Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de julio de 2012

El tío grillo, adivinador


358. Cuento popular castellano

En Matilla de los Caños había un hombre que le llamaban el tío Grillo. Y tenía el correo de Matilla, que le producía- tres cuar­tos todos los días. Y un día le dice el zapatero del pueblo:
-Tío Grillo, ¿quiere ustez que ganemos para Nochebuena?
-Bueno -dijo el tío Grillo. Bueno.
En ocasión que iba un aceitero vendiendo aceite a Matilla, le dice el zapatero:
-Tío Grillo, yo voy a coger un cuarto de arroba al aceitero, y mientras que le doy la cuenta, le mete ustez el macho en esa bodega somera. Y le voy a decir que hay aquí un adivino. Y le va ustez a pedir diez duros por adivinar dónde está el macho.
-Bueno -dijo el tío Grillo.
Mientras entró el aceitero por la cuenta del aceite, el tío Grillo metió el macho en la bodega somera. Sale el aceitero y no ve el macho, y le dice al zapatero:
-Pos, no está el macho.
Le anduvo buscando por el pueblo y no le encontró. Y le dice el zapatero:
-No se asuste ustez, que hay aquí un adivina (sic).
-Bueno.
-Vive la casa más abajo, y se llama tío Grillo. Y ése le puede decir a ustez aónde está el macho.
En ocasión que llama a la puerta: ¡Tun, tun!
-¿Quién? (¡Coño!).
-Servidor.
Y abre la puerta el tío Grillo. Y le dice el aceitero:
-Me han dicho que es ustez adivina.
Calle, calle, calle -dice el tío. (¡Coño!).
-¿Eh?
-Que no quiero que sepan que soy adivina. Pero, ¿qué desea ustez?
-Pues, ha desaparecido el macho que traía, y vengo a ver si me puede decir ustez aónde está.
-Pero bueno, vamos a ajustar antes el precio. Pues, me va ustez a dar doscientos reales.
Y dice el aceitero:
-¡Es mucho, tío Grillo! ¿Dónde vamos a parar?
Y se ajustaron en veinte y cinco pesetas. Y dice el tío Grillo:
-Vas, y más abajo en esa bodega está metido. Y dice el aceitero:
-¡Estaba tan cerca! ¡Quién hubiera sabido dónde estaba! Conque se marchó el aceitero y dice el zapatero al tío Grillo:
-¡Sabe ustez que hemos hecho para la Nochebuena!
Y en ese medio tiempo, el aceitero, que tenía un macho, adqui­rió pa otros tres más. Y llevaba el aceite con los cuatro machos a palacio. Y en ese medio tiempo que estaba con el aceite allí, la roban el aderezo a su majestaz. Y dice su majestaz:
-¡Me han robao el aderezo!
Y el aceitero, que lo oyó, dice:
-¡Yo sé ánde hay un adivino!
Y la contó lo que le había pasado con el tío Grillo. (¡Coño!). -¡órdenes! -dijo su real majestaz. En seguida venga un teniente de infantería con veinte y cinco números a por el tío Gri­llo a Matilla de los Caños, provincia de Valladoliz.
Se presentó el teniente y dijo su real majestaz:
-¡Hala, y tratarle como debe ser! ¡Que coma y beba todo lo que pida!
Y tardaron cinco días a venir, a jornadas, vamos a ver; no había tren. Y vienen y llegan a Matilla con la escolta de veinte y cinco hombres. Y el tío Grillo, que no había visto un soldao ar­mao, ¡bueno! Llegan a Matilla, y va y dice el jefe:
-Llamar con la culata allí, que allí vive el tío Grillo. Y con esa fuerza que tienen los militares: ¡¡Pun!! Y va el tío Grillo:
-¿Qué gente será ésta?
-¿Venga ustez con nosotros! -dice el jefe.
Y cierra la puerta el tío Grillo y le dice al zapatero:
-Tome la llave, que no sé aónde me llevan estos hombres.
Conque claro, desde Matilla hasta aquí. Le dicen cuando llegan aquí:
-¿Qué, ha hecho ustez gana de comer?
-¡A ver, desde Matilla a aquí!
Y le dieron todo lo que pedía. Y así fue todo el camino: ca cinco leguas o seis tenían que darle de comer. Llegan a Madrid, a palacio, y le dicen a su real majestaz:
-Ahí está el adivina.
Dice su majestaz:
-¡Que pase!
Pasa y se saludó como sabía. Y le dice su majestaz:
-Tío Grillo, me han dicho que es ustez adivina.
-Señora, ni aun por pienso.
-¡Aceitero, que salga!
Y cuando sale éste, dice el tío Grillo:
-Vamos, ¡en qué aprieto me ha puesto el zapatero!
-Pues, me han robao el aderezo -dice su real majestaz. En veinte y cuatro horas me tiene ustez que adivinar dónde está el aderezo.
Y al teniente le dijo:
-¡Al calabozo con el tío Grillo!
De manera que le llevaron al calabozo. Y estaba como en esta habitación y la calle: la ventana de su celda daba a la calle. Y había estao cinco o seis horas y no había visto a nadie. Y estaba aburridísimo porque no veía a nadie. Y llegó uno de los tres que habían robao el aderezo:
-Buenos días, tío Grillo.
Y le ice el tío Grillo:
-¡Gracias a Dios que vi a uno!
Y asustado, creyendo que le había conocido, dice:
-El aderezo… ya hablaremos.
-Bueno, bueno -dice el tío Grillo. Llega y lo dice a sus compañeros, ice:
-Estamos perdidos. Me ha conocido el tío Grillo. Y dice el segundo:
-Ahora voy yo, a ver si me conoce. Llega el segundo y dice:
-Buenos días, tío Grillo. Dice el tío Grillo:
-¡Gracias a Dios que vi a dos! Y va corriendo a decir a los otros:
-Estamos perdidos. También me ha conocido a mí. Y dice el otro:
-Ahora voy yo, hombre. Vosotros no sabéis lo que habéis hecho.
Y llega el tercero:
-Buenos días, tío Grillo.
Ice:
-¡Gracias a Dios vi a los tres!
-¡Ya hemos caído! -dice. El aderezo está en el buche del pavo real.
Y dice el tío Grillo, como si ya lo sabía:
-Bueno, bueno.
Llegó la hora y le icen al teniente:
-¡A sacarle del calabozo a presencia de su majestaz! Le llevan ante su majestaz.
-Tío Grillo, ¿qué ha adivinado ustez?
-Todo lo dudoso no es cierto, y todo lo cierto no es dudoso. (¡Coño!).
Y dice:
-El aderezo está en una cosa que tenía ustez muy en estima.
-¿Dónde?
-En el buche el pavo real.
Y dice su real majestaz:
-¡Oy, animalico, animalico!
Llama al facultativo y dice si se puede operar el pavo sin mo­rir el pavo. Y dijo el facultativo que se podía operar sin morir él. Y allí estaba el pavo. Le operaron y le sacó el aderezo. Ya le ice su real Majestaz al tío Grillo:
-Vamos, ¿qué desea ustez?
-El correo de Matilla..., perpetuo: tres cuartos todos los días.
-¡Bueno! (¿Qué le parece?).
Bueno, y le dio una gratificación en dinero.
Y volvieron al tío Grillo por las mismas jornadas que le habían llevao pa allá. Y era cerca de San Juan ya, ¿sabe?, y media legua antes de llegar a Matilla, fue el teniente y vio un grillo por el ca­mino. Y fue y cogió el grillo. Echa el alto el jefe a los soldados y dice:
-¡Alto, y meter al tío Grillo en medio! Y dice el jefe:
-Si no me adivina ustez lo que llevo en el puño, va a ser el fin de ustez.
Y dice el tío Grillo, asustao:
-Grillo, Grillo, ¡qué apretao te ves! Y tira el teniente el grillo y le dice:
-¡Ahora sí creo que es ustez adivina!

Tordesillas, Valladolid. Pedro Bragado Escudero. 3 de mayo, 1936. 78 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)



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