457. Cuento popular castellano
Era un labrador que tenía que servir la Vara del Señor. Y se
encontraba sin recursos. Y fue a casa de tres o cuatro amigos a ver si le
dejaban las pesetas que le hacían falta. Y ninguno se las dejó:
Mas tenía un amigo forastero. Cogió el
caballo y se marchó en casa del forastero. Y iba pensando que si no se lo daba,
que mandaba el alma al demonio -por no verse en una afrenta, de no poder
servir la Vara
del Señor.
Mas se le presentó un señor de a caballo:
-¿Dónde va el amigo?
-Ahí, a ese pueblo cercano, a ver si me
remedian en lo que les pido, porque si no, no sé qué voy a hacer.
-¡Hombre! Y ¿qué va usted a hacer? Dígame qué
tiene su pensamiento.
-Pues, que si no me da lo que le pido,
mandaré el alma al demonio.
-Sí, señor. Me comprometo a hacer escritura.
El caballero le dio el dinero y con la sangre
de las venas hicieron la escritura. Mas el caballero le puso el plazo en que
se lo tenía que pagar -once meses. Si a los once meses no le devolvía el
dinero, le llevaba el alma.
Y ya se volvió a casa y dijo a su esposa que
ya traía el dinero para hacer la función.
Pues ya se pasaron los diez meses. Y vino un
pobre pidiendo a la puerta -una limosna y por favor que le recogieran, aunque
fuera en un rinconcico. Bueno, pues los señores le recogieron. Y por la mañana
no aparecía el pobre allí.
Se pasaron tres semanas. Y el labrador, a
medianoche, pues le oprimían un pesor y estrechamiento de cuerpo y no le
dejaban respirar. Así sucesivamente por siete días. Conque ya fue y se lo dijo
a su esposa:
-No sé qué tengo. A mí a medianoche me
oprimen mucho y no me dejan respirar. Y no te puedo llamar.
Y le dijo la mujer:
-Pues, ¿has mandao alguna misa o manda por
casualidad?
-Yo no. Yo no he mandao ni mandas ni misas.
-Pues, ¿cómo es eso de no poder tú respirar o
llamarme? ¿No has hecho tú ninguna manda?
Pos ya fue y le dijo a su esposa:
-Cuando serví la Vara del Señor, que fui a por
el dinero a tal pueblo, iba yo pensando por el camino que si el señor del
pueblo no me daba el dinero, daba el alma al demonio. Y se presentó un señor de
a caballo y me dijo si me sustenía en lo que había dicho -y le dije que sí. Me
dio el dinero y le prometí pagárselo a los once meses. Y ya cumple el plazo. Y
quizás será eso lo que me oprime. Mas siempre que venga el pobre a pedir
recogimiento, se le recogerá, por si acaso ocurre algo.
Y dice la mujer:
-¡Ay, hombre! ¿Qué has hecho? ¡Siempre será
el, diablo!
-¡Ca, no, mujer! Creo yo que no. Pero por si
acaso, siempre que venga el pobre, hay que recogerle.
Mas ya faltando la última noche, vino el
pobre a la puerta y le recogieron. Y a medianoche, estando en la cama, el
labrador oyó una voz que le dijo:
-Si dices las doce palabras dichas y
retorneadas, te perdono el alma.
Mas el pobre las dijo:
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime la una.
-La una, la Virgen pura, que parió en Belén, donde reinará
jamás, amén.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las dos.
-Las dos, las dos tablitas de Moisé, donde
sube Cristo y baja a la casa Jerusalén. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las tres.
-Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos
tablitas de Moisé. La una, la
Virgen pura.
-De las las cuatro.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las cuatro.
-Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las
tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las cinco.
-Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los
cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de
Moisé. La una, la Virgen
pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las seis.
-Las seis, las seis candelarias. Las cinco,
las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres
Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. Laa una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las siete.
-Las siete, los siete dolores. Las seis, las
seis candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro
evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La
una, la Virgen
pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las ocho.
-Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los
siete dolores. Las seis, las seis candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las
cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos
tablitas de Moisé. La una, la
Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las nueve.
-Las nueve, los nueve meses. Las ocho, los
ocho gozos. Las siete, los siete dolores. Las seis, las seis candelarias. Las
cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las
tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las diez.
-Las diez, los diez mandamientos. Las nueve,
los nueve meses. Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete dolores. Las
seis, las seis candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro
evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé.
La una, la Virgen
pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las once.
-Las once, las once mil vírgenes. Las diez,
los diez mandamientos. Las nueve, los nueve meses. Las ocho, los ocho gozos.
Las siete, los siete dolores. Las seis, las seis candelarias. Las cinco, las
cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías.
Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las doce.
-Las doce, los doce apóstoles. Las once, las
once mil vírgenes. Las diez, los diez mandamientos. Las nueve, los nueve meses.
Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete dolores. Las seis, las seis
candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas.
Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas,
cristiano, dime las trece.
-Las trece, los trece rayos del sol, ¡que
reviente el demonio por el corazón!
Y al decir «Los trece rayos del sol, ¡que
reviente el demonio por el corazón!», dio un estampido y dijo:
-¡De buena te has librao!
Mas el labrador estando en la cama, quedó la
mano del diablo estampada en la cabecera.
Fuentelapeña,
Zamora. 2
de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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