Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 7 de julio de 2012

Mi marido foise a feira

298. Cuento popular castellano

Ésta era una mujer casa que era amiga de un cura. Y se que­rían deshacer del marido, que era un poco tonto. Y dijo el cura a la mujer:
-Pues es muy bueno; no sé qué hacer con él; ya le buscaré alguna falta.
El pobre marido fue a confesarse, y como siempre, no tenía casi pecados. Y se le ocurrió al cura preguntarle si se enfadaba algu­na vez.
-Sí -contestó el marido, con el gato algunas veces. Algunas veces le digo, «¡Chape, gato!».
Entonces el cura -le pregunta:
-¿Es gato o es gata?
-Es gata -contesta el marido.
Y el cura le dijo entonces:
-Pues haces una falta muy grave; levantas así un falso testi­monio. No te puedo perdonar. Tienes que ir a Roma a que te lo perdonen.
El pobre marido se marchó a casa muy afligido, y la dijo a su mujer lo que le pasaba y que tenía que ir a Roma. Y la mujer le decía:
-¡Ay, mi Juan! ¿Qué has hecho?
Y Juan contestó:
-Pues mira; ahí ves: levantar un falso testimonio a la gata. Prepárame unas boroniñas y un quesín para el camino.
Arregló la burra y se despidió de la mujer y se marchó a Roma. Y de que llegó a pocos kilómetros del pueblo, se encontró con un arriero que venía hacia el pueblo con otra burra. Le preguntó que adónde iba, y éste le dijo que iba a Roma a que le perdonara el Santo Padre un pecado que había cometido.
-¿Cómo es posible que tú, que eres tan bueno, hayas podido cometer un pecao que tengas que ir a Roma?
-Sí, chico, sí; que me he enfadado y he dicho «¡Chape, gato!» en vez de «¡Chape, gata!».
-Eso a mí me huele que te querían a ti alejar del pueblo. Si te quieres convencer, vuélvete conmigo y lo verás.
Juanín decía que no, que no era posible que le engañaran. Pero el otro le dijo:
-Yo te apuesto la mi rucia contra la tu guaya; vuélvete y verás.
Le metió en un saco y le colocó sobre su burra para que no le viesen volver al pueblo. Entraron en el pueblo y se llegaron a la casa de Juanín, donde estaba la mujer preparando una gran co­mida para festejar con su amigo la marcha de su marido. El arrie­ro le pidió permiso para descansar allí en casa de ellos. Y ella le dijo:
-Sí, sí, entre, que precisamente estábamos preparando una bue­na comida.
El arriero le pidió permiso para colocar un saco que llevaba y que decía que era de cuidado. Pidió que le dejaran colocarlo en la cocina, en un rincón. Y ella le dijo que todo lo que quisiera.
Se pusieron a comer los tres, y después de haber comido admi­rablemente le dijo el cura a la mujer que debía de decir algo para festejar la marcha del marido. Entonces ella se puso a cantar:
-Mi marido foise a feira, ¡permita Dios que non vuelva!
Entonces ella le dijo a su amigo que él también debía de can­tar, y él se puso a cantar:
-Si tu marido no volviera, buena renta nos cayera.
Entonces ella también le dijo al arriero que cantara, y él cantó:
-Y eso que estáis en ese jergón, ¿qué contestáis a esta canción?
Y el que estaba en el saco en el rincón se puso a cantar:
-Ya que se me fue la rucia y la guaya, ¡péscame a ése, que no se me vaya!
Y le agarró el arriero al otro, y salió el marido y le dieron una buena panadera.

Cimiano (Panes), Oviedo. Doña Ezequiela Manero. 25 de mayo, 1936. 50 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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