295. Cuento popular castellano
En cierto pueblo había un matrimonio que se
llevaban muy bien; pero estaban un poco disgustaos porque no tenían familia.
En ese pueblo había una vieja que la tenían
por bruja. La llamaban la tía Papusia. Esta mujer, al ver que hacían buen
matrimonio, les tenía envidia y se encargó de enredarles pa que hicieran mal
matrimonio.
Un día, yendo por la calle, se encontró con
María, que así se llamaba la esposa, y, después de saludarla, la dijo:
¡Vosotros vivís tranquilamente, mientras que
yo tengo que andar por ahí pordiosando y desnuda y descalzá!
-Sí, señora -dijo la esposa-; nosotros,
gracias a Dios, nada nos falta. No es más que estamos algo disgustaos porque no
tenemos familia.
-Hija -la dijo la vieja-, pues el no tener
familia, eso consiste en ti.
-Ya hacemos los posibles por tenerla -dijo
María; pero cuando Dios no nos la da, hay que tener paciencia.
-Pues eso es
porque no queréis.
-Y, ¿qué teníamos quehacer, tía Papusia, para
tenerla?
-Pues mira -la dijo la bruja; cuando esté tu
marido dormido, sin que lo sepa él, le cortas las barbas con unas tijeras. Y
de ese modo tendréis familia.
-Pero, ¿qué cosas tiene ustez, tía Papusia!
-la dijo María. ¿Conque porque le corte las barbas a mi marido vamos a tener
familia?
-Hazlo y lo verás -la dijo la bruja.
Al día siguiente se fue la tía Papusia en
busca de José Rompebotas, que así se llamaba el esposo. Y haciéndole el
saludo, lo mismo que había hecho con la esposa, éste la dijo que estaban algo
disgustaos porque no habían tenido familia. Entonces la tía Papusia le dijo:
-Pues el no tener familia consiste en ti;
porque se dice en el pueblo que tu mujer anda en malos pasos.
-No me diga ustez a mí eso -la dice el
marido. ¡Eso es mentira, que mi mujer es una santa!
-Pues es cierto lo que te digo. Y, ¿sabes lo
que se dice por el pueblo? Que un día, cuando estés dormido, que tu mujer te va
a cortar el pescuezo.
Al decirle eso la vieja bruja, el marido se
fue a su casa un poco apenao y por si acaso era cierto o no, se fue a la cama
antes que su mujer y se fingió dormido. Y la mujer, como le había -dicho la tía
Papusia que le cortara las barbas cuando estuviera dormido, que de esa forma
tendrían familia, estuvo mirando por la cerradura de la puerta a ver si estaba
dormido. Y como roncaba, dijo:
-Pues ésta es la ocasión.
Y al ir a dar el tijeretazo a su marido, que
se fingía dormido, abrió éste los ojos y la agarró las manos, quitándole las
tijeras, creyendo que la iba a cortar el pescuezo, como le había dicho aquella
bruja. Y empezó a darla palos, diciéndola:
-¡Mala mujer! Bien me ha dicho a mí la tía
Papusia que me ibas a cortar el pescuezo!
-¡Ay, Dios mío! -decía la mujer. ¡Esa tía
bruja que nos ha
metido en un enriedo! ¡Yo no he dicho nada!
-Pues, ¿con qué fin traías tú las tijeras,
más que con ése?
-¡Nada, nada! ¡Yo no iba a hacer nada!
Al día siguiente la esposa fue en casa de la
tía Papusia y la preguntó que qué había dicho a su marido y ésta la dijo que
ella no le había dicho nada.
-Pues, ¿qué, te pega tu marido? -la preguntó
la bruja.
-Ya me ha dao dos palizas y dice que me va a
matar -contestó la esposa.
-Pues mira, hija -la dijo la bruja; cuando
venga a la noche del campo, yo llevaré tres hombres que se metan debajo de la
cama envueltos a una sábana, y cuando te vaya a pegar, tú clamas a las tres
Marías y entonces salen ellos y le dan una buena zurra de palos, y verás como
no te vuelve a pegar. Y yo también estaré allí escondida en un cuarto.
Y así lo hizo. A la noche, al irse a la cama,
empieza el marido a darla palos a su mujer. Y entonces gritó ella:
-¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Virgen Santísima! ¿Quién
me ampara? ¡Por las tres Marías!
Al decir eso salieron los que estaban debajo
de la cama dándole palos al marido. Entonces dijo él:
-¡Ahora sí que veo que mi mujer es una santa,
que nada más ha llamao a las tres Marías, han venido en su auxilio!
Entonces la tía Papusia, que estaba escondida
en el cuarto, exclamó con voz alta:
-¿Van las once mil vírgenes?
-¡No, por Dios! -gritaba el marido. ¡No, por
Dios! Y mientras decía la tía Papusia:
-¡Mira, que si van te desuellan!
Y entonces el marido, temblándose, dejó de
maltratar a la mujer.
Peñafiel, Valladolid.Mariano Ruiz Salinero. 27
de abril, 1936. Dulzainero, 58 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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