236. Cuento popular castellano
Eran unos jóvenes muy enamoraos que se
casaron. Y él estaba muy enamorao de ella, porque decía que era muy dispuesta
y muy trabajadora. Mas desde el día que se casó, no pensaba más que estar en la
cama y ni hacía nada, ni nada. Y su marido la decía que no, que ya había que
trabajar y que había que hacer las cosas de la casa como él iba al campo a
hacer lo que tenía que hacer.
Mas venía del campo, y ella ¡nada!, no había
hecho nada. Y él se cansaba a decirla que trabajara... a decirla lo que tenía
que hacer, y eso... Mas viendo que no adelantaba nada con ella, un día, a
tiempo de irse al campo, colgó el capote de la puerta de la cocina. Y la llamó
a ella y la dice:
-Mira, ve aquí, cuelgo aquí este capote. Y
dice al capote:
-Mira, capote; cuando venga yo, a ver si has
fregao, has barrido, has hecho la cama... Y todo lo que hay que hacer en casa.
Si no, yo me entenderé contigo.
Y él se fue al campo.
Conque ella, todo el día, le estuvo diciendo:
-Capote, friega; capote,
barre; capote, haz la cena; capote, haz la cama. ¡Mira,
que va a venir mi marido!
Pero el capote no se meneaba de la puerta.
Conque llegó, y no había hecho nada el
capote. Y dice ella:
-Mira; por más que le he estado diciendo que haga
lo que le mandastes, no ha querido hacerlo. Dice:
-Pues, no te apures. Póntele.
Se puso el capote, y ya cogió la vara de arar
y empezó a darle al capote.
-Toma, paa que friegues; pa que barras.., y
hagas todo lo que haya que hacer en casa. Y si mañana, cuando venga, no está
hecho todo lo que haya que hacer en la casa, disponte a llevar otra más grande.
Y al otro día colgó el capote a la puerta de
la cocina y le volvió a decir que fregara, que barriera, hiciera la cama y
hiciera la cena. Y él se fue al campo.
La mujer estuvo mandándoselo toda la mañana.
Mas viendo que el capote no hacía nada, fue ella y se puso a hacer todo lo que
había que hacer.
Llegó su marido y le dijo:
-Mira, el capote no ha querido hacer nada. Y
lo he tenido yo que hacer todo. De manera que dale la zurra que le distes
anoche.
Y entonces la dijo el marido que el capote no
lo tenía que hacer, que el que lo tenía que hacer era ella... que si no seguía
haciéndolo todos los días como aquel día, que todos los días la esperaba la
misma propina.
De manera que ella escarmentó y se hizo una
mujer que todos los días tenía todo hecho cuando volvía el marido. Y vivieron
felices...
Medina
del Campo, Valladolid.
Julia,
señora de unos 55 años. 8 de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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