Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 7 de julio de 2012

Los siete asturianos


288. Cuento popular castellano

Éstos eran una vez siete asturianos que venían para Castilla con una carga de manzanas. Al llegar al puerto encontraron un sapo grandísimo y dicen.los asturianos:
-¡Pentó! ¿Qué será esto? ¡Qué bicho! ¡Esto es una fiera! ¿Cómo se llamará?
Y entonces dice uno:
-Hay que volver unu pal pueblu y llamar al tío Juan, el de la Porra, que es un gran conocedor de bichos.
Mientras tanto, los que se quedaron con el sapo con cantos hi­cieron un corralito alrededor del sapo para que no se les escapase. Llega el tío Juan, el de la Porra, y le dicen los asturianos:
-Tío Juan, tío Juan, díganos a ver qué bicho es esto, porque no sabemos si es llobu, si es raposu; no sabemos lo que es.
Y dice el tío Juan, muy ufano:
-¡Sois unas bestias! ¡No conocer este bicho! Pues, hombre, ellos mismos lo dicen: pates cortes, hocicu romu. Pues, ¡la cigoñe, hombre, la cigoñe!
Los asturianos quedaron tan satisfechos y siguieron su camino, mientras el tío Juan se volvió al pueblo, muy contento de haberr conocido un bicho más.
Bajan los asturianos a un valle donde hay un río, y como ya era de noche tenían que pasar por el puente y estaba muy oscuro. La luna, que estaba llena, se reflejaba en el agua como si sería un tremendo queso. Y dice un asturiano:
-¡Pentó, muchachos! ¡Miraz qué quesu! ¡Con ese quesu tene­mos pa esta noche nosotrus! ¡Hay que cogerlu!
Y dicen los otros:
-Pues, ¿cómo le vamos a coger? Y dice el más listo:
-Pues, bien, chachus; bien. Agárromi yo del puente, a las mis patas se agarra otru, y a las patas del otru, otru, hasta que llegue­mos al río. Y el últimu que llegue al río se coge el quesu.
Ya habían formao la cuerda cuando el asturiano que estaba agarrao al puente les dice a los otros:
-¡Chachos, esperaros un poco, que me voy a hacer mancursio!
Era que se le escapaban las manos y las iba a escupir para vol­verse a agarrar de nuevo. Y cuando soltó las manos para escupír­selas, todos caeron al agua.
Después que caeron todos al agua, se cansaron de chapuzar y no pudieron coger el queso. Le veían, pero no le podían coger. Se salieron a la orilla y se sentaron todos juntos en corro; y estaban asustaos, creyendo que alguno había quedado en el agua, que al­guno de ellos tenía que faltar. Eran siete. Y venga a contar y venga a contar:
-Uno, dos, tres, cuatro; cinco, seis.
Contaban hasta seis; y venga a contar y venga a contar. Pero el que contaba, nunca se contaba. Así que siempre faltaba uno y no sabían quién era.
Pasaba un hombre por el camino y le llamaron:
-Oiga, buen hombre, ¿no hará ustez el favor de venir a con­tamos? Hemos caído al río y falta uno, y no sabemos cuál és el que falta.
El buen hombre dijo que sí. Llevaba una buena estaca en la mano y le dio un estacazo a uno. Y dice el hombre:
-¡Ijujú, que yo no falto!
Y así sucesivamente fue dando un buen estacazo a cada uno, y todos salían dando vueltas y diciendo:
-¡Ijujú, que yo no falto!
Después que terminó y de que no faltaba ninguno, le dijeron al hombre:
-¿Cuántu le damus por su trabaju? Y contesta el hombre:
-Nada, hombre, nada.
Y entonces los asturianos, muy contentos, le dicen al hombre:
-¡En el cielo le veamos haciendo favores!

Morgovejo (Riaño), León. Ascaria Prieto de Castro. 20 de mayo, 1936. Obrera, 51 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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