337. Cuento popular castellano
Había en un pueblo un matrimonio que tenían
un hijo. Y en el pueblo le tenían por tonto y le llamaban Perico el Tonto. Y se
murió el padre. Y tenían una gorrina, y un día la madre le mandó a Perico a
venderla a la feria.
Se marchó Perico a la feria. Y para llegar a
ella tenía que pasar por un convento de frailes. Los frailes, de que le vieron
venir, dijeron:
-Ahí viene Perico el Tonto con una gorrina.
Vamos a hacer que nos la dé.
Se pusieron los frailes -eran tres- al lado
del camino, uno aquí, otro más adelante y otro en medio. Y el último se puso el
padre. Y luego, cuando llegó Perico, le dijo el primer fraile:
-¿Adónde vas por ahí, Perico?
-Pues, a vender esta gorrina a la feria.
Y le dijo el fraile:
-No es gorrina; es vaca.
Y contestó Perico que mejor, que más le
valdría. Y luego llegó a otro fraile y le dijo lo mismo. Y llegó al tercer
fraile y le dijo lo mismo: Por fin llegó al otro, que era el padre, y le dijo
que adónde iba. Le dijo Perico que a vender la gorrina a la feria. Y le dice el
padre:
-No, hombre, no es gorrina; es vaca. Y dice
Perico:
-No, es que no tiene cuernos.
Entonces le dijo el padre que también había
vacas mochas. Y le dijo que si se la quería vender. Y Perico dijo que si, que
se la vendía. Y dijo el padre que se la tenía que vender en tres plazos, que al
otro día fuera por el primero.
De que se la vendió, se fue a casa. Y su
madre le preguntó que a quién había vendido la gorrina. La dijo que a los
frailes, y dijo que no se la habían pagado todavía, que se la iban a pagar en
tres plazos. Y entonces le dice la madre:
-Pero hombre, ¿por qué se la has vendido?
Ahora no la podremos cobrar.
Y dice Perico:
-Pues, yo me arreglaré para cobrársela.
Al día siguiente se vistió de señorita y se
fue por el convento de los frailes. Y de que la vieron, como a los frailes les
gustaban mucho las señoritas, dijeron los frailes:
-Vamos a decir a esa señorita que se suba a
dormir aquí.
Y cuando llegó allí, la dijeron que se
subiera. Y ella decía que no, que se tenía que ir a un pueblo. Y ya la
convencieron y subió. Y luego todos los frailes decían que querían dormir con
ella. Y como decían todos que querían dormir con ella, dijo el padre que no,
que él era el que dormiría con ella. Y luego dijo que le parecía mal que
durmiera una mujer entre tantos hombres, y fue y encerró a todos los frailes
en sus cuartos y dio las llaves a la señorita. Y luego la llevó a su cuarto, y
fueron a acostar. Y se quitó Perico los vestidos y le dijo:
-¿Me conoces? Pues, soy Perico, que vengo a
cobrar el primer plazo de la marrana.
Y le dio una paliza. Y para que le dejara, el
padre le dijo que se cogiera el dinero que había en el cajón y se marchara. Y
cogió más de lo que valía la gorrina, y luego fue y se lo dio a su madre. Y se
puso ella muy contenta.
Al día siguiente se vistió de patatero y fue
a vender patatas al convento. Y como los frailes no tenían romana, les dijo que
fueran a pedírsela a un pueblo que había cerca. El padre mandó a uno, y todos
querían ir. Y por fin fueron todos. Se quedó solo el padre con él. Y de que se
fueron todos, le pegó otra paliza. Y le dijo el padre que se cogiera el dinero
del cajón y se marchara. Y se marchó y dijo a su madre que ya venía del segundo
plazo.
Y luego fue y se vistió de médico, y fue y
pasó por el convento. Y el padre, como estaba malo de las palizas que le había
pegado, estaba en la cama. Y los otros frailes le dijeron que subiera a ver al
padre. Y subió y le estuvo tomando el pulso. Y como no sabía escribir, estuvo
haciendo garabatos y los mandó a todos a llevar las recetas a la botica. Y
entonces, de que se fueron todos, se quitó el abrigo y preguntó al padre si le
conocía, que era Perico, que venía por el tercer plazo de la marrana.
Y le pegó otra paliza y le mató, cogió el
dinero del cajón y se marchó. Y luego fue y se lo dio a su madre, y ella se
puso más contenta que nunca.
Sepúlveda,
Segovia. Ascensión
de Antonio. 2
de abril, 1936. 13
años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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