302. Cuento popular castellano
Era un matrimonio y el hombre era labrador. Y
se iba al campo todos los días. Y venía y ella le decía que estaba malita. Y
ella no comía nada y le decía que en ayunas la había quedao y en ayunas la
encontraba. Y todos los días le decía lo mismo.
Y ya fue él y se lo contó a un amigo -que su
mujer, que no comía nada; que él se iba al campo y la quedaba en ayunas, y en
ayunas decía que la encontraba cuando venía. Y le dice el amigo que no sea
tonto, que no lo crea; su mujer tiene que coíner, que si no, ya se había
muerto. Y dice:
-Mañana voy yo al campo por ti. Y tú te
escondes donde ella no te vea. Sacas las mulas a la trasera, y yo voy con tus
mulas.
Que así lo hicieron. Le sacó las mulas, y él
se escondió en un sitio de la cocina donde ella no le vía. Y no hizo más que
irse, y dice ella:
-¡Gracias a Dios, ya se fue! Voy a matar un
gallo. Y le arregló y se le comió. Mas luego, ya a la hora:
-Me voy a migar una cazuela de leche.
Luego, ya a la otra hora (ya era la hora de
venir él), dice:
-Antes de que venga, me voy a beber un vaso de leche y a tomar
un tazón de chocolate.
Y él ya, como era la hora de venir su amigo,
salió a cogerle las mulas. Y ya entró con el ganao. Lo arregló y se fue a ver a
la mujer. Y dice:
-¿Qué tal hoy?
Dice:
-Pues, lo mismo: sin poder tomar nada. Y tú
-dice, ¿qué tal?
-Pues, me senté a comer y vino una polvareda
y me cegó: las plumas del gallo que tú te comistes; mas luego cayó una nevada
de la cazuela de migas de leche que te comistes; pues casi a la hora de
venirme, cayó un chaparrón de agua y de chinarros del chocolate y del vaso de
leche que te bebistes. Mas ahora, ¡disponte a llevar tantos palos que plumas
tenía el gallo que te has comido! ¡Para que engañes otra vez a tu marido!
Y la arreó de palos.
Medina
del Campo, Valladolid.
Julia,
señora de unos 55 años (entrevistada en Nava del Rey, Valladolid). 8
de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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