Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de julio de 2012

El tío monago de la mata


393. Cuento popular castellano

El señor Monago de la Mata tenía una mujer muy guapa y, por desgracia, sorda. Y se tenía que confesar en la sacristía. Y el se­ñor cura, un poco granuja, la conquistaba; pero el sacristán es­cuchaba sus palabras, y obser-vaba, y decía:
-Donde tú vayas, yo voy.
Y el monaguillo, también granuja, escuchaba también, y decía:
-Si a mí no me dan parte, yo lo parlo.
Viéndose la señora acometida de un día y otro, se lo dijo al tío Monago, en ocasión que el mismo marido la propuso:
-No tengas ningún inconveniente el decirle que venga cual­quiera día.
Y en uno de los días de aquella misma semana, se le propor­cionó un viaje de ir con roña a Villarramiel. Y el marido dijo a su mujer a tiempo de ir ella a misa:
-Ahora tienes la ocasión, de que yo me voy de viaje, de citar al señor cura.
La señora va a confesar, y la pregunta el señor cura:
-Señá María, ¿cuándo podré ir a su casa? Y -le contesta la mujer:
-Hoy tiene ustez la ocasión, que mi marido va de viaje a Villa­rramiel, y nadie nos puede ver.
Y entonces dice el sacristán, aplicando el oído:
-Allá voy yo también.
Y el monaguillo dice:
-Si tú vas, iremos los tres.
En ocasión de que se persona después de salir de misa el se­ñor cura en casa de la señora María.
-¡Nunca mejor que ahora, que no está el señor León (que era su marido)!
En ocasión que llega el sacristán:
-¡Señá María, un recado!
-¡Ay, por Dios! ¿Dónde le esconderé yo al señor cura? Y le esconde en el horno. Y sube el sacristán.
-¿Qué hace ustez aquí? -le dice la señá María.
-¿Dónde está el señor cura?
-¡Caramba! ¿Por quién pregunta ustez? ¡Si aquí no ha veni­do nadie!
Y se presenta el monaguillo.
-¡Señá María, si no me da ustez la propina, me tienen que dar parte!
Y entonces ella, asustada, le esconde al sacristán en la esca­lera del derván. Y sube el monaguillo.
-¿Qué traes tú por aquí, rapacillo?
-Pues, que he visto entrar al cura y al sacristán, y si no me dan la propina, esto lo tengo que parlar.
Y llega entonces el señor León, el marido de la señora María:
-¡Chica, chica, que se me ha olvidado la escopeta!
Y entonces la mujer, con disimulo, esconde al monaguillo en un cangilón (tina pequeña). Y grita el marido:
-Digo que ¿si está la escopeta en el horno?
-Hombre, deja, que yo te la bajaré.
-Yo subiré a por ella. Y al mismo tiempo la cargaré. Sube y se encuentra con el señor cura.
-Hombre, don Frailán. ¿Ustez por mi casa?
-Perdone, señor; he venido a hacer unas preguntas a la se­ñora María, y en este momento me voy.
-Pues, no tenga prisa; le voy a enseñar mi casa. Pasaremos un ratito en buena conversación.
Y el señor León tenía piedra de moler roña pa tenería. Enton­ces lleva al señor cura al lugar donde la tenía, le tapa los ojos, le engancha en una piedra, y a dar vueltas a moler la roña. De vez en cuando se paraba, y el señor León, con una verga, al señor cura le atizaba. Entonces subió al derván preguntando por una soga, y se encontró al sacristán:
-¿Qué haces aquí, tú, Cándido?
-Dispense, señor León, que como había visto al cura, estaba aquí escondido en un rincón.
-Tú, no te apures por nada. Bájate conmigo, que verás una buena algazara.
Y le enganchó a la otra piedra, donde estaba moliendo el cura.
Y al quejarse el sacristán, con una vara de las piñas latigazos grandes le da. Pero le falta una cosa, y preguntó por la tina, don­de estaba el monaguillo. Y le saca más que a paso, y le baja a la tenería, donde... echando roña con un cesto pa el cura y el sacris­tán. Después de largo rato, el monaguillo, descalzo, se quejaba, y con razón, que les echaba roña a los otros para que juegaran al moscón. Y el señor León, al oír eso, fue y le tumbó panza abajo y le clava una vela en el culo. El cura y el sacristán... dando vuel­tas como mudos. Y a eso del amanecer los soltó a los tres.
Sin aguardarse más, se fueron los tres a misa. Y ya cuasi al terminar, dice el cura:
-¡Víspera de San Andrés! Y contesta el sacristán:
-¡Qué bien nos j... a los tres! Y dice el monaguillo:
-¡Yo pagué más que ninguno, que estuve toda la noche con una vela en el culo!

Cuéllar, Segovia. Hombre de unos 55 años. 21 de abril, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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