Había
una vieja y un viejo que tenían tres hijos.
Y
que le dice el padre:
Le
pidió la bendición a los padres y se jue. Los alcanzó y áhi no
más, le pegan una soba y al último uno de los hermanos le dice al
otro:
Entonce
se iban yendo. En lo que iban encuentran tres caminos. Que se pararon
y no sabían qué camino seguir. Entonce que dice el Chiquillo:
Entonce
que siguieron por el camino éste, y encuentran un trabajo muy
grande. Una loma la 'taban cortando. Pero áhi no había
trabajadores. Entonce que dice el mayor:
Entonce
que dice el Comegente:
-Ahora
'toy bien, tengo piones muy guapos. Vení, Chiquillo, andate pa las
casas, llevale este papel a mi señora pa que tenga de comer pa los
piones.
Entonce
subió el chiquillo en la mula y se jue. La mula s'iba sola, derecho
a las casas. Y le dice a la señora:
-Dice
el señor que cocine mucho pa los piones nuevos, pero que no cocine
carne 'i gente sino carne 'i vaca.
Él
salió en la mula y los otros iban por atrás. Y en lo que iban por
el camino le dice el Chiquillo al del medio:
-Ve,
ahora a la tarde ya no va querer que trabajen y les va a decir que
son muy guapos y que esta noche los va a hacer dormir con tres hijas
que tiene. Se vamos a acostar con las hijas, pero no se vayan a
dormir. Los quieren matar. Las hijas tienen una navaja en el pecho y
los van a matar. No se vayan a dormir.
Cuando
llegaron a la casa les ofrecieron comida. Los hermanos mayores
comieron pero el chico no quiso comer. Se jue abajo de una ramada,
agarró un palo y comenzó a pichaniar algarroba pa comer y les dijo
que él no sabía comer.
-'Tá
muy caluroso, se vamos a dormir. Son ustedes muy guapos. No van a
trabajar esta tarde. Y esta noche van a ir a dormir con tres hijas
que tengo.
El
mayor ya no vía las horas que pudieran ir a dormir, pero el del
medio ya comenzó a entrar en el aro.
Llegó
la hora de acostarse a la noche. Se jueron a dormir los tres. El
Chiquillo no quiso dormir, se quedó dandosé güeltas y tosiendo
hasta que los dominó el sueño a las niñas, y áhi les metió la
mano con cuidadito en el pecho y les sacó la navaja, y con esa
navaja las mató a las tres. Y áhi los despertó a los hermanos y
les dijo que él se iba, que había matado a las tres niñas, y qué
lo siguieran si querían. Y entonce, los que las vieron muertas
tuvieron que salir y salieron corriendo por atrás del Chiquillo.
Caminaron
hasta la orilla de la mar y se embarcaron, y junto con lo que se
embarcaron llegó el Comegente y les dijo:
Y
áhi vivían trabajando hasta un tiempo. Que se portaban muy bien y
el Rey había teníu tres hijas y comenzaron a noviar con las hijas.
Los
hermanos mayores no lo querían al menor; sobre todo el mayor no lo
quería. Entonce, un día, el mayor, lo denunció al menor y le dijo
al Rey:
-Mi
hermano menor si ha dejau decir que es capaz de robar la colcha de
campanillas de oro que tiene el Comegente.
-Que
vos ti has dejado decir que sos capaz de trair la colcha de
campanillas de oro que me robó el Comegente.
-Bueno,
has dicho o nu has dicho, pena la vida si no me lo trais. Ahora -que
le dice el Rey- pedí lo que necesités y decí el tiempo cuando vas
a dir.
Entonce
se embarcó y pasó al pueblo del Comegente. Que el Comegente tenía
un loro adivino, y que dice el chico:
-¿Qué
puedo comprarle al loro adivino para hacerle callar? Le voy a comprar
pasas de uva para que no me denuncie. Y me vo y a ir despacito,
apenas tizne la oración pa entrar a la casa.
Y
compró las pasas y se jue. Comenzó a entrar con cuidadito hasta
ande 'taba el loro. El loro 'taba en una galería. Y que lo sintió
el loro y que le dice:
-Ah,
chico valiente, ya sé a qué venís. Venís a buscar la colcha, la
colcha 'i campanillas di oro que mi amo le robó al Rey. Ahora li
aviso.
-No
le digás nada. Ti hi traido una cosa muy rica para vos -y le dio una
pasa.
-Mirá,
en aquel bául 'tá la colcha campanillas di oro. Sacá la colcha
despacito y con olgodón liá las campanillas. Mi amo va a decir:
¿Quién anda? Y le vas a decir: el gato. Y vos te metís abajo 'el
catre y di áhi mirás.
Y
así pasó como había dicho el loro. Y al rato se volvió a dormir
el Comegente y el Chiquillo tiró la colcha hasta que la sacó. En
eso que la sacó tomó corriendo y se mandó a mudar. Se levantó el
Comegente y levantó la tapa del bául y ya no sonaron las
campanillas. Y que le dice al loro:
Y
salió en la mula, el Comegente, y llegó a la orilla del mar. Él
que se embarcó, llega el Comegente y que le dice:
-¡Ah,
chico valiente! Mi has muerto mis tres hijas y mi has robado la
colcha 'i campanillas di oro. ¿Cuándo volverís?
Ya
lo que el mayor vido esto, que más rabia le tenía al shulca. Y que
jue y le dijo al Rey que el hermano menor si había dejau decir que
si lo mandaba a trair el loro adivino que se lo iba a trair.
Entonce
que el Rey lo vuelve a hacer llamar al menor y que le dice:
-Bueno,
digás o no digás, lo tenís que trair; tenís plazo di una semana.
Pena de la vida lo tenís que trair.
Entonce
que él le dice a la novia que 'tá mal con ese trabajo que li ha
dado el Rey. Y entonces le dice:
-Te
voy a dejar una esperanza. Cuando este naranjo esté verde, es que me
va bien. Cuando el naranjo brote y redame todas las hojas, quede
pelau, es que me va mal. Y cuando comience a brotar a azariar, es
porque 'toy bien otra vez.
-Porque
como el loro es adivino y sabe que lo voy a trair a él, me ha de
denunciar al Comegente y el Comegente ya va 'star pronto para
pillarme.
Ya
llegó y no esperó que cierre la oración porque ya sabía lo que le
iba a pasar. Y así pasó. El loro li avisó todo al Comegente y le
dice:
Entonce
él que se estiró para agarrar el loro y el Comegente lo pilló de
los puños.
Y
entonce que el Comegente no sabía adónde ponerlo hasta que
amaneciese ese día. Que habla determinau comerlo con un amigo. Y que
entonce al frente de la casa había hecho un aujero y áhi lu había
enterrau con manos y todo. Sólo le quedaba ajuera la cabeza.
-Vos
calentá l'agua en la paila grande. Yo voy a ir a buscar a mi
compadre. Que l'agua esté hirviendo con todos los mistos cuando yo
vuelva. Lo vamos a carniar con mi compadre y lo vamos a comer.
Y
mientras tanto el naranjo amaneció pelau, las hojas en el suelo. Y
entonce la niña se puso a llorar.
La
señora del Comegente preparó todo. Pero, en eso no podía hachar un
palo de leña, y le dice el Chiquillo:
-Pero,
señora, usté no puede hachar leña, ¿por qué no me saca aunque
sea una mano para que yo le hache la leña?
Ella
le dehenterró las manos y él le hachó la leña. Y le trajo más
leña y en eso que hachaba le pegó con l'acha a ella y la mató.
Él
salió del aujero. Entonce l'agarró a la vieja y l'echó a la paila.
Y lu agarró al loro y lo llevó. Y entonce comenzó a correr hasta
que llegó al mar. Y se dejó estar esperando al Comegente.
El
Comegente llegó a las doce a la casa y en la puerta li había dejau
el Chiquillo los pechos de la mujer en unas estacas. Entonce vio lo
que li había hecho, y le dice al compadre:
-¡Ah,
chico valiente! Me has muerto mis tres hijas, mi has llevado la
colcha 'i campanillas di oro, me robás el loro adivino y mi has
muerto mi vieja. ¿Cuándo volverís?
-Mi
hermano mayor ha dicho que si carga un horno y lu echan adentro, si
lindo y joven es, más lindo y joven va a salir.
-Ti
has dejado decir que si cargan el horno y te echan al horno caliente
vas a salir más lindo y joven de lo que sos. Pena de la vida si no
lu hacís.
Y
el hermano mayor decía que él nu había dicho nada y se
desesperaba, pero el Rey ordenó que se cumpliera nomás. Prendieron
el horno y lu echaron al horno y lo sacaron carbón.
Entonce
recién se casó el hermano menor con la hija menor del Rey. Y
hicieron una gran fiesta y todavía están bailando. Yo también hi
andau y hasta el saco y el sombrero hi perdíu machau, áhi.
Oriundo
de la región. Buen narrador.
Cuento
930. Fuente: Berta Elena
Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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