288. Cuento popular castellano
Éstos eran una vez siete asturianos que
venían para Castilla con una carga de manzanas. Al llegar al puerto encontraron
un sapo grandísimo y dicen.los asturianos:
-¡Pentó! ¿Qué será esto? ¡Qué bicho! ¡Esto es
una fiera! ¿Cómo se llamará?
Y entonces dice uno:
-Hay que volver unu pal pueblu y llamar al
tío Juan, el de la Porra ,
que es un gran conocedor de bichos.
Mientras tanto, los que se quedaron con el
sapo con cantos hicieron un corralito alrededor del sapo para que no se les
escapase. Llega el tío Juan, el de la
Porra , y le dicen los asturianos:
-Tío Juan, tío Juan, díganos a ver qué bicho
es esto, porque no sabemos si es llobu, si es raposu; no sabemos lo que es.
Y dice el tío Juan, muy ufano:
-¡Sois unas bestias! ¡No conocer este bicho!
Pues, hombre, ellos mismos lo dicen: pates cortes, hocicu romu. Pues, ¡la
cigoñe, hombre, la cigoñe!
Los asturianos quedaron tan satisfechos y
siguieron su camino, mientras el tío Juan se volvió al pueblo, muy contento de
haberr conocido un bicho más.
Bajan los asturianos a un valle donde hay un
río, y como ya era de noche tenían que pasar por el puente y estaba muy oscuro.
La luna, que estaba llena, se reflejaba en el agua como si sería un tremendo
queso. Y dice un asturiano:
-¡Pentó, muchachos! ¡Miraz qué quesu! ¡Con
ese quesu tenemos pa esta noche nosotrus! ¡Hay que cogerlu!
Y dicen los otros:
-Pues, ¿cómo le vamos a coger? Y dice el más
listo:
-Pues, bien, chachus; bien. Agárromi yo del
puente, a las mis patas se agarra otru, y a las patas del otru, otru, hasta que
lleguemos al río. Y el últimu que llegue al río se coge el quesu.
Ya habían formao la cuerda cuando el
asturiano que estaba agarrao al puente les dice a los otros:
-¡Chachos, esperaros un poco, que me voy a
hacer mancursio!
Era que se le escapaban las manos y las iba a
escupir para volverse a agarrar de nuevo. Y cuando soltó las manos para
escupírselas, todos caeron al agua.
Después que caeron todos al agua, se cansaron
de chapuzar y no pudieron coger el queso. Le veían, pero no le podían coger. Se
salieron a la orilla y se sentaron todos juntos en corro; y estaban asustaos,
creyendo que alguno había quedado en el agua, que alguno de ellos tenía que
faltar. Eran siete. Y venga a contar y venga a contar:
-Uno, dos, tres, cuatro; cinco, seis.
Contaban hasta seis; y venga a contar y venga
a contar. Pero el que contaba, nunca se contaba. Así que siempre faltaba uno y
no sabían quién era.
Pasaba un hombre por el camino y le llamaron:
-Oiga, buen hombre, ¿no hará ustez el favor
de venir a contamos? Hemos caído al río y falta uno, y no sabemos cuál és el
que falta.
El buen hombre dijo que sí. Llevaba una buena
estaca en la mano y le dio un estacazo a uno. Y dice el hombre:
-¡Ijujú, que yo no falto!
Y así sucesivamente fue dando un buen
estacazo a cada uno, y todos salían dando vueltas y diciendo:
-¡Ijujú, que yo no falto!
Después que terminó y de que no faltaba
ninguno, le dijeron al hombre:
-¿Cuántu le damus por su trabaju? Y contesta
el hombre:
-Nada, hombre, nada.
Y entonces los asturianos, muy contentos, le
dicen al hombre:
-¡En el cielo le veamos haciendo favores!
Morgovejo
(Riaño), León. Ascaria
Prieto de Castro. 20
de mayo, 1936. Obrera,
51 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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