399. Cuento popular castellano
En un pueblo era la fiesta de San Ceferino,
el patrón del pueblo. Y tenían la costumbre de predicar el sermón teniendo en
la mano la calavera del santo. Y se les ocurrió al sacristán y a los
monaguillos llenar la calavera con moscas de caballo y tapar los huecos con un
poco de cera.
Cuando subió el predicador al púlpito, ya
estaban para salirse todas las moscas, de modo que en cuanto la cogió en la
mano y empezó el sermón, empezaron a salir moscas y a colocársele por el cuello
y por la cabeza. Y él, al hablar de San Ceferino y de sus virtudes, tenía que
darse manotazos. Y él decía al auditorio:
-Ésta es la cabeza de San Ceferino!
Y se daba un manotazo en la cabeza.
-¡Ésta es la cabeza del Santo mártir de este
pueblo! Y otro manotazo en el cuello.
-Teníamos que aprender mucho de este gran
santo.
Otro manotazo. Ya el cura se iba poniendo
nervioso.
-Este Santo, que fue el protector del
pueblo...
¡Pum! Otro manotazo, y las moscas salían ya a
montones. Y el cura se cansaba de dar golpes, dándose manotazos por todas partes
hasta que él ya, exasperado del todo, soltó la cabeza, diciendo:
-¡Ésta es la cabeza de San Cuernos, que esto
no se hace con hombres!
Burgos,
Burgos. Ecequiela
Manero. 2
de junio, 1936. 50
años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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