229. Cuento popular castellano
Éste era un criado que le llamaban Juan
Verdadero, porque nunca le pudo coger el amo en mentira alguna. Éste le tenía
de criado para cuidar sus vacas.
Un día, estando el amo de Juan Verdadero con
un vecino, el amo de la taberna, sacaron la conversación de que él tenía un
criao que nunca le pudo coger en mentira. Y le decía el vecino:
-Hombre, ¿que nunca le has podido coger en
mentira?
-No; nunca le he podido coger en mentira
ninguna -decía el amo de Juan.
Y entonces le dice el otro:
-Hombre, ¡a que le hago yo mentir!
Y así estuvieron, el uno que sí y el otro que
no, hasta que el vecino apostó el caudal a que le hacía mentir. Y el que apostó
el caudal tenía tres hijas. Fue a casa y les contó a las hijas que había
apostao el caudal con el amo de Juan Verdadero a que le hacía mentir; que nunca
le habían cogido en una mentira y que ellas tenían que hacerle mentir. Y de las
tres dijo la mayor:
-¡A que le hago yo mentir!
Fue y se puso a caballo en un burro y pasó
por donde estaba Juan Verdadero. Ni bien iba de a caballo, ni bien iba de a
pie. Ni iba vestida de blanco, ni iba vestida de negro.
Conque por la tarde viene Juan Verdadero a
casa, y le pregunta el amo:
-Bueno, Juan, ¿qué has visto hoy, hombre?
-Pues, ¿qué tengo de ver? -dice Juan; que he
visto ir una persona de a caballo y no sé si era hombre o era mujer. Ni bien
iba de a caballo ni bien iba de a pie. Ni iba vestida de blanco ni iba vestida
de negro.
Llegó el segundo día y pasó la segunda hija:
ni bien iba de a caballo, ni bien iba de a pie; ni bien iba de encarnao ni bien
iba de blanco.
Viene a casa por la tarde Juan Verdadero, y
le pregunta el amo:
-Bueno, Juan, ¿qué has visto?
-Pues, ¿qué he de ver? -dice Juan Verdadero.
Una persona que ni sé si era hombre, ni sé si era mujer; ni bien iba a caballo,
ni bien iba a pie. Ni bien iba de encarnao, ni bien iba de blanco.
Conque no le pudon hacer mentir las dos
chicas mayores. Llegó el tercer día. Y entonces la tercera, la más pequeña,
dice:
-Yo le tengo de hacer mentir, quiera que no.
Y también iba de a caballo, en burro o burra;
ni bien iba de a caballo ni bien iba de a pie; ni bien iba de negro, ni bien
iba de verde.
Llegó al monte donde estaba Juan Verdadero
sentao al pie de la lumbre, y fue y se sentó también al pie de la lumbre. Y le
dice ella a Juan Verdadero:
-Hombre, Juan, ¿qué haces?
-Mira; calentándome, que hace frío.
Y se sentó ella y con la lumbre se iba
calentando. Y cada vez iba levantando un poco las sayas y... cada vez un poco
más. Hasta que Juan Verdadero ya se puso alterao, y, claro, él quería gozar de
ella. Ella se negaba; pero por fin le dijo:
-Si quieres algo, me tienes que dar el
corazón del Toro Gargoso.
-Mujer -dice él, eso no puede ser, porque si
mi amo lo sabe, me mata.
-Pues nada, si quieres lograr algo, tienes
que darme el corazón del Toro Gargoso.
Por fin Juan Verdadero se cedió a darle el
corazón del Toro
Gargoso, y entonces logró de ella lo que
quiso. Y decía ella:
-Pues esto no lo parla él; con esto tiene que mentir. Conque
con eso se marchó ella. Marchando ella, se quedó él pensando que qué sería de
él, que el amo lo mataría.
-Pero yo no miento -decía él; yo la verdad
se la digo. Conque viene a casa por la tarde y le pregunta el amo:
-Hombre, Juan, ¿qué has visto hoy?
-Pues, ¿qué tengo de ver? -dice Juan
Verdadero. Pues mire usted lo que he visto. Ha ido una mujer donde estaba yo.
Estaba arrimada a la lumbre y me calentó
demasiado y por unas enagüillas blancas y unas medias encarnadas y un salerito
hermoso, he dado el corazón del Toro Gargoso.
-¡Bien, bien, Juan Verdadero! -dice el amo.
¡La vaca que parió ese toro no dejará de parir otro!
Y el amo ganó el capital al padre de las
chicas y no le pudon coger a Juan Verdadero en mentira alguna.
Cervera
de Río Pisuerga, Palencia. Santiago
Gutiérrez.
23
de mayo, 1936. Labrador,
72 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
No hay comentarios:
Publicar un comentario