Dice
que el diablo nunca entra por una herrería. Dice que suele dispará
de la herrería por el caso que le pasó una vé.
Dice
que el diablo andaba por conquistá l'alma de una mujer que vivía en
una herrería. Una linda guaina era. Él en forma de un lindo hombre,
bien vestido y que parecía rico, visitaba, po, a la guaina esa. Y ya
tenía mucha confianza en la casa. Pero sucedió que llegó San
Crispín en esa herrería para hacé arreglá una crú de fierro.
Cuando vio la crú, el diablo, no sabía por dónde esconderse. La
mujer entonce le hizo seña que había una bolsa. Entonce San Crispín
dijo que iba a volvé despué, y que se iba a llevá no má la crú.
Entonce le pidió a la guaina que le preste esa bolsa que 'taba áhi,
para envolvé la crú, que era muy pesada. La guaina no le pudo
negar. Entonce San Crispín sacó la bolsa que tenía el diablo, y
entonce dice:
Alzó
la bolsa y la puso por el yunque y con el martillo la empezó a
sacudí. El diablo no podía dispará porque San Crispín la tenía
agarrada por la boca. Y dice que le pegó tanto martillazo que lo
dejó molido al diablo. Y dice que la tiró a un rincón, y dice:
Y
así se salvó la guaina por San Crispín. Y desde entonce el diablo
tiene miedo de entrá a la herrería. Y cuando ve una herrería sale
huyendo de miedo que le sacuda con el martillo otra vé.
Juan
Sanabria, 68 años. Mercedes. Corrientes, 1959.
El
narrador aprendió el cuento de la abuela, que sabía muchos cuentos
antiguos.
Cuento
945. Fuente: Berta Elena
Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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