Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de febrero de 2015

El chiquillo .934

Ésta que era una señora que tenía tres hijos.
El más grande pidió la bendición y se fue a rodar tierra, como ser hoy día, salió de mañana.
El del medio también pidió la bendición y se jue el mismo día después de doce.
El más chico, que le llamaban el Chiquillo, le pidió permiso a la madre. Ella no le quería dar porque era muy chico. Al fin le dio y salió al otro día, también a rodar tierra.
El chico iba prevenido de bastimentos pal viaje. Los otros no llevaban nada.
Los grandes no lo querían al chico, que, era el más güeno y le tenían envidia.
El chico ha llegado adonde 'tán los hermanos. En el momento que los alcanzó a los hermanos, le pegaron una zumba de palos al chico y lo han mandado que se vuelva a la casa. Y le han quitado todo lo que llevaba.
Se quedó el chico llorando. En la tarde siguió el camino. Al día siguiente los alcanzó otra vez. Y el hermano mayor le pegó un palo y lo dejó muerto.
Cuando volvió a ser el primitivo, columbró que unos animales que se llamaban caraguayes cortaban con los dientes unos bichitos y le ponían en la nariz. Claro, él se fijó con mucha atención por un bajo, y cuando echaron de ver que estaba vivo se retiraban. Él se levantó y siguió el camino tras de los hermanos.
Los alcanzó a los hermanos llegando a un palacio de una vieja bruja y lo dejaron que fuera con ellos. La bruja aquélla, cuando llegaron, tuvo un gran gusto porque ella se mantenía con carne humana.
Cuando llegaron, la bruja los acarició a los hermanos mayores. El más chico no quiso comer nada.
Y en la tarde, la bruja se jue a la cocina a conversar con la negra que tenía. Y el chiquillo les estaba oyendo todo lo que conversaba, y lo que decía la bruja:
-¡Ah, hija, qué pichón se vamos a comer! Ya 'tá todo arreglado para ponerles señas y matar a los tres.
Él se retiró oyendo todo.
La vieja bruja tenía tres hijas.
En la noche les hizo las camas para los tres con las tres niñas. A los jóvenes les puso gorras de papel y a las niñas gorras di oro.
Muy bien. El Chiquillo no dormía. En cuanto se durmieron les cambió las gorras. A las niñas les puso las de papel, y a los jóvenes las di oro.
Cuando la bruja vio que 'taban bien dormidos, se levantó y los mató, pero en lugar de matar los jóvenes, mató las hijas.
El Chiquillo era muy ardiloso. En el momento que sintió que la vieja 'taba durmiendo, recogió los gorros y se los metió al seno. Recordó los hermanos para tomar viaje y les dijo que la vieja bruja había muerto las hijas por matarlos a ellos.
La vieja bruja, esa noche, les había dicho cuál era el camino que tenían que tomar pa ir a la ciudá del Rey.
Estos tomaron por ese camino y jueron a dar a un río que tenían que pasar en balsa.
El Chiquillo, tenía con qué pagar y los otros no conocían ni medio. Allí pagó el Chiquillo por los tres y pasaron. Cuando acababan de pasar, oyeron la voz de la vieja bruja que los gritaba.
La vieja bruja tenía un loro adivino. Y el loro adivino ya si había enronquecido gritando a la vieja y diciendolé que el Chiquillo le había hecho matar las hijas y que ahora se disparaban. 'Taba redormida, pero al fin se recordó y salió disparando, a ver si los alcanzaba.
Y al llegar allí, a la orilla del río, los vio que habían pasado y gritó:
-¡Ah, pícaro Chiquillo! Mi hicistes matar mis hijas y me llevás mis tres gorras di oro. ¿Si volverís?

-Tal vez que sí, tal vez que no,
tal vez que vuelva también por vos.

Tomaron los tres el camino y se fueron a la ciudá del Rey. En el camino, el mayor lo tuvo por matar otra vez al Chiquillo, por las gorras di oro, y el del medio no lo dejó.
Y hallaron allá al Rey. Y los conchabó para que trabajen en la finca a los mayores, y al Chiquillo para que cuide gallinas, pavos y gansos, y cuantas aves tenía.
Un día, el Chiquillo, halló un pedazo de peine, porque no lo tenía. Se peinó bien, se lavó y se puso la gorra di oro, y se subió en un palo y se puso a cantar.
Lo vido la negra que la atendía a la Princesa, y va, le cuenta a la Princesa. Y le dice la Princesa:
-Andá, y dile al Chiquillo que me venda la gorra di oro.
Y que la negra le dijo al Chiquillo.
Y el Chiquillo le contestó:
-Andá y dile a tu señorita que la gorra no la vendo por ninguna plata, que la tengo para formar un compromiso.
Y se jue la negra y le avisó a la señorita, y le dice que lo llame a ver qué compromiso quería. Y entós le dijo el Chiquillo que él necesitaba de formar tarde o temprano un hogar, y que quería ser casado.
-¡Ah! -le dijo la Princesa, esto habrá que pensarlo. Pero si gustas, dejame la gorra.
El Chiquillo se la dejó. A los tres días formó otro argumento con la otra gorra. Y la negra lo vido que andaba con la gorra y le avisó a la señorita. Y la señorita la mandó que lo llame. Y el Chiquillo fue ande ella estaba. Y le dijo la señorita, qué es lo que quería con tanta gorra. Y el Chiquillo le dijo que lo que tenía pensado no lo escusaba.
-Bueno -le dijo la Princesa, estoy en veremos, pero en seguida te daré el contesto.
Muy bien. A los tres días después, hizo la misma cosa con la última gorra, que era la mejor. Y lo vido la negra y le dijo a la Princesa, y lo hizo llamar ella.
Bué... Llegó allá el Chiquillo.
-¿Me das la gorra? -le dice la Princesa.
-Se la doy si me da el contesto que lo tiene para pensar.
-Muy bien -le dijo la Princesa. Seré casada con voz y de hoy en el día, yo te salvaré en todo, porque vas a tener que pasar muchas penurias.
Los hermanos 'taban siempre envidiosos, y el hermano mayor, a los cinco días, va y le dice al Rey que el Chiquillo se había dejado decir que él era capaz de robarle la borrega de lana di oro de la vieja bruja. Lo llamó el Rey y le dijo:
-Vos, ¿que ti has dejado decir que sos capaz de robarle a la vieja bruja la borrega de lanas di oro?
-No lu hi dicho -dice el Chiquillo.
-Lu haigás dicho u no lu haigás dicho, vos me tráis la borrega de lana di oro, si no la tráis te corto la cabeza.
Salió el Chiquillo llorando y se jue ande 'taba la Princesa, y le contó lo que le pasaba.
Entós le dice:
-¡Cómo! ¿Un hombre tan lindo como vos llorando por tan poca cosa? Aprontate, y yo te daré un buen vino para el loro adivino, que tiene la vieja bruja. Hacelo amigo y dale vino pa que no te acuse.
Y la Princesa sacó un sombrero, y se lo pone en la cabeza, y le pregunta al Chiquillo si la vía, y le dijo él que no. Era un sombrero que hacía invisible. Y le dice:
-Cuando te pongás este sombrero, serás honesto, no andarás en nada fuera de tu trabajo, para que no pierda la virtú y no te vea la vieja bruja. Llevate esa piola para que le pongás a la borrega.
Salió de viaje y llegó a la casa de lia vieja bruja. Con el sombrero nadie lo vía. El loro, como era adivino, sabía que 'taba áhi. Y le ofreció vino. Y él le dice:
-Ya le voy a gritar a la vieja bruja que 'tás acá.
-Tomá vino y callate -le dice al loro.
Lo probó al vino el loro y le dice:
-¡Qué rico! ¡Dame más! ¡Dame el jarro lleno!
Lo halló tan rico que se acabó el jarro de vino el loro.
-¿Ande 'tá la borrega? -le pregunta el Chiquillo.
Y el loro le dijo ande 'taba y a la hora que tenía que sacarla para que la vieja no la vea.
-Ponele la piola a la cordera y tirá, que ella irá a la par tuya. Y siempre que vengás, le gritás a la vieja bruja después que estés al otro lado del río, porque ella no puede pasar el agua.
Y el Chiquillo la sacó a la cordera y disparó. Cuando ya había pasado el río en la balsa, llega la vieja bruja y le dice:
-¡Ah, Chiquillo pícaro!, me hicistes matar mis hijas, me llevastes mis tres gorras di oro y me llevás mi borrega lana di oro. ¿Si volverís?
Y él le dice:

-Tal vez que sí, tal vez que no,
tal vez que vuelva también por vos.

El Chiquillo se fue a la ciudá y entregó al Rey la cordera de lanas di oro. Y fue recompensado con dos cargas de plata. Y le dio para que esté, un cuarto con toda comodidá.
Y él pasó ande 'taba la Princesa. Y ella le dice:
-¿Has visto lo que es ser hombre? Ya te harís hombre a juerza de mí.
En seguida, como a los cinco días, lo volvió a malquistar el hermano. Le dijo al Rey que el Chiquillo si había dejado decir que era capaz de tráir la colcha de campanitas di oro que tenía la vieja bruja.
Y el Rey lo llamó, y le dijo que él si había dejado decir que era capaz de tráir la colcha campanitas di oro que tenía la vieja bruja, y que juera u no así, le cortaba la cabeza si no la tráiba. Y él no le dijo nada al Rey.
Consultó con la niña y se aprontó con todas las cosas necesarias para el loro adivino.
Y se jue. Pasó el río en la balsa, el sol dentró, y llegó en la noche a la casa de la vieja bruja. Le llevaba vino y pan dulce al loro. Y el loro le preguntó:
-¿Me trais vino?
-Vino y pan dulce -le dice. Vengo a llevar la colcha de campanitas di oro.
Y el loro le dice:
-Pero qué antojos tiene el Rey. Cómo haremos para sacar la colcha de campanitas di oro. Hay qui hacer un buen trabajito. Ponete el sombrero. Yo le voy a gritar a la vieja que aquí andás. Y áhi le ponés el pie cuando pase pa que se caiga y vos corrís a sacar la colcha, mientras ella busca por acá.
La vieja, tanto buscar por todos lados se cansó y se jue a la cama, y se durmió como muerta.
El Chiquillo puso la colcha en un pañuelo y disparó.
-Se vamos, se salimos -dijo, y se jue.
El loro se chupó y se durmió también. Y cuando vino el día comenzó a gritar:
-¡Vieja! ¡Vieja! El Chiquillo ti la llevau la colcha de campanitas di oro.
Se levantó como loca, la vieja, y tomó pal lau del río, y áhi le grita al Chiquillo:
-¡Ah!, ¡Chiquillo pícaro, mi has hecho matar mis hijas, mi has robau las tres gorras di oro, mi has llevau la cordera de lanas di oro y ahora me llevás la colcha de campanitas di oro! ¿Si volverís?
-Tal vez que sí, tal vez que no,
tal vez que vuelva para llevarte a vos.
Y el Chiquillo jue y le entregó al Rey la colcha campanitas di oro, y el Rey lo recompensó con dos cargas más de plata.
Y se jue, inmediatamente a ver a la Princesa y ella le dice que vea que cada vez se porta más como un hombre valiente. Que así tiene que ser.
A los pocos días el hermano le dice al Rey que el Chiquillo si ha dejado decir que es capaz de trair el caballo de siete colores que tiene la vieja bruja. Y lo llamó el Rey y le dice:
-¿Vos ti has dejau decir que sos capaz de trair el caballo de siete colores que tiene la vieja bruja?
-Yo no lu hi dicho porque el caballo de siete colores 'tá bajo siete llaves.
-Pensalo vos, y decime en seguida porque si no lo trais te corto la cabeza.
Se vido con la niña y le contó lo que le pasaba. Y la niña le dijo que le pida al Rey que li haga hacer siete llaves máistras, y se vaya. Así lu hizo el Chiquillo.
Llegó a la casa de la vieja bruja y lu habló al loro y le dio vino y pan dulce. Y ya le dijo el secreto di ande 'taba el caballo de siete colores y que tenía que abrir cada puerta con una llave sin equivocarse. Y le dijo:
-Subilo despacio, no lo apurís, porque cada tranco es de una legua. Que vaya al tranco, y lu hacís pasar el río en la balsa.
Y el Chiquillo hizo todas las cosas con mucho cuidado. Y abrió las siete puertas, y subió en el caballo y salió al tranco. Al poco rato 'tuvo en la orilla del río y lo pasó al caballo en la balsa. Áhi la esperó a la vieja bruja.
A la madrugada el loro empezó a gritar y a decirle a la vieja bruja que el Chiquillo le ha llevado el caballo de siete colores. Y salió como loca, la bruja y plegó a la orilla, y le dice:
-¡Ay, Chiquillo pícaro, que mi has hecho matar mis hijas, mi has robado mis tres gorras di oro, mi has llevado la cordera de lanas di oro, la colcha ele campanitas di oro y ahora me llevás el caballo de siete colores! ¿Si volverís?
Y él le dice:

-Tal vez que sí, tal vez que no,
tal vez que vuelva para llevarte a vos.

El Chiquillo le llevó al Rey el caballo de siete colores y el Rey lo recompensó con cinco cargas de plata.
Se jue a ver a la niña y los dos se pusieron muy contentos de que el Chiquillo pudo salvar la vida, otra vez.
Cuando volvió, ya el hermano lo haba malquistado. Y li había dicho al Rey que el Chiquillo se había dejado decir que era capaz de trair el loro adivino de la vieja bruja.
Y lo llamó el Rey y le dijo:
-Hombre, ¿qué ti hais dejau decir que sos capaz de trair el loro adivino de la vieja bruja?
-No, no lu hi dicho, pero si puedo lo traigo -le contestó.
El Chiquillo jue ande 'taba la niña, aprontó lo necesario, y agarró y se jue.
Como llegó ande 'taba el loro, le dio el pan dulce y el vino, y le dijo que lo venía a llevar a él. Entonce le dijo el loro:
-Agora te va a pillar la vieja bruja, pero no tengás miedo. Yo le tengo que decir que estás. Te va amarrar en un palo y la va a dejar a la negra sirvienta que tiene, que te mate. Y la negra se va a poner a hachar leña. No tiene cuasi juerza. Y vos decile que te desate una mano para ayudarle a hachar. Ella te va a desatar, y como el palo es tuerto, vos hachalo y hacelo que salte pal lau 'e la negra, y así la vas a matar. Te desatás y me llevás a mí.
Y así pasó todo como le dijo el loro. Y el Chiquillo, cuando mató a la negra, agarró al loro adivino y se disparó. La esperó a la bruja del otro lado del río.
Cuando volvió la vieja bruja para comer al Chiquillo, se dio cuenta lo que había pasado y corrió al río. Y áhi le dijo al Chiquillo:
-¡Ay! ¡Chiquillo pícaro, mi has hecho matar mis hijas, mi has robado mis gorras di oro, mi has llevado la cordera de lanas di oro, la colcha de campanitas di oro, el caballo de siete colores, y ahora me llevás el loro adivino! ¿Si volverís? Él le dice:

-Tal vez que sí, tal vez que no,
tal vez que vuelva para llevarte a vos.

Le lleva el loro adivino al Rey, y el Rey como ya no halla qué darle, le promete la mano de la Princesa. El Chiquillo loco de contento la va a ver a la niña y le cuenta todo.
A los pocos días lo vuelve a malquistar el hermano al Chiquillo, y le dice que se ha dejado decir que es capaz de trair a la bruja.
El Rey lo llama y le dice, que haiga dicho u no haiga dicho, tiene que trair la vieja bruja en el plazo de seis días.
Se va ande 'tá la niña y ella le dice que le pida al Rey que le haga dos cajas grandes, que se abran con llave y se cierren de un golpe. Y le dice que las tiene que llevar en un carro, y que él se pinte de negro, como que las anda vendiendo, y que le diga que lo manda el compadre. La vieja tenía un compadre negro que quería mucho.
Y va y llega el Chiquillo con el carro y las dos cajas a la casa de la vieja, bien pintado de negro.
-¡Güen día, mama vieja! Aquí me manda su compadre pa que compre estas cajas. Él ya compró dos. Y si no tiene plata se las puedo fiar.
La vieja se puso muy contenta de ver estas cajas tan lindas y tan grandes.
-¡Y puede caber una persona! -dice.
Y áhi se acomodó, y el Chiquillo le largó la tapa y la dejó encerrada, y la llevó.
Y la llevó al Rey. A la bruja la quemaron con caja y todo y se libró todo el mundo de esta bruja que era muy mala.
Y a los ocho días se casó el Chiquillo con la Princesa y el Rey lo coronó de Rey.
Y el Rey hizo trair ocho potras y los hizo atar a los hermanos malos, que los despedacen los potros.
Y ahí quedó el Chiquillo y la Princesa contentos y ricos por donde los busquen.

Lázaro Alvarado, 86 años. Vinchina. La Rioja, 1951.

Muy buen narrador.

Cuento 934. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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