Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

viernes, 6 de julio de 2012

La difunta y el caballero


330. Cuento popular castellano

Era una mujer que estaba casada. Y se murió ella, y quedó el marido viudo. Y al volver de la ilesia, el día del entierro, echaron de menos las morcillas que tenían guardadas para el invierno. Y la dice el marido a una hija que tenía:
-¡Coño! ¡Tu madre nos ha llevao las morcillas al otro mundo!
-¡Allí va a llevar mi madre las morcillas! -decía la chica.
Coge su padre y se va a la ilesia donde estaba enterrada. Y el hombre desenterró a su mujer y la sacaba a cuestas metida en una talega. Y al tiempo de salir de la ilesia, de una casa que había enfrente de la puerta de la ilesia salen unos estudiantes con una talega llena de morcillas, las que habían robado en casa del viudo. Y dice el hombre:
-¡Ah, pícaros! ¡Vosotros habéis sido los que me habéis llevao las morcillas!
Tiraron la talega en el suelo y echaron a correr. Y el hombre dejó a su difunta, que la sacaba en la talega metida, y se cogió la talega de morcillas. Fue a casa y la dijo a su hija:
-Mira, ¡eh! Decías que no había llevao tu madre las morcillas al otro mundo. Sí, que las había llevao. Sí, mira, mira.
Vuelven los estudiantes. Dicen:
-No nos han llevao las morcillas.
Se la echan a cuestas, la talega, y se la llevaron en casa de uno de ellos.
-¡Vaya! -dicen-. Vamos a ver qué tal están las morcillas. Desatan la talega y se encuentran con la difunta.
-¡Coño! ¡Nosotros somos perdidos! ¿Aónde vamos a ir con esta difunta?
Y dice un estudiante:
-No asustarse, que esto se arregla pronto.
Fueron a la puerta de una posada muy de noche, que iban casi todas las noches a hacerles rabiar a los de la posada. Y la puson a la mujer con cuatro listones pinada, para que se tuviera de pie, frente a la ventana de la posada. Y empezaron los estudiantes a dar guerra al de la posada. Coge el posadero un adobe, le tiró por la ventana y le plantó en mitá el pecho a la difunta. Y la dice a la mujer:
-Fulana -dice-. He matao a uno. Está tendido en el suelo. Vamos a ver.
Se levantan y la metieron en casa.
-Vamos a ser perdidos -dice el de la posada a su mujer. Y dice la mujer al marido:
-No te asustes, que esto se arregla muy pronto.
Habían llegado a la posada dos arrieros con unas banastas de fresco.
-Pues, mira -dice la mujer al marida. Vamos a sacar la pesca de una banasta.
Y metieron la mujer allí. A otro día por la mañana cargan los arrieros las banastas y tomaron la marcha a otro pueblo. Y lleva­ban un caballejo entero. Y le dice el un arriero al otro:
-¡Coño, chico! ¡Qué mal sienta la carga! De aquí nos deben de haber sacao pesca.
Van a mirar a la carga y se encuentran que está allí la difunta.
-¡Coño, que aónde vamos ahora con ésta! ¡Estamos perdidos! Y dice el un arriero al otro:
-Montarla a caballo en el caballejo.
Y con cuatro palos que la puson, para que se tendría derecho en el caballejo... y le echaron al caballejo con la difunta al cam­po. Y ellos, claro, marcharon a otro pueblo.
Y como el caballo estaba desmandao, andaba por los trigos. Va el guarda:
-¡Oiga ustez, haga ustez el favor de salirse del trigo!
Y el caballejo se ponía a relinchar. Y al relinchar, se meneaba la mujer. Y estuvon tres días o cuatro, y ya el guarda dio aviso al alcalde que el demonio estaba en el campo. Trató el alcalde con el cura y todo el pueblo en general en ir a conjurar al campo. Y el señor cura tenía una yegüecita roja, y se puso a caballo en ella.
Y según estaba conjurando el campo, la yegua, que estaba alta... el caballo que la fatea... empieza a correr detrás de la yegua... y el cura tan asustao de que iba el demonio detrás de él. Al llegar a casa, agachó la cabeza y entró en el portal sin bajarse de la yegua. Y el caballejo entró también, y al tiempo de entrar el caba­llejo en el portal, se dio una frontinada la viejaa y se cayó del caba­llo. Y así se salvaron todos.

Astudillo, Palencia. Pedro Velasco.
16 de mayo, 1936. Labrador, 69 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


No hay comentarios:

Publicar un comentario