Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de febrero de 2015

Blanca flor .880

Éste era un joven que salió en busca de trabajo, y llegó a la casa de un señor. Que le dice:
-Buenas tardes, señor.
-Buenas tardes, amigo -que le dice el señor.
-¿No sabe quién ocupará algún pión?
Y que dice el señor:
-Sí, yo -que dice. Váyase y desensille, y pase para acá.
Se bajó éste, desensilló y pasó para adentro, ande 'taba el señor.
En lo que 'tán conversando, que le dice el joven:
-Digamé, señor, ¿para qué será el trabajo?
Que le dice el señor:
-Mañana se va a ir a ese cuadro que tengo ahí, y va a agarrar el arado. Lo va a atar con animales y me va sembrar maíz. Y para pasado mañana me va a tener choclos tiernos.
-¿Y cómo voy a poder hacer eso?
-¡Ah, amigo, acá tiene que cumplir o sinó le va a ir muy mal!
Que ésta era la casa de unos diablos, ande había caído.
Bueno, el joven quedó muy triste. No hallaba qué hacer, él. Al otro día se va al cuadro, a sembrar el maíz. Y va y da una vuelta con el arado, y se sienta muy triste. Se va, se sienta y se pone a llorar. En lo que 'taba áhi, llorando, que llega una niña, hija del patrón, y que le dice al joven:
-¿Porque llora, joven?
Y que le contesta el joven:
-Y cómo no voy a llorar, si su papá me ha ordenado que siembre maíz y que mañana tengo que darle choclos tiernos. ¡Cuándo le voy a dar choclos tiernos para mañana si el maíz no se va hinchar, ni el grano, siquiera!
Y que dice la niña:
-Mire -que le dice, no se le dé cuidado. Are no más y siembre que para mañana va a tener choclos tiernos. Y cuando vaya mi padre, le va a decir:
-¡Ah, no sé porque me parece que Blanca Flor anda por acá!
Y usté le contesta: Blanca Flor no me mira a mí ni yo la miro a Blanca Flor. A Blanca Flor la lleva el diablo y Blanca Flor no me lleva a mí.
Bueno. Al otro día vino el patrón, y que le dice:
-Y, amigo, ¿ya tiene los choclos tiernos?
-Sí, señor -que le dice el joven.
Entonce que le dice:
-¡Ah!, no sé porque me parece que Blanca Flor anda por acá.
Le contestó el joven, entonce:
-Blanca Flor no me mira a mí, ni yo la miro a Blanca Flor. A Blanca Flor se la lleva el diablo y Blanca Flor no me lleva a mí.
Bueno. Pegó la güelta el patrón y se fue.
Al otro día que le dice el patrón al joven:
-Ahora me va a ir a sembrar sandías y melones, y mañana me va a tener sandías y melones maduros.
El joven agarró el arado y se fue al cerco, ése, a sembrar; dio una güelta con el arado y se sentó a llorar. En seguida llegó Blanca Flor y le dice:
-¿Porque llora, joven?
Y que él que le dice:
-Cómo no voy a llorar, si me ha mandado el patrón a sembrar sandías y melones, que le tengo que dar para mañana sandías y melones maduros.
-No se le dé cuidau -que le dice, que mañana va a tener sandías y melones maduros. Cuando venga mi padre y vea que ha cumplido, le va a decir:
-¡Ah!, ¡no sé porque me parece que Blanca Flor anda por acá!
Y usté le contesta:
-Blanca Flor no me mira a mí ni yo la miro a Blanca Flor. A Blanca Flor se la lleva el diablo y Blanca Flor no me lleva a mí.
Al otro día viene el patrón y ya estuvo el joven con melones y sandías maduras. Y que el patrón dice:
-¡Ah!, ¡no sé porque me parece que Blanca Flor anda por acá!
Y que el joven le contesta:
-Blanca Flor no me mira a mí ni yo la miro a Blanca Flor. A Blanca Flor la lleva el diablo y Blanca Flor no me lleva a mí.
Bueno. Así que se fueron a las casas el patrón y el pión. Esa noche agarró y lo hizo dormir en una pieza sola que tenía. Y agarró y fechó llave, lo encerró mejor dicho. Entonce, Blanca Flor, esa noche viendo que el padre se había dormido, y que la madre también, se fue y le robó las llaves. Fue y sacó al joven y que le dice:
-Mire, joven, vamos porque mi padre lo ha encerrado aquí con el fin de matarlo.
Y entonce, Blanca Flor esputó en la pieza donde dormía ella; echó tres escupidas. Y agarró y desgarronaron una chancha muy ligera que tenía la madre, y le robaron un caballo de siete colores que también era de la madre, y se fueron, que el caballo era ligero, pero no tan ligero como la chancha. En seguida no más que se despierta la vieja, y que le habla al viejo, y le dice:
-¡Viejo!, ¡viejo!
-¿Qué querés, vieja? -que le dice.
-No sé porque me parece que Blanca Flor se los va. ¡Hablale, viejo!
Que dice el viejo:
-¡Blanca Flor!
-¿Señor? -que le contesta una escupida.
Se quedaron dormidos los viejos, y al rato no más que dice la vieja:
-¡Viejo!, ¡viejo! No sé porque me parece que se los va Blanca Flor.
-¡Pero, dejá de molestar, vieja! -que le dice. ¡Dejame dormir!
-¡Hablale, viejo! -que le dice.
-¡Blanca Flor! -la llama el viejo.
-¿Señor? -le contestó la segunda escupida, medio débil, ya.
-¿Ves? -que dice el viejo. 'Tá medio dormida. De gusto 'tás molestando. ¡Dejá dormir tranquilo!
En seguida, no más, otra vez la vieja le dice al viejo:
-¡Viejo!, ¡viejo! No sé porque me parece que Blanca Flor se los va. Hablala viejo.
-¡Blanca Flor! -dice el viejo.
-¿Señor? -contesta muy débil, que agata se le oía, la última escupida que ya 'taba seca.
-¡Pero, dejá de molestar, vieja! -que le dice el viejo, no viste que 'tá dormida. No me vas a dejar dormir ni a mí ni a ella.
En seguida, no más, que vuelve a decir la vieja:
-¡Viejo!, ¡viejo! No sé porque me parece que Blanca Flor se los va. Hablala viejo.
-¡Blanca Flor! -que le dice el viejo.
Y ya no contestó nada, Blanca Flor. Y que le dice la vieja:
-¿Has visto, viejo? Blanca Flor se los ha ido. Levantate, viejo, andá vela.
Y ya se levanta el viejo y va a verla.
-Nu está -que le dice.
-¿Has visto, viejo zonzo? ¿No te dije que Blanca Flor se los iba? Andá ve el Pichón -que el Pichón le decía al joven. ¿A qué nu está el Pichón?
Se fue a verlo y no lo encontró.
-Nu está -que dice.
-¿Has visto? La chinita se ha ido con el muchacho. Agarrate un caballo y andá buscarlos.
Al momento se encabalgó el viejo y salió en busca de éstos.
En lo que van por áhi, que le dice Blanca Flor al joven:
-¿Sabe una cosa, joven?
-¿Qué? -que le dice.
-Que los han descubierto y mi padre viene en busca de nosotros. Pero, no se le dé cuidau -que le dice.
Entonce agarró Blanca Flor al caballo y lo hizo convertir en iglesia. Ella se hizo una flor y al joven lo hizo hacer un picaflor.
Ya llegó el viejito y vio l'iglesia que nunca había visto; vio la flor que nunca había visto y vio el picaflor qu'estaba picando la flor. Y pasó no más. Y fue lejo, fue lejísimo; se cansó y no descubrió nada, y se volvió. Cuando volvió, volvió a ver todo lo mismo y pasó. Y que ya llegó a la casa y que le dice a la vieja:
-¿Cómo te ha ido, viejo?
-Mal -que le dice-, porque no los hi podíu encontrar; juí muy lejo, lejísimo, m'hi cansau, y m'hi vuelto sin noticias. Y que le dice la vieja:
-¿Y qu'es lo que hais visto por áhi?
-Y lo qu'hi visto, es lo que nunca había visto: una iglesia, una flor y un picaflor que picaba la flor. Es lo único qu'hi visto.
Y que dice la vieja:
-¿No vis, viejo zonzo, que l'iglesia es el caballo, la flor es la chinita y el picaflor el muchacho? ¿Porque no ti allegastes y cortastes la flor, siquiera?
Y que le dice:
-Andá otra vez. Si 'stá todavía la iglesia y la flor, cortate la flor y traela.
El viejo siguió viaje, otra vez, en busca d'ellos. Pero Blanca Flor ya había hecho desaparecer todo y había seguido viaje otra vez. Ya el viejo llega al punto donde había encontrado la iglesia y no encontró nada. Y pasó, no más, él.
Ya cuando los iba alcanzando, que Blanca Flor le dice al joven:
-Joven, ¿sabe una cosa?
-¿Qué? -que le dice.
-Que viene mi padre alcanzandolós. Pero no le dé cuidau -que le dice.
Entonce agarró, y al caballo lo hizo convertir en una osamenta y ellos dos se convirtieron en dos pájaros, que 'taban arriba de l'osamenta ¿ve?
Y ya llegó el viejo y vio l'osamenta y los dos pájaros, y pasó no más. Y fue lejo, lejazo. Y se cansó y se volvió. Se vino a las casas otra vez. Y cuando llegó que le dice la vieja:
-¿Cómo te ha ido, viejo?
-Mal -que le dice-, porque nu hi podido encontrar a nadie.
-Y ¿qué has visto?
-Nu hi visto más di una osamenta y dos pájaros, dos caranchos qu'estaban comiendo.
-Pero, ¡viejo zonzo! Esa osamenta era el caballo, y los dos pájaros Blanca Flor y el joven. Porque no ti allegastes y le cortastes siquiera un pedazo de carne del caballo para que no pudieran seguir.
Y que dice:
-Ahora me voy yo -y que siguió viaje la vieja.
Como le habían desgarronau la chancha, que era más ligera que el viento y le habían llevado el caballo de siete colores qu'era ligero como el viento, ella se jabonó los talones y empezó a correr tan ligero como si juera la chancha. Y  y corrió y ya los iba alcanzando. Y entonce le dice la niña al joven:
-Joven, ahora viene mi madre, y ya los viene alcanzando. Es muy difícil que podamos escaparlos d'ella, pero no se le dé cuidau.
Lo hace convertir al caballo en una laguna muy honda y ella y el joven se hacen patitos que andan nadando en la laguna. Y que llegó la vieja y los encontró.
-¡Ah, pícaros! -que les dice-. ¡Aquí los quería pillar yo!
Bueno. Y se allegó a la orilla de la laguna. Le tiraba un agarrón a la patita y se zambullía; le tiraba un agarrón al patito, y se zambullía. Y no podía dentrarse en la laguna porque era muy honda. Y áhi 'tuvo la vieja hasta que no podía más de cansada, y ya cuando no pudo más que se volvió y que le dice a Blanca Flor:
-¡Andá, no más, ingrata, que el que te lleva te ha de olvidar!
Volvió a las casas y que le dice al viejo:
-Y ¿cómo te ha ido, vieja?
-Mi ha ido mal -que le dice- porque no los hi podido agarrar, pero los hi encontrau.
Blanca Flor y el joven se volvieron a convertir en lo qu'eran y siguieron viaje, otra vez. Llegaron a un punto muy lindo, y áhi, Blanca Flor, hizo hacer un palacio muy lindo para vivir ellos. Bueno. Hicieron el palacio y se pusieron de novios. Entonce él le dice a Blanca Flor que él s'iba a ir a visitar los padres d'él y a avisarle qu'él s'iba a casar. La niña le dijo que bueno, que juera. Le dijo que juera, pero con la condición de que cuando juera a la casa de los padres, no se dejara abrazar con nadie, cualquiera que juera, porque s'iba a olvidar d'ella. El joven acetó el pedido y se fue. Blanca Flor quedó en el palacio.
Llegó el joven a la casa de los padres. Los padres, en cuanto lo vieron salieron a recibirlo y a abrazarlo, pero él no se dejó abrazar. Todos lo querían abrazar pero él no quería que nadie lo abrazara. Y que le dice la madre:
-Que has venido tan orgulloso que no te dejás abrazar con nadie.
Y él le dice que no podía porque había hecho una promesa.
Y este joven había sabido tener un choquito muy regalón, un cuzquito. Y en lo qu'estaba áhi, viene el cuzquito di atrás y lo abraza. Y áhi no más se olvidó de la niña, y ya todos lo abrazaron y él no dijo nada.
Ya se quedó el joven en la casa de la madre y ni pensaba en volver. Bué. Al tiempo se puso de novio. Y ya hicieron la boda. Y ese día vino mucha gente hasta de lejo.
Blanca Flor vino a saber lo que pasaba que este joven se había olvidado d'ella y se estaba por casarse. Y el día del casamiento se viene Blanca Flor al palacio. En lo que 'stán áhi, en medio de un gran público de gente, que dice Blanca Flor, que ya 'stán tantos reunidos que sería bueno que alguno contara un cuento, un caso, o echara alguna adivinanza para distraerse. Todo el público contestó que todos estaban de acuerdo. Entonce todos dijieron una relación, o contaron un cuento, y Blanca Flor quedó para el último. Cuando ya terminaron todos, y dijieron algo, ella dijo que le tocaba a ella. Entonce saca dos pañuelos y los tira sobre la mesa. Los dos pañuelos se convirtieron uno en un gaíto y el otro en una gaínita. Ella saca también una variíta y le pega al gaíto, y le dice:
-¿Ti acordás, gaíto -que le dice- que vos juistes a mi casa en busca de trabajo, que mi padre te dio trabajo y te mandó a sembrar máiz, y que al otro día le tenías que dar choclos tiernos, y que yo te saquí di apuro?
-No mi acuerdo -que le dice el gaíto.
Toda la gente que miraba y oservaba esto. Claro, esto era muy curioso para todos.
Y que la gaínita le vuelve a pegar otro varíazo al gaíto y que le dice:
-¿Ti acordás gaíto que mi padre te mandaba a sembrar sandías y melones, y que le tenías que dar sandías y melones maduros, al otro día, y que yo te saquí di apuro?
-No mi acuerdo -que le dice.
Le pegó otro varíazo y le dice:
-¿Ti acordás gaíto cuando mi padre t'encerró para comerte y yo te salvé?
-No mi acuerdo -que le dice.
Le pegó otro varíazo y que le dice:
-¿Ti acordás, gaíto, cuando mi padre vino a buscarlos y yo hice del caballo una iglesia, yo m'hice una flor y a vos t'hice un picaflor, y así los salvamos?
Y que dice:
-Tengo como un sueño, cierta cosa parecida. Le pegó otro varíazo y le volvió a decir:
-¿Ti acordás, gaíto, cuando mi padre los alcanzó otra vez y yo hice una osamenta al caballo y nosotros los convertimos en pájaros?
-Apenas, mi acuerdo -que dice.
Y el novio también s'estaba como acordando que algo parecido li había pasado.
Entonce le pegó otro varíazo al gallito, la gallinita, y que le dice:
-¿Ti acordás que cuando vino mi madre en busca de nosotros, yo lo convertí en una laguna muy profunda al caballo y a los dos en un casal de patitos para salvarlos?
Y que dice el gaíto:
-Me estoy acordando; mi acuerdo de muchas partes.
Entonce le pegó otro varíazo al gaíto y le dice:
-¿Ti acordás gaíto cuando hice mi palacio y vos te despedistes para venir a ver a tus padres, y yo te dije que no te dejaras abrazar con nadie porque m'ibas a olvidar, y vos te dejaste abrazar con un choquito y te olvidaste de mí?
-¡Sí, sí, mi acuerdo! -que dijo el gaíto.
Y el novio, que si había acordado de todo, se levantó y jue y la abrazó a Blanca Flor. Y les dijo a todos lo que le había sucedido y que ésa era su novia y que s'iba a casar con ella. Y se casaron y s'hizo una gran fiesta. Y se jueron al palacio d'ellos, y se quedaron áhi, muy felices, y yo me vine a contar el cuento.

Gilberto Zavala, 29 años. San Martín. San Luis, 1945.

Ganadero originario de la región. Buen narrador.

Cuento 880. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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