Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de julio de 2012

La zarrampla

485. Cuento popular castellano

Era una abuelita que tenía tres nietas. Un día las mandó a una a coser una camisa, a otra a barrer y a otra a planchar unos can­zoncillos. Y las dijo:
-La que termine antes sale a la solana y coge pan y miel.
Y terminó la mayor la primera y subió a la solana. En la solana había una zarrampla y la dijo a la niña:
-¡Niñita, niñita, no pases de acá, que soy una zarrampla y te voy a tragar!
Y la niña, no haciendo caso, pasó y la zarrampla se la tragó. Terminó la otra hermana y la dijo la abuela: 
-Anda, sube a la solana y coges pan y miel y di a la otra hermana que baje.
Fue esta hermana a la solana y la zarrampla la dijo:
-¡Niñita, niñita., no pases de acá, que soy una zarrampla y te vi a tragar!
Pero esta hermana también pasó y la zarrampla se la tragó. Terminó la más pequeña y la dijo la abuela:
-Anda, sube a la solana y coges pan y miel, y di a las otras dos hermanas que bajen, que si subo, las voy a tirar rodando por la escalera.
Fue la más pequeña a la solana y la zarrampla la dijo:
-¡Niñita, niñita, no pases de acá, que soy una zarrampla y te voy a tragar!
Tampoco la quiso hacer caso esta hermana. Pasó y la zarram­pla se la tragó.
Y al ver que tardaban tanto, subió la abuela a la solana, y dijo la zarrampla:
-¡Abuelita, abuelita, no subas acá, que soy una zarrampla y te voy a tragar!
Se bajó llorando la abuela y se sentó a la puerta de su casa. Pasó por allí un aceitero y la dijo:
-Abuelita, ¿por qué llora usted tanto?
-Porque hay en la solana una zarrampla -contestó la abue­lita, que se tragó a mis tres nietas.
-¡No se apure, no se apure! -la dijo el aceitero, que yo subo a la solana, la meto a la zarrampla en la aceitera y salen sus tres nietas.
Al subir el aceitero, le dijo la zarrampla:
-¡Aceitero, aceitero, no suba usted acá, que soy una zarram­pla y le voy a tragar!
Subió el aceitero y la zarrampla se le tragó.
Entonces bajó la abuelita llorando otra vez y se puso en la puerta. Y pasó un pimentonero y la dijo:
-Abuelita, ¿por qué llora usted tanto?      
-Porque hay en mi solana una zarrampla que se ha tragao a mis tres nietas y a un aceitero.
-¡No se apure, no se apure! -la dijo el pimentonero, que yo la echo un poco de pimiento y salen cantando todos.
Y al subir el pimentonero, le dijo la zarrampla:
-¡Pimentonero, pimentonero, no suba usted acá, que soy una zarrampla y le voy a tragar!
Conque subió el pimentonero y la zarrampla se le tragó.
Bajó la abuela llorando otra vez y se puso a la puerta. Pasó una pareja con unos bigotes muy largos que parecían hipopótamos y la dijeron:
-Abuelita, abuelita, ¿por qué llora usted tanto?
-Porque hay en mi solana una zarrampla -contestó- que se ha tragao a mis tres nietecitas, a un aceitero y a un pimentonero.
-¡No se apure, no se apure! -la dijeron, que nosotros con nuestros fusiles la matamos y salen todos cantando.
Y al subir les dijo la zarrampla:
-¡Pareja de guardias, no subáis acá, que soy una zarrampla y os voy a tragar!
Subieron y la zarrampla se les tragó.
Se bajó la abuela y se puso a llorar en la puerta, más fuerte que las otras veces. Pasó por allí una hormiga y la dijo:
-Abuelita, abuelita, ¿por qué llora usted tanto?
-Porque hay en mi solana una zarrampla que se ha tragao a mis tres nietecitas, a un aceitero, a un pimentonero y a una pareja de guardias.
Y la dijo la hormiga a la abuela:
-¿Cuántos chochitos me da usted si mato a la zarrampla, salen sus tres nietas, el aceitero, el pimentonero y la pareja de guardias civiles?
-Una fanega de trigo -contestó la abuelita.
-¡No coge tanto en mi buchito! -dijo la hormiga.
-Te daré un puñadito.
-¡No coge tanto en mi buchito!
 -Te daré cinco chochitos.
-¡No coge tanto en mi buchito!
-Te daré un chochito.
-¡Ose sí que coge en mi buchito!
Y al subir las escaleras la hormiga, la dijo la zarrampla:
-¡Hormiguita, hormiguita, no subas acá, que soy una zarram­pla y te voy a tragar!
Y la contestó la hormiguita:
-¡Yo soy una hormiguita de mi hormigal; te pico en el culo y te hago bailar!
Conque subió, la picó en el culo y salieron todos cantando. Y se fue la zarrampla y cada uno se fue a su casa.

Peñafiel, Valladolid. Fernando Álvarez Gallego. 29 de abril, 1936. 12 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

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