400. Cuento popular castellano
Era un cura en un lugar donde los feligreses
no echaban nada en el cepillo. Y un día el cura le dijo al sacristán:
-Mañana tengo que echar un sermón, porque veo
con mucho disgusto que no hay nada en los cepillos.
Y dijo el cura el día siguiente en el sermón:
-Queridos feligreses: veo con disgusto que no
podemos comprar un traje al Santo Cristo. Veo poca vocación en vosotros. Tiene
el mismo traje de cuando le hizon. Os ruego que echéis más en los cepillos para
comprarle un traje.
La semana siguiente abren los cepillos, y hay
mil quinientas pesetas. Y le dijo el cura al sacristán:
-Muchacho, ha dado resultado el sermón. Mil
quinientas pesetas tenemos en los cepillos. El sábado próximo iremos a Madriz
a comprar el traje.
Ya llegó el sábado. Subieron en el tren y
llegaron a Madriz.
Y el señor cura le gustaba bastante el juego,
y le dijo al sacristán: -Pasa, que voy a jugar en esa casa de juego a ver si
tengo suerte.
Y perdió mil pesetas. Y le dijo entonces al
sacristán:
-Ten las quinientas pesetas que han quedado y
cómprale un traje al Santo, que si no, no vamos a poder comprarle el traje.
Y le dio la cita de la hora a que tenía que
ir a la estación para marcharse al pueblo juntos. Se sale de la casa de juego
el sacristán y se encontró con un amigo sargento, que habían servido juntos.
-Muchacho, ¿qué traes por ahí?
-Soy sacristán de mi pueblo y vengo a comprar
un traje al Santo Cristo.
-Pues, vente conmigo. Iremos juntos a
comprarle.
Se fueron primero a echar unas copas, luego
al café, luego a cenar, y luego al teatro, y todo lo pagaba el sacristán. Y ya
le dijo el sacristán:
-Camarada, yo ya me retiro, que no me quedan
más que cien pesetas. A ver si tengo bastante para el traje para el Santo. Y le
dice el sargento:
-Te sobra mucho dinero. Yo me iré contigo al
rastro, y compraremos un traje que ha de resultar.
-El sacristán le dio el dinero, y fue el
sargento y compró un traje de un soldado de caballería, con las espuelas
correspondientes. Y le dice el sacristán:
-¡Hombre! ¿Qué has comprado aquí?
-Anda, muchacho -dijo el sargento. Va bien
servido el Santo si el cura es listo.
Al llegar a la estación a la hora convenida
con el señor cura, le dijo éste:
-¿Qué traes aquí, muchacho? ¿Qué traje has
comprado?
-Pues, mire, señor. Me junté con un sargento
amigo mío, y me ha dicho que está bien comprao el traje si ustez es listo.
Pues, es un traje de un soldao de caballería.
El señor cura se dio una palmada en la frente
y le dijo:
-Te voy a dar las instrucciones, y es que
vistas al Santo Cristo con el traje, con sus espuelas. Y cuando yo te diga que
quites las cortinita, pues le has de tener entre cortinas, aparecerá el Santo
Cristo en traje de marcha.
Llega el domingo, tocan a misa, y se presenta
todo el pueblo en la iglesia. Ya empieza el cura su sermón:
-Queridos feligreses: el Santo Cristo tiene
puesto el traje que hemos comprado. No sé si estará contento o no. Ahora le
verán ustedes, cuando el sacristán corra las cortinas. Y veremos si el Santo Cristo
está satisfecho.
Tira de las cortinas el sacristán, y se
aparece el Santo Cristo deseando de escapar.
-Queridos feligreses: el Santo Cristo no está
conforme con estar en este pueblo, y ¡se va voluntario al tercio extranjero!
Pues, desde aquel momento los cepillos
rebosaban de dinero para comprar trajes al Santo Cristo.
Nava
de la Asunción ,
Segovia. Pedro
García de Diego.
15
de abril, 1936. Posadero,
75 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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