Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 7 de julio de 2012

Los tres consejos .241

241. Cuento popular castellano

En un pueblo pequeño se casó un endividuo con una mucha­cha muy guapa. Y después de cierto tiempo de vida, se veía aco­bardado por falta de trabajo. Éste ya pensó buscarse la vida en el sitio donde pudiera encontrar trabajo. Y entonces la dice a su mujer:
-Yo así no puedo vivir. No tengo más remedio que marchar­me a mis aventuras a buscar la vida para ganar pa los dos.
Y entre el matrimonio pensaron en marcharse él en busca de fortuna. Al salir de casa dejó a su señora encinta. Y marchó a buscar la vida a las Américas, donde encontró un señor y en­tró a servir como mozo de la casa. Engañaba al dueño diciendo que era soltero y que no tenía más ocupaciones que el cumpli­miento de su deber.
Pero ya pasó cierta cantidad de años, y observó el amo que su criado estaba triste. Y con frecuencia le preguntaba:
-¿Qué te pasa? Dime lo que te pasa. ¿Es que tienes algún familiar, que tienes noticias de él? ¿Es que no estás a gusto en casa? ¿Es que te falta algo de lo prometido?
Y el criado siempre triste.
-No me pasa nada.
Y tenía siempre ahorradas las soldadas en casa de su amo.
Y triste el criado, ya le preguntó un día el amo:
-Quiero que me digas lo que te pasa.
Y como el criado no tenía costumbre de engañar al amo, te­nía la respuesta de decirle:
-Soy casado y quiero ir a buscar a mi mujer, y ver si tengo algún hijo, que cuando salí de mi casa la dejé encinta.
Entonces el amo, muy agradecido del comportamiento de su criado, le abonó sus soldadas y al mismo tiempo le dijo:
-Toma esta torta con tres monedas. No la partas hasta que no llegues a tu casa. Una de las monedas es para ti, otra para tu mujer y otra para tu hijo, si acaso lo pues tener. Y además te quiero dar tres consejos: no dejes camino por coger senda; don­de no te llamen, no te metas; y cosa que no te interese, no pre­guntes.
Y aquel buen criado le da las gracias y coge el tren y sale para su casa. Y al llegar a la estación, sale al camino para la aldea donde él vivía. Y se acercan unos chavales:
-¿Para dónde va el amigo?
-Para la aldea.
-Coja esa senda.
Y entonces él se alcordó y dijo:
-No dejo camino por coger senda.
Y aquella senda le conducía a un río. Llega a la aldea y se va a la posada antes de ir a su casa. Y por la mañana, cuando se levantó, desde el balcón de la posada, observó que una señora se abrazaba con un cura. Y dijo:
-Ésa es mi mujer.
-Pero se alcuerda del consejo que donde no me llaman, no me meto.
-Yo preguntaría, pero cosa que no me interesa, no pregunto. Pero el buen criado, dentro de su conocimiento reflexionó:
-Si me parece mi mujer. Y quizás fuera mi hijo. Yo debo de preguntar, porque el asunto me interesa.
Y entonces a la dueña de la posada la pregunta:
-Dígame, señora, ¿qué pasa en esa casa, que hay un señor cura abrazán-dose con una mujer?
Y entonces la mesonera le dice:
-Pues mire usted. Es una pobre señora que se casó. Y estu­vo varios meses con el marido. Y su marido se marchó a pro­bar. fortuna por el mundo. Y la dejó encinta y no le han vuelto a ver más. Y ése es el hijo de aquel señor de esa señora, que le ha podido dar carrera para sacerdote.
Entonces el criado, asombrado, el mismo día de la cantami­sa se presentó en su casa. Y al preguntar por doña Paula, su es­posa, se quedaron des-mayados.
-Éste es tu marido y tú eres mi esposa.

Cuéllar, Segovia. Mariano, señor de unos 55 años. 22 de abril, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

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