284. Cuento popular castellano
Éstos eran dos pueblos, Villota y Itero Seco,
que se encontraban enemis-tados por si tenía el uno más parcelas de terreno que
el otro. De donde resulta que el que tenía menos -Itero- escaseaba de pastos
para los ganaos. Pero ya los de Itero abusaban de entrar en el terreno de
Villota. Y los de este pueblo empezaron por imponerles algunas multas por la
entrada de los ganaos.
No obstante, seguían. Y los de Villota les
amenazaron hasta con quitarles el sol. Formaron parapetos en el monte, con
talayas y sogas, tendiendo cuarenta o cincuenta sábanas. La cuestión era armar
un patíbulo grande que llamase la atención. Se dieron cuenta los de Itero -que
es un pueblo de menos habitantes que Villota, y claro, creyeron que
efectivamente les quitaban el sol.
Bueno, en vista de esto, pues ya los de Itero
se bajaron a Villota a tener una reunión y arreglar la cuestión. Se llegó a un
acuerdo entre los dos. Y ya conformes los dos, Villota propuso, en prueba de la
buena amistaz que iban a tener, que como buenos vecinos Villota pondría una
tierra y Itero piezas de cecina para sembrarlas y criar terneras.
Convenidos todos, se señaló día para la
siembra de las piezas de cecina, acordando de que de la siembra se encargaría
el pueblo de Villota. Llegó el día señalado. Pero días antes, los de Villota
habían estado en distintos mataderos, de donde reunieron una partida de
cuernos. Y el día señalado, se comieron la cecina y enterraron los cuernos a
flor de tierra.
Transcurridos dos meses próximamente,
acordaron reunirse los dos pueblos para ver si nacían ya las terneras.
Efectivamente, vieron que asomaban algunas puntitas de cuernos ya fuera de la
tierra. Conformes los dos pueblos, se retiraron todos como buenos amigos.
A los dos meses, acordaron otra reunión. Y ya
entre ellos hubo uno de Itero que dijo:
-Puesto que tenemos ya un trato, pues vamos a
celebrarlo con una buena merienda.
Y claro, todos que sí; convinieron en que sí.
-Bueno, pues en ese caso -dijo otro de Itero-
vamos a sacar una ternera de las más crecidas.
-Bien.
Fueron a la tierra y donde comprendían que
sobresalían más los cuernos, llamaron a un tal Juanón, como uno de los de más
fuerza del pueblo de Itero. Y le dicen:
-Bueno, Juanón yá que tienes mucha fuerza, a
ver cómo sacas una ternera para darnos un banquete.
Y agarrando de un cuerno que estaba a flor de
tierra, tiró con tanta fuerza que se cayó de espaldas con el cuerno en la mano.
Y ya le dijeron todos:
-¡Bruto, que la has escornao! ¡De aquí ya no
sacas más!
Saldaña,
Palencia. Florencio
Garrido. 18
de mayo. 1936. 63
años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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