Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de julio de 2012

La adivinanza del príncipe nonato

221. Cuento popular castellano

Érase un rey que se casó con una princesa, la cual, al hacer­se madre, no pudo dar a luz el primer infante que tuvieron de matrimonio. Y como no pudo dar a luz, tuvieron que extraérse­le y salió un hijo nonato.
Y el dicho rey, a los dos años, volvió a contraer matrimonio. Y la segunda mujer empezó por no tener cariño al hijastro. Tra­taba siempre de ver si podía quitarle de su vista. Llegó a tener la edad de 19 años, y le armaron de caballero. Y al armarle de caballero, dijo a su padre que quería tener y montar un caballo que no fuera nacido, como él, y entre las muchas yeguas que te­nía en sus dehesas, sacrificó varias de ellas, hasta encontrar una cría que en vez de ser hembra, fue potro. El cual le criaron para que le montara el hijo del rey.
Después de armado y montao en el potro -que era lo que deseaba- oyó decir que en el reino próximo al suyo había un rey que tenía una hija que el que se presentara y expusiera ra­zones que no pudiera adivinarlas la hechicera que tenía en su casa, se casaría con su hija. Por lo cual, viendo esa buena colo­cación, pidió permiso a su padre para ponerse en camino para hacer una visita a esa princesa por ver si podía ganar su simpa­tía y poder casarse con ella.
Su padre le dio el permiso y la dijo a su esposa que a su an­dado le diera las joyas que necesitara y el dinero que pidiera y le echara merienda para el camino para poder hacer el viaje. Par­tió de casa en compañía de una perrita, que había criado sin madre, como él se crió, y que se llamaba China.
Después de cuatro días de camino, le pilló una noche en unos montes donde tuvo que albergarse en mala forma, al intemperie. No comía, por el miedo de la merienda que llevaba, por si su madrastra se la hubiera hecho en malas condiciones. Y por pro­bar, con todo el cariño que tenía a su perrita, la tiró un pedazo de tortilla. Tan pronto fue a comerla la perra, como morir enve­nenada. De aquella perra, picaron cuatro cuervos. Aquellos cuer­vos murieron a poco de picar de la perra. Llegó una comparsa de bandidos que llevaban también un poco de hambre, cogieron los cuervos, los pelaron, los asaron y se los comieron. El número de los bandidos eran siete. Y al comer de los cuervos murieron los site bandidos.
Ya no quiso él probar más de la comida y con toda su nece­sidad siguió su camino hasta pasar un puente para llegar a la capital donde se encontraba la princesa que quería ganar como esposa. Al pasar el puente vio una marica. Cogió su escopeta, obligado del hambre, para hacer carne para comer. Apuntó so­bre ella con mal acierto, que no mató la marica, y sí mató una liebre que por desgracia se puso frente al tiro. Recogió la liebre, la abrió y la sacó dos liebrastos que tenía en el vientre. Los desolló y se puso a buscar leña para poderlos asar y al no en­contrar leña, de un libro que llevaba en el bolsillo, que era el libro de la Venida del Espíritu Santo, le quemó para hacer as­cuas para asar los liebrastos. Y se los comió.
Con esto llegó a palacio y le dijo al rey:
-Vengo a presentarme a su Majestaz, como otros habrán ve­nido, a exponer mis razones para conseguir la mano de la princesa. Y el rey le dijo:
-Ahí tiene ustez a esa vieja. Explíquela ustez las cosas que le hayan ocurrido en su viaje. Si esa señora no le adivina todo lo que ustez la proponga, será ustez el esposo de mi hija.
Por lo cual expuso sus razones consiguientes y la dijo a la vieja hechicera:
-Yo no fui nacido
y mi caballo lo mismo. China mató a cuatro. Cuatro mataron a siete. Llegué al puente. Tiré a lo que vi. Y maté a lo que no vi. He comido carne que no ha sido ni nacida ni criada. Y con palabras del Espíritu Santo fue asada.
Y como las hechiceras no pueden oír frases en esa forma, al mentar al Espíritu Santo desapareció de palacio, y quedó por campeón y se casó con la princesa.

Aldeosancho, Segovia. Juan Pascual Alonso. 22 de abril, 1936. Dulzainero, 55 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)







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