Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de febrero de 2015

Cuerpoespín .955

Hace mucho, tres príncipes salieron a cazar en un monte grande. Y estos tres príncipes tomaron distintos caminos a ver cuál traía más presas a la casa.
Risulta que el más chico anduvo mucho y llegó la noche sin saber adonde 'staba. Se'bía perdido. Los otros llegaron al palacio sin el menor. El Rey s'enojó y los mandó de nuevo que lo encuentren.
Habían pasado dos días y el niño caminaba y caminaba sin poder salir. Comía ráices en el monte, pero una ser bárbara lo tenía mal. Una tarde sintió sonar l'agua que cáiba pa una lagunita y arras-trandosé llegó el pobre príncipe y s'echó de panza pa tomar. ¡Cuando se li apareció una serpiente! Él esperó. Iba a tomar otra vez y salía el bicho. Al fin habló la serpiente y dijo:
-Te dejaré tomar l'agua si me salvás. Yo soy una niña encantada y un valiente me puede salvar.
El niño ha dicho que güeno, que él es valiente, que le diga qué tiene qui hacer.
Le ha dicho la serpiente:
-Al otro láu de la peña hay un aujero por donde vas a entrar. Pero no te vas a dejar ver con Cuerpoespín que te va a matar.
Tal cual, tomó agua y se jue.
Entró en el aujero y vio qui abajo había otro mundo. Empezó a andar pero no vía a nadies. Sólo una sombra andaba cerca d'él, y le servía de comer y hablaba con él. Un día le dijo la sombra que si venía Cuerpoespín y lu encontraba lo iba a peliar. Que lu iba a llevar a elegir armas y él tenía que elegir la espada más vieja y sucia, y cuando peliaran tenía que tirarle a cortar el talón porque áhi tenía la vida. Y después le dijo que 'taba llegando, y lo escondió en un baúl.
Tal cual, llegó Cuerpoespín que era como un gigante muy malo y empezó a gritar:
-¡Pus!... ¡Pus!... ¡Olor a carne humana! Hay alguien aquí... Alguien ha veníu aquí...
-Pero, Cuerpoespín, quién va a venir aquí -ha dicho la sombra, que era la niña.
-No, no, hay alguien aquí -ha dicho y se puso a buscar hasta que lo encontró al Príncipe en el baúl.
Ya li ha dicho que di ande ha llegau, y lo ha convidau a peliar.
Tal cual, lo llevó a un cuarto y li ha dicho que elija espada. Había espadas muy lindas y nuevitas, pero él eligió una vieja y sucia.
Y se pusieron a peliar. Han peliado un día entero y han seguido otro día más con las dos noches. Y se sentaron a descansar y ha dicho Cuerpoespín:
-Ávida, vino añejo de cinco años.
-Yo también -dijo el joven.
Corrió la sombra y trajo el vino, y le dio vino con agua a Cuerpoespín y al joven vino puro.
Han vuelto a seguir peliando todo el tercer día y la noche, y ya estaba muy débil Cuerpoespín y ha dicho:
-Ávida, vino añejo de tres días.
-Yo también -dijo el príncipe.
La sombra le dio lo mismo, el vino con agua a Cuerpoespín y vino puro pal joven.
Han vuelto a seguir peliando, y al fin al cuarto día le cortó el talón y cayó muerto Cuerpoespín. Y de ese lugar empezó a crecer un naranjo. Vino la sombra y le dijo al joven que tiene que cuidar toda la noche ese naranjo para que los pájaros no lo coman, y así podía irse a vivir con ella lejos en un palacio.
Llegó la noche. A cada rato venían los pájaros. Ya se iba durmió-endo y venían otra vez. Así estuvo hasta que ya a la mañana, pobrecito, cansado se durmió, no resistió. Al rato llegó la niña, desencantada ya. Era linda como ninguna.
A lo lejo se divisa una nubecita que venía a llevarla a la niña. Y ella lo empieza a despertar al joven.
-Joven... joven... joven... Despierte, vamos -decía la pobre niña.
El joven seguía durmiendo. No había caso de despertarlo. Al fin llegó la nubecita y la levantó. Ella en el apuro, sólo le dejó un pañuelo con su nombre, María, pa que se acordara de ella.
El joven durmió tres días. Cuando se dispertó no halló nada, todo era campo. Echó a andar a buscar a la niña, nada. Todo era inútil. Siguió caminando. Llegó a la casa di una vieja bruja y le preguntó ande era el reino de la niña encantada. No sabía esta vieja, pero le dijo que su compadre, el Viento, podía saber. Lo llevó pa la casa del compadre  Viento. Era un viejo largo y flaco. Éste tampoco 'bía sabíu.
-Pero te voy a llevar pa mi amiga Zonda, tal vez sepa -li ha dicho el Viento y lu ha empezáu a arrastrar al pobre joven.
Cuando ya iban llegando a la casa de la Zonda, ha salíu ésta con las mechas cáidas, y se pusieron a peliar. El pobre joven andaba de un lau pal otro hasta que al fin si han entendíu. Después de darle tantos golpes la Zonda tampoco 'bía sabíu, pero lo llevó pal Rey de los Pájaros, como tenía tantos sirvientes, a lo mejor podía saber. Este rey sacó una corneta y empezó a llamar. Llegaron muchos, muchos pajaritos, pero ninguno sabía nada. Faltaba solamente un águila vieja. Al fin llegó con la nueva que 'bía conocíu una ciudá muy linda en donde se estaba por casar una princesa que 'bía siu desencantada y que se llamaba María. El Rey le ordenó que lo llevara al joven.
El joven subió sobre las alas del bicho, con un cordero encima pa comer en el camino. Anduvieron un día entero y l'águila se comió el cordero. Al día siguiente, dijo el bicho:
-Tengo hambre.
-No hay carne -le dijo el joven.
-Cortate de tus piernas y dame.
-Se cortó sin decir nada y le dio.
Al mediodía volvió a decir:
-Tengo hambre.
-No hay carne -dijo el joven.
-Cortate de las ancas y dame.
Así lo hizo el joven sin decir nada.
Cuando estaba oscureciendo vieron cómo brillaba pa abajo. Es que estaban llegando a la ciudá. Bajó el bicho y le dijo al joven:
-Pegame en la nuca y te devolveré las carnes.
Tal cual, así hizo y volvió a tener toda su carne. Después le dijo:
-La última pluma del ala sacala. A ella le podís pedir lo que quieras que es de virtú -y se jue l'águila.
Lo primero que hizo al otro día, pidió a la pluma de virtú que lo volviera bien viejo, tal cual. Se echó una bolsita al hombro y se jue al palacio a pedir limona. Salió la princesa María a atenderlo. Lo hizo quedar al viejito pa que coma y después lo despidió. Salió contento porque al fin encontraba a la niña encantada.
Al otro día eran las bodas en el palacio. Pidió otra vez a la pluma de virtú que lo volviera viejo, tal cual. Fue a la iglesia y se sentó en el primer banco. Ya llegaron los novios y apareció el cura. Pero el viejo sacó el pañuelo con el nombre de María y lo pasó por las narices. Al verlo María la conoció a la prenda y se desmayó. Quedó entonces pal otro día el casamiento.
Llegó otra vez el momento que llegaron los novios y el cura, y él ocupó otra vez el mismo banco. Pero ya no venía viejo, estaba tal cual era, bien simpático como ninguno y buen mozo. Sacó el pañuelo y se pasó por los ojos. Al verlo la niña s'hizo la desmayada. Entonces el novio se enojó y se jue. Entonce María ha corrido y lo ha abrazado al joven porque sabía quien era. Entonce la niña le dijo al Rey y a todos que ese joven la ha desencantado, esponiendo la vida, y que era su novio verdadero.
Se casaron, fueron felices y yo me vine pa mi casa.

Manuel Romero, 84 años. La Candelaria. Ledesma. Jujuy, 1953.

Buen narrador.

Cuento 955. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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