Éste
que era un hombre muy rico en oro, plata y piegras preciosas, pero
muy avariento y mezquino. Tuitas las noches bajaba pal sótano a ver
el tesoro. Lo acariciaba y se lamentaba lo que tenía tan poco. Un
día, lo que nunca, dio un pedazo de pan a un mendigo. En la noche
cuando bajó pal sótano a ver el tesoro se quedó dormido y soñó
que el Señor se le aparecía y le dijo que como había hecho caridá,
lo quiera premiar y que le pida lo que quiera. Entó el avariento le
dijo que quería que le tranforme en oro tuito lo que toque. El Señor
le dijo que güeno y se desapareció. Pa'star seguro que era cierto,
el hombre tocó una piegra y ésta se volvió oro. Asustau, corrió a
tomar un trago di agua, pero no bien tocó el vaso las dos cosas se
volvieron oro. Quería comer y no podía porque no bien tocaba las
cosas se volvían di oro.
Se
puso a llorar de pena, y su hija, que era muy linda y güena, sin
saber qué le pasaba a su pagre se acercó y lo acarició pa
consolarlo, pero no bien él la tocó a la niña, se volvió toda de
oro. El hombre desesperau, le imploró de rodilla al Señor que lo
perdone y le pidió por favor que le quitara el poder porque él
quería comer y tener otra vez a su hija.
El
Señor, porque este hombre se había arrepentido lo perdonó. Hizo
vivir a la niña, y el avariento no volvió a querer más oro ni
riquezas.
Zapato
roto,
pa
que usté me cuente otro.
Pedro
Guerrero, 68 años. El Vallecito. Chilecito. La Rioja, 1950.
El
narrador es oriundo de la región. Tiene cierta cultura y es un buen
narrador.
Cuento
84. Fuente: Berta Elena
Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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