436. Cuento popular castellano
Éstos eran tres estudiantes, alumnos del
seminario de Burgos, que vivían en un pueblo cerca de Barbadillo del Mercado.
Con motivo de las fiestas de Navidaz, habían ido a pasar unos días en sus casas.
Al terminarse las vacaciones, al día siguiente de Reyes, cogieron sus yeguas y
emprendieron el regreso a la capital.
Por aquí nieva bastante en el invierno, y dio
la coincidencia que, a poco de salir los estudiantes, comenzó a nevar. De tal
modo nevaba que no podían dar un paso, y al llegar a Barbadillo decidieron
suspender el viaje y entrar en la posada.
El tabernero era muy amigo de hacer apuestas.
Como los estudiantes se hallaban sin dinero, y allí se hacían gastos, dijo
unqo de ellos:
-A éste, que le gusta tanto hacer apuestas,
se la vamos a dar.
-Mire ustez -le dijeron al posadero-, ¿le
gustaría hacer alguna apuesta?
-Bueno -contestó el posadero-. ¿Qué apuesta
podríamos hacer?
-Pues, nosotros le apostamos a ustez que no
asa ustez un rostrizo sin dejar de decir la palabra «freír». Tiene ustez que ir
diciendo «freír, freír, freír, freír...». Si ustez deja de decir «freír», nos
paga ustez la gran merienda que nos vamos a dar; pero si ustez consigue asar el
rostrizo sin dejar de decirlo, nosotros se la pagaremos a ustez.
-Bueno, bueno; en eso quedamos.
En ese momento tocaron a misa y los
estudiantes, como estudiantes para cura, se marcharon para la iglesia; pero
uno de ellos se quedó con el posadero a ver cómo asaba el rostrizo. El estudiante
se puso en seguida a tirarle de la chaqueta y a decirle cosas:
-¡Vaya, que tiene ustez una hija muy fea!
En fin, cosas que le podían herir o halagar
demasiado; pero era inútil. Sin hacer caso de lo que hacía o decía el
estudiante, el posadero empezó a preparar el horno y a asar el rostrizo, repitiendo
sin cesar:
-Freír, freír, freír, freír...
Los otros dos estudiantes habían entrado en
la iglesia. Era costumbre en ese pueblo interrumpir la misa en cierto momento y
rezar un padrenuestro para el alma de las ánimas benditas, y a veces se añadían
oraciones para alguna cosa extraordinaria. Aprovechándose de esta costumbre,
uno de los estudiantes se acercó al señor cura y le dijo en voz baja:
-Señor cura, ha sucedido una cosa terrible.
Tenga ustez la bondaz de rezar un padrenuestro para el posadero, que se ha
vuelto loco.
El sacerdote se volvió hacia los feligreses y
anunció:
-Un padrenuestro para el posadero, que se ha
vuelto loco.
La mujer y las hijas del posadero estaban
presentes. Al oír tan espantosa noticia, se levantaron sobresaltadas, y
saliendo de la iglesia, corrieron inmediatamente hacia la posada. Al entrar en
la cocina, encontraron que el posadero estaba asando un rostrizo, y que estaba
diciendo constantemente:
-Freír, freír, freír, freír...
Laa mujer del posadero, afligida en extremo,
rompió en amargo llanto y trató de abrazar a su marido. En ese momento llegaron
los demás parientes del posadero, asustados y dando voces; pero el posadero no
les prestó atención alguna. Se apartó violentamente de su esposa, y continuó
asando el rostrizo, repitiendo sin interrupción:
-Freír, freír, freír, freír,...
La mujer no pudo sufrirlo más, y llorando a
lágrima viva comenzó a gritar:
-¡Ay, mi pobre marido! ¡Mi pobre marido, que
se ha vuelto loco! ¡Se ha vuelto loco!
Tanto lloró y tantos gritos dio que por fin
el pobre posadero no pudo contenerse, y, tirándose de los pelos, exclamó:
-¡Basta ya! ¡Me habéis reventao!
Y perdió la apuesta y tuvo que pagarles la
merienda a los estudiantes.
Barbadillo
del Mercado, Burgos.
El
señor cura párroco de San Aro de la
Fuente , Burgos, Burgos. 19
de julio, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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