó el Rey y le dice:
-¿Vos
ti has dejau decir que sos capaz de trair el caballo de siete colores
que tiene la vieja bruja?
Se
vido con la niña y le contó lo que le pasaba. Y la niña le dijo
que le pida al Rey que li haga hacer siete llaves máistras, y se
vaya. Así lu hizo el Chiquillo.
Llegó
a la casa de la vieja bruja y lu habló al loro y le dio vino y pan
dulce. Y ya le dijo el secreto di ande 'taba el caballo de siete
colores y que tenía que abrir cada puerta con una llave sin
equivocarse. Y le dijo:
-Subilo
despacio, no lo apurís, porque cada tranco es de una legua. Que vaya
al tranco, y lu hacís pasar el río en la balsa.
Y
el Chiquillo hizo todas las cosas con mucho cuidado. Y abrió las
siete puertas, y subió en el caballo y salió al tranco. Al poco
rato 'tuvo en la orilla del río y lo pasó al caballo en la balsa.
Áhi la esperó a la vieja bruja.
A
la madrugada el loro empezó a gritar y a decirle a la vieja bruja
que el Chiquillo le ha llevado el caballo de siete colores. Y salió
como loca, la bruja y plegó a la orilla, y le dice:
-¡Ay,
Chiquillo pícaro, que mi has hecho matar mis hijas, mi has robado
mis tres gorras di oro, mi has llevado la cordera de lanas di oro, la
colcha ele campanitas di oro y ahora me llevás el caballo de siete
colores! ¿Si volverís?
tal
vez que vuelva para llevarte a vos.
El
Chiquillo le llevó al Rey el caballo de siete colores y el Rey lo
recompensó con cinco cargas de plata.
Se
jue a ver a la niña y los dos se pusieron muy contentos de que el
Chiquillo pudo salvar la vida, otra vez.
Cuando
volvió, ya el hermano lo haba malquistado. Y li había dicho al Rey
que el Chiquillo se había dejado decir que era capaz de trair el
loro adivino de la vieja bruja.
Como
llegó ande 'taba el loro, le dio el pan dulce y el vino, y le dijo
que lo venía a llevar a él. Entonce le dijo el loro:
-Agora
te va a pillar la vieja bruja, pero no tengás miedo. Yo le tengo que
decir que estás. Te va amarrar en un palo y la va a dejar a la negra
sirvienta que tiene, que te mate. Y la negra se va a poner a hachar
leña. No tiene cuasi juerza. Y vos decile que te desate una mano
para ayudarle a hachar. Ella te va a desatar, y como el palo es
tuerto, vos hachalo y hacelo que salte pal lau 'e la negra, y así la
vas a matar. Te desatás y me llevás a mí.
Y
así pasó todo como le dijo el loro. Y el Chiquillo, cuando mató a
la negra, agarró al loro adivino y se disparó. La esperó a la
bruja del otro lado del río.
Cuando
volvió la vieja bruja para comer al Chiquillo, se dio cuenta lo que
había pasado y corrió al río. Y áhi le dijo al Chiquillo:
-¡Ay!
¡Chiquillo pícaro, mi has hecho matar mis hijas, mi has robado mis
gorras di oro, mi has llevado la cordera de lanas di oro, la colcha
de campanitas di oro, el caballo de siete colores, y ahora me llevás
el loro adivino! ¿Si volverís? Él le dice:
-Tal
vez que sí, tal vez que no,
tal
vez que vuelva para llevarte a vos.
Le
lleva el loro adivino al Rey, y el Rey como ya no halla qué darle,
le promete la mano de la Princesa. El Chiquillo loco de contento la
va a ver a la niña y le cuenta todo.
A
los pocos días lo vuelve a malquistar el hermano al Chiquillo, y le
dice que se ha dejado decir que es capaz de trair a la bruja.
El
Rey lo llama y le dice, que haiga dicho u no haiga dicho, tiene que
trair la vieja bruja en el plazo de seis días.
Se
va ande 'tá la niña y ella le dice que le pida al Rey que le haga
dos cajas grandes, que se abran con llave y se cierren de un golpe. Y
le dice que las tiene que llevar en un carro, y que él se pinte de
negro, como que las anda vendiendo, y que le diga que lo manda el
compadre. La vieja tenía un compadre negro que quería mucho.
Y
va y llega el Chiquillo con el carro y las dos cajas a la casa de la
vieja, bien pintado de negro.
-¡Güen
día, mama vieja! Aquí me manda su compadre pa que compre estas
cajas. Él ya compró dos. Y si no tiene plata se las puedo fiar.
Y
la llevó al Rey. A la bruja la quemaron con caja y todo y se libró
todo el mundo de esta bruja que era muy mala.
Y
el Rey hizo trair ocho potras y los hizo atar a los hermanos malos,
que los despedacen los potros.
Lázaro
Alvarado, 86 años. Vinchina. La Rioja, 1951.
Muy
buen narrador.
Cuento
934. Fuente: Berta Elena
Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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