443. Cuento popular castellano
Ahora que estamos despacio, contaremos mil
mentiras.
Por el río corren liebres, por el monte las
enguilas. Cada rabazo que pegan, que derriban las cajigas.
Cuando
yo nací,
mi
padre, de por nacer,
me
metió a pastor de cabras, unas negras y otras blancas.
Vino
el lobo;
me,llevó
la mejor. Fui tras de él;
me
dio cien cántaras de miel.
Ahora sí que tengo miel; pero no tengo onde
echarlo. Eché la mano al sobaco. Saqué un zurrón y un saco.
Ahora sí que tengo en qué llevarlo; pero no
tengo con qué amarrarlo. Eché mano a las barbas. Saqué una soga -pero ¡qué
larga!
Ahora sí que tengo con qué amarrarlo; pero no
tengo con qué cargarlo. Pegué un palo en un terrón; salió un hombrachón -pero
¡qué gordinflón!
Ahora sí que tengo con que cargarlo; pero no
con qué llevarlo. Pegué un palo en una encina; salió una borriquina -pero ¡qué
fina!
Ya lo amarré y lo cargué,
Y le dije cuánto era su trabajo.
Y me dijo que me echara a rodar. Por la
cuesta abajo me eché a rodar.
Fui a parar a un arbejal. Comí cien cargas de
arbejas;
Tocaron a misa,
Si no hubieran tocao, sí hubiera acabao.
Fui a misa con gran devoción.
Cuando el señor cura decía: «Oremos, oremos,»
Yo entendí que había dicho: «Cagaremos, cagaremos.»
Me arremangué hasta los sobacos, cagué hasta
los mismos tajos. Se arrecata el señor cura y dice: «Echar fuera a este loco».
Y yo entendí que había dicho que había cagao
poco.
Me arremangué hasta las orejas y cagué hasta
las mismas tejas.
Salí de misa con ganas de almorzar.
El tabernero estaba de parto, la mujer estaba
a arar.
Los bueyes traían al hombro el arao a
apacentar. El gato espumando la olla, el cucharón a cazar. El burro estaba en
la cuna, y el niño en el muladar.
Pomar
de Valdivia, Palencia. Eugenio
Gutiérrez. 1919. 55 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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