275. Cuento popular castellano
Había en un pueblecito una señorita que era
millonaria. Y muchos solicitaban su amor, y ella no se lo concedía a ninguno.
Y ya la escribieron tres del pueblo, y les fue contestando uno por uno que si
hacían lo que ella les decía, les concedía su cariño. Y la contestaron uno por
uno que estaban dispuestos a hacer lo que ella les mandase. Y no sabían el uno
del otro.
Y contestó al primero que si iba a la puerta
de la iglesia de ocho a nueve de la noche y se estaba allí hasta las cuatro de
la mañana, tres noches seguidas, sin que le viese nadie, que tenía concedido su
amor. Y aceptó. Dijo que estaba dispuesto a ir.
Y luego escribió al segundo que si iba a la
puerta de la iglesia de nueve a diez y se estaba allí hasta las cuatro de la
mañana, dos noches seguidas, y tuviera cuidado de no ser visto de nadie, que
tenía concedido su amor. Y él aceptó, que estaba dispuesto a hacerlo.
Y luego contesta al tercero que si va a la
puerta de la iglesia de diez a once, aquella noche, sin ser visto de nadie, y a
las once de la noche dice «¡Ánimas, salir!» y echa a correr, que tiene concedido
su amor.
Va él aquella noche y se está en la puerta de
la iglesia de diez a once. Y los otros dos ya estaban allí. Y a las once grita:
-¡Animas, salir!
-¡Animas, salir!
Y echa a correr como ella le había dicho. Los
otros, asustados, también echan a correr creyendo cada uno que los otros son
las ánimas. Y uno de ellos va tan asustado, creyendo que le van a coger las
ánimas, que cae por una cuesta rodando. Y le tienen los otros que auxiliar,
porque no se puede levantar. Y ya se cuentan lo que les ha pasao. Y por fin,
dicen que tienen que ponerse de acuerdo para darla una paliza a la señorita.
Y la escriben una carta y se la tiran por la
chimenea. Y en la carta la dicen que por ser tan buena, tan caritativa, tan
religiosa, que la va a dar Dios el premio: y que para eso tiene que vender
todas las fincas que tiene y hacer voto de pobreza; pero que todo tiene que
hacerlo con secreto, puesto que así podrá llegar al cielo; y que irán un día
por ella San Juan, San Pedro y Jesús el Nazareno, para llevársela al cielo; y
que cuando lo tenga todo vendido y todo el dinero reunido, deposite una carta
en el lugar que ellos la destinen. Y la dicen que a la una de la mañana del día
que queden de acuerdo, tiene que dejar la puerta abierta y tener despedida toda
la serVidumbre.
Y ya vendió todo,y les avisa diciendo que
tiene todo dispuesto y que tendrá la puerta abierta el día que hayan acordado.
Se presentaron a la una dé la mañana San Juan, San Pedro y Jesús el Nazareno, y
ella les entregó todo el dinero. Después de tener todo en su poder, la pegaron
una paliza y la dejaron tres pesetas para que se comprase agua de Vegeto para
curarse los verduguillos que la habían hecho de la paliza. Luego la encerraron
en su casa y la dejaron sola. Y así se vengaron los tres novios.
Cuéllar,
Segovia. Labradora
de unos 60 años. 22
de abril, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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