Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de julio de 2012

La mula del cura

439. Cuento popular castellano

Era un señor cura que tenía una huerta, y en ella tenía una noria y una mula que estaba día y noche enganchada a la noria dando vueltas para sacar agua. La noria estaba muy cerca de la casa del señor cura. Él tenía unas esquilas puestas a la mula para poder oírlas desde su casa. Cuando se paraban las esquilas, es que se había parao la mula. Entonces el cura se asomaba a la ventana, desde allí arreaba a la mula, y ella seguía dando vueltas.
Un día pasaron por allí unos estudiantes que tenían mucha hambre y no tenían dinero para comer. Empezaron a estudiar la manera de robar al cura la mula; pero no podían llevársela y de­jar la noria parada, porque el cura, al no sentir las esquilas desde su casa, se asomaría a la ventana y vería en seguida que le habían robao la mula.
Acordaron que al que le tocara, se quedara dando vueltas a la noria, para que sonaran las esquilas, y así el cura no se daría cuen­ta hasta que ellos estuvieran lejos. Así lo hicieron, y el que quedó dando vueltas a la noria estuvo toda la noche; pero cuando se cansó, se paró. El cura, al levantarse y no oír las esquilas, se asomó a la ventana y, viendo a un hombre en lugar de su mula, se armó con un cuchillo muy grande y fue a ver qué pasaba. Al verle llegar, el estudiante se puso los pelos de punta; pero ya tenía pen­sado lo que iba a decirle y le dijo:
-Mire usted, señor cura; yo soy su mula, que estaba castiga­do por una vieja a tirar veinte años de una noria. Hoy cumple el plazo y, como he rezado mucho, Dios ha hecho que me vuelva a mi forma humana. Así que usted me tendrá compasión y me de­jará marchar sano y salvo. Si en alguna ocasión volviera usted a encontrarme hecho mula, no se asuste usted, que soy el mismo.
El cura, al oír la relación del estudiante, le dejó marchar, en­cargándole que rezara mucho para no volver a ser castigado. El estudiante, cuando se vio libre, fue en busca de sus amigos y les contó lo ocurrido. Y fueron a la feria a vender la mula del cura.
El cura fue a comprar otra mula a la feria. La primera que vio fue la suya; pero se apartó de ella como alma que lleva el dia­blo, diciendo:
-A mí ya me la has dado una vez. Ahora el que no te conozca te compre.

Pedraza, Segovia. María Pascual. 25 de marzo, 1936. 28 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

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