365. Cuento popular castellano
Eran unos jornaleros que tenían una hija. Y
como era una niña muy buena, su madre le había regalado una sortija. Un día se
fueron la hija y la madre a lavar las tripas de un cerdo que mataron al río. Y
cuando llegaron al río, la niña se quitó la sortija para que no se le cayese
al agua. Cuando terminaron de lavárselas, volvieron a casa y la niña dejó
olvidada la sortija.
Al entrar en su casa, la niña echó de menos
la sortija, y entonces se marchó ella a buscarla. Y entonces un gitano, que andaba
por allí, la cogió y la metió en un zurrón. Y ya iba por los pueblos pidiendo
con ella, diciendo que llevaba una cosa maravillosa, un zurrón que cantaba.
Llegaba a una casa y decía lo que llevaba. Si decían que querían oír cantar al
zurrón, decía:
-¡Canta,
mi zurrón, canta,
que
si no, te doy con esta tranca!
Y la pobre niña cantaba:
-Aquel
anillito de oro, que en el puente le quedé. ¡Pobrecita de mi madre! ¿Cuándo la
volveré a ver?
Y así iba por todas las puertas, hasta que un
día llegó al pueblo de donde era la chica. Y llegó a la puerta de la casa de
sus padres, y les dijo lo que traía. Le dijeron que querían oír cantar al
zurrón, y entonces dijo:
-¡Canta,
mi zurrón, canta,
que
si no, te doy con esta tranca!
Y contestó la niña:
-Aquel
anillito de oro, que en el puente le quedé. ¡Pobrecita de mi madre! ¿Cuándo la
volveré a ver?
Y luego que oyeron el canto, conocieron que
era su hija y le dijeron al pobre que pasara, que esa noche se quedaba a
dormir, y que le darían de cenar. Le dieron de cenar al hombre y le dieron de
beber todo el vino que él quiso, hasta que se puso borracho. Y ya se quedó
dormido. Entonces va el padre, da una navajada al zurrón y salió la hija. Y
entonces ellos metieron un galgo que tenían en el zurrón, y lo cosieron. Y al
siguiente día se levantó el pobre y les dijo que ya se marchaba. Y llegó a otro
pueblo y empezó a pedir. Y en la primera casa empezó a decir:
-¡Canta,
mi zurrón, canta,
que
si no, te doy con esta tranca!
Y como el zurrón no cantaba, se desesperó y
le dio una navajada al zurrón y escapó el galgo. Y entonces ya comprendió que
se la habían quitao; pero como la niña ya la había robao él, no la reclamó y
se quedó sin zurrón.
Sieteiglesias,
Valladolid. Filiberta
Yuguero Casado. 7
de mayo, 1936. 25
años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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