439. Cuento popular castellano
Era un señor cura que tenía una huerta, y en
ella tenía una noria y una mula que estaba día y noche enganchada a la noria
dando vueltas para sacar agua. La noria estaba muy cerca de la casa del señor
cura. Él tenía unas esquilas puestas a la mula para poder oírlas desde su casa.
Cuando se paraban las esquilas, es que se había parao la mula. Entonces el cura
se asomaba a la ventana, desde allí arreaba a la mula, y ella seguía dando
vueltas.
Un día pasaron por allí unos estudiantes que
tenían mucha hambre y no tenían dinero para comer. Empezaron a estudiar la
manera de robar al cura la mula; pero no podían llevársela y dejar la noria
parada, porque el cura, al no sentir las esquilas desde su casa, se asomaría a
la ventana y vería en seguida que le habían robao la mula.
Acordaron que al que le tocara, se quedara
dando vueltas a la noria, para que sonaran las esquilas, y así el cura no se
daría cuenta hasta que ellos estuvieran lejos. Así lo hicieron, y el que quedó
dando vueltas a la noria estuvo toda la noche; pero cuando se cansó, se paró.
El cura, al levantarse y no oír las esquilas, se asomó a la ventana y, viendo a
un hombre en lugar de su mula, se armó con un cuchillo muy grande y fue a ver
qué pasaba. Al verle llegar, el estudiante se puso los pelos de punta; pero ya
tenía pensado lo que iba a decirle y le dijo:
-Mire usted, señor cura; yo soy su mula, que
estaba castigado por una vieja a tirar veinte años de una noria. Hoy cumple el
plazo y, como he rezado mucho, Dios ha hecho que me vuelva a mi forma humana.
Así que usted me tendrá compasión y me dejará marchar sano y salvo. Si en
alguna ocasión volviera usted a encontrarme hecho mula, no se asuste usted, que
soy el mismo.
El cura, al oír la relación del estudiante,
le dejó marchar, encargándole que rezara mucho para no volver a ser castigado.
El estudiante, cuando se vio libre, fue en busca de sus amigos y les contó lo
ocurrido. Y fueron a la feria a vender la mula del cura.
El cura fue a comprar otra mula a la feria.
La primera que vio fue la suya; pero se apartó de ella como alma que lleva el
diablo, diciendo:
-A mí ya me la has dado una vez. Ahora el que
no te conozca te compre.
Pedraza,
Segovia. María Pascual. 25
de marzo, 1936. 28 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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