Que
había do señore que tenía un solo hijo. El hijo se llamaba
Antoñito. Este hijo tenía mucha juerza, como diez hombre junto.
Antoñito
le dijo al padre que le mande hacer una espada muy grande y una
cadena. El padre gastó y le encargó a la do cosa.
Entonce,
lo que le había hecho la espada y la cadena le avisó cuando tenía
que vení a levantala. Le dijo que la levantara en un carro, que ni
diez hombre no podía levantá eso. Él estaba mirando. Entonce pa
mostrale a lo que no pudieron, levantó él solo. De ahí se vino a
la casa y le dijo a lo padre que él iba a salir a rodá mundo. Lo
padre no quería, se pusieron a llorar. Y él le obligó que le diera
permiso, que le pusiera la bendición, que él quería salir. Entonce
le dio lo padre, y salió y se jue.
Salió
y jue lejo. Seguía por un monte, y se encontró con un hombre que
'taba arando con leone. Le dijo si él quería acompañale hasta
donde él seguía. Entonce el hombre le dijo que él no ía a dejar
el trabajo por ir con él.
Entonce
él, Antoñito, le dijo que a güena o a mala ía a ir con él.
Levantó la espada y le dio vuelta con arado y leone. Y se levantó
el hombre desfavorido y le dijo que bueno, que le acompañaba. Y le
acompañó, se jue de compañero con él.
'Espué,
en otro camino, se encontró con otro hombre que 'taba arando con
tigre. Y le dijo lo mismo que le dijo el primero. Y él le hizo lo
mismo con la espada. Entonce le acompañó ese otro.
Se
jueron a un cerro. Entonce, ese cerro, él tenía que partir para ir
a Siete Siglos. Era una ciudá que 'taba tre princesa encantada, que
le había llevado un gigante.
Cuando
llegó a ese cerro, él tenía que trabajá para matá animale y hacé
con ese cuero una soga bien larga. Primeramente le dijo al que araba
con leone, que se ocupe para hacer la comida para ello. Él se ía
con uno y dejaba el otro.
Entonce
el negro agarraba la olla de la comida y se perdía. Volvía a entrar
al cerro. Y ello quedó sin comida.
Y
entonce él quedó y se jueron lo otro. Y él hizo la comida. Y
cuando ya 'taba la olla llena de comida salió el negro del cerro y
le dijo lo mismo:
Y
entonce dijo Antoñito:
Cuando
agarró la olla y la adentro, él le agarra la espada y le da, y le
abre la cabeza y le saca una oreja.
Vienen
lo compañero y encuentran comida y le dice que lo corrió al negro,
que lo ía a buscar adentro. Y ya tenía el lazo.
Bajó.
Llegó en la casa de la Princesa. Y salieron ella. Y le dijo qué
andaba haciendo, que venía el gigante y lo ía a fundí. Entonce le
dijo que le escondiera no más.
Entonce
llegó el gigante. Llegó enojado. Decía que había olor a carne
humana. La Princesa menor, ésa lo agüenó. Y entonce ella le dijo,
si peleaba, que sí le podía vencé. Y él dijo que no porque la
vida de él no la tenía en el cuerpo. Y entonce le conversó mucho
la Princesa hasta que él dijo el secreto. Entonce él dijo que la
vida de él estaba en un árbol, que adentro del árbol estaba un
chancho, que adentro del chancho estaba una palomita, que adentro de
la palomita estaba un güevo y que ahí 'taba su vida.
Antoñito
oyó todo, que estaba escondío ahí y no le podía pelear al gigante
porque no le podía matar así. Y se jue a buscar el árbol.
Encontró
el árbol y voltió el árbol. Y salió el chancho. Era un chancho
muy malo. Le peleó al chancho. Y le mató al chancho, y salió la
paloma.
Cuando
él voltió el árbol, el gigante se enfermó. Cuando mató al
chancho, se puso grave. Y le decía a la Princesa que lo había
traicionado, que ía a morí por ella.
Entonce
salió la paloma, y con mucho trabajo la mató. Le sacó el güevo y
lo rompió. Ahí sacó la vida del gigante, que era una vela, le
apagó, y con eso se murió. La vela 'taba ahí ande 'taba el
gigante.
Entonce
él le trajo a la tre Princesa para hacerle salir. Ató a la mayor y
tiró la cuerda. Salió. Ató a la del medio. Le sacó. La menor, que
era la má linda, que esa le quería Antoñito, ella le dio un
pañuelito y un anillo de virtú. Ella sabía que no le ían a sacá
a él, lo otro compañero. Cuando él quisiera salir tenía que
decir:
Entonce
ató a la menor y le sacó. Ya no volvió la cuerda. Lo compañero le
dejó adentro. Entonce él se equivocó y dijo:
Llegó
a la casa del Rey de todo lo pájaro. Entonce le contó lo que le
había pasado a él. Entonce le dijo que había desencantado a la
Princesa y tenía que ir al palacio del Rey, del padre de ella. El
Rey de lo pájaro le dijo que no sabía, pero que lo soldado de él
había de sabé.
El
Rey de lo pájaro llamó a todo lo pájaro. A todo lo que llegaba le
preguntaba, pero no sabía. 'Espué él reparó la fila de la águila
y faltaba una. Entonce ella llegó y dijo que ella se tardó en venir
porque en ese palacio 'taba entretenida en el casamiento de la
Princesa que habían desencantado.
Entonce
el Rey de lo pájaro le dijo que güeno, que tenía que llevar a ese
señor a ese lugar.
Tenía
que pasar la mar; Antoñito tenía que ir sobre el águila. Cada vez
que el águila pedía carne tenía que dar, si no comía carne no
podía volar.
Güeno,
se jueron. Cada vez que pedía carne el águila, él le daba. 'Espué
se terminó la carne. Y ya ía mal el águila por fundirse. Y ahí le
pensó. Se sacó un pedazo de carne de la nalga. Le dio al águila. Y
voló con fuerza nuevamente. Cada que le pedía, le tenía que dar. Y
el negro, por todo lado donde andaba le pedía la oreja. Él tenía
la oreja del negro en el bolsillo. Él le decía que no era tiempo.
Volvió
a tener otra vez hambre el águila. Se volvió a sacar otro pedazo de
las nalgas, del otro lado. Con ese pedazo fue suficiente. Llegó a
tiempo ya. Cuando se baja Antoñito del águila le preguntó qué le
pasó. Y él le contesta que cuando no tenía más mantención para
ella, él se sacó un pedazo de las nalgas de él. Entonce lanzó los
pedazos de las nalgas de él y le pegó por él nuevamente. Y él
quedó sano. Y le dejó que le sacara una pluma del ala de ella,
porque él tenía que pasar un peligro antes de llegar al palacio.
Cuando necesitara tenía que decir:
'Espué,
el negro ése era el diablo. Le dijo que si él quería la oreja que
le presentara un buen caballo, bien aprendado y un traje de Príncipe.
La
Princesa menor, que salió último, quedó muda, de sentimiento, que
no era ese hombre que le salvó a ella. Ella le dijo al padre,
que mientra no saliera el hombre que la salvó a ella, ella no se
casaba. Y se quedó muda.
Bueno,
'espué le apareció el caballo aprendado, y al caballo siempre le
faltaba una oreja, porque era el mismo diablo que se hacía caballo.
Entonce
Antoñito pasó por enfrente del palacio de la Princesa y se fue en
un almacén que 'taba cerca del palacio. La sirvienta de la Princesa
salía en ese momento del almacén y se encontró con ese hombre tan
hermoso y tan elegante que ella nunca vio. Y va y le dice a la
Princesa eso. Entonce ella de alegre, que se daba cuenta que era él,
le dijo que fuera a verle, que le trajiera. Y entonce la sirvienta le
trajo al joven. Y la Princesa le reconoció. Entonce le dijo al padre
que con ése sí ía a casar, y que él tenía la prueba de ese
anillo y ese pañuelito que ella le había dejado. Entonce se casó
con ella.
Y
el negro siempre pidiendo la oreja. Entonce para darle la oreja al
negro, se jue en el campo, y la puso en la punta de una tacuara
larguísima, cosa que el negro la alcanzara cuando se cayera al
suelo.
Silveria
Pérez, 42 años. Paso de los Libres. Corrientes, 1952.
Mujer
del pueblo. Bilingüe guaraní-español. Buena narradora.
Cuento 853. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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