338. Cuento popular castellano
Era un labrador que había quedado viudo y
tenía una hija de corta edad. Y hicieron la matanza en la primera-época después
de morirse la madre, y el padre la dijo a la hija:
-En terminando los chorizos botigueños, ya no
hay que volver a echar chorizo en el puchero hasta que no venga el verano. Lo
demás hay que dejar para el verano.
-Y ¿cuándo vendrá el verano, padre?
-Cuando haga mucho calor.
Y un día, cuando el padre estaba fuera, llegó
un pobre a la puerta. Hacía mucho calor ese día, y la niña, recordando que su
.padre la había dicho que cuando hacía calor, venía el verano, le preguntó al
pobre si era el verano. Y contestó él:
-Sí, hija, sí; soy el verano.
-Pues, espere usted, que le bajo los chorizos
-dijo la niña, que ha dicho mi padre que son pa el verano.
Y subió ella, vació dos ollas de chorizos en
una criba y se los bajó al pobre al portal. El pobre se los echó en un saco y
se los llevó. Después llegó el padre del trabajo, y le dijo la hija:
-Padre, hoy ha llegao el verano, y le he dao
los chorizos.
-Pero hija, ¿ha venido el verano?
-Sí. Hacía mucho calor, vino un pobre, le
pregunté si era él el verano, y me dijo que sí, y le he bajao todos los
chorizos. Y los ha echao en un saco y se los ha llevao.
-Pero hija, y ¿dónde estará ese hombre?
-No sé dónde estará. Se echó el saco a la
costilla y se fue.
-Pues, anda, hija, ve a buscarle a ver Si le
encuentras por algún sitio.
Volvió la hija llorando porque no le había
encontrao. Y dice el padre:
-Pues, no ha habido una persona más
caritativa, que eran para mantener a los obreros para el verano.
Cuéllar,
Segovia. Labradora,
unos 60 años. 22
de abril, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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