Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 31 de enero de 2015

La muchacha y el fantasma .008

Una chica que vivía en un poblado no conseguía casarse con nin­gún hombre: cuando alguno iba a conquistarla, sus padres siempre se oponían. Y era la única chica soltera del poblado.
Esto llegó a oídos de un fantasma que decidió probar suerte. Pero, como no tenía nada, pidió prestado todo lo que necesitaba para acer­carse al poblado de la chica: en un pueblo le dejaron una bicicleta, en otro unos calzoncillos, y así sucesivamente fue consiguiendo unos za­patos, unos pantalones, una camisa, un peine, una chaqueta y una corbatai. Con todo ello quedó muy elegante. Y, cuando llegó al pobla­do de la chica, ésta quedó impresionada y se ilusionó con él.
De manera que le trató de una forma exquisita: le preparó la cama, le dio comida, le facilitó el baño, y al llegar la noche durmieron separa­dos. A la mañana siguiente, el fantasma habló claramente al padre de la chica: «Me gusta tu hija, y quiero casarme con ella. Pídeme lo que quieras, pero deja que nos casemos». El padre respondió: «No creas que solamente busco tu dinero. Lo único que te pido para que puedas casarte es que la cuides y que la mantengas tal como hemos hecho hasta ahora su madre y yo». Quedaron de acuerdo y fijaron la fecha de la boda.
El fantasma regresó a su poblado y habló con sus padres: «He en­contrado a una mujer bellísima, y me hace mucha ilusión casarme con ella». Sus padres no lo tenían claro: «Si ni siquiera tienes una casa propia. ¿Crees que ella aceptará vivir en un agujero? Además, eres muy feo». El fantasma estaba realmente enamorado de la chica y replicó: «No todos los hombres pueden ser guapos, ricos y buenos. Y es verdad que tendremos que vivir en un agujero que he preparado. Pero si un hombre y una mujer se quieren, todas estas cosas no les preocupan». Los padres le vieron tan decidido que no le negaron su ayuda: le dieron comida y bebida, y también algo de dinero.
Llegó el día de la boda, y todo marchó sobre ruedas. El fantasma pudo ofrecer comida, bebida y dinero para las fiestas. Y el padre de la chica no aceptó ni exigió nada más para que se efectuara el casamien­to: solamente la promesa de que cuidaría de ella y la mantendría. Así que, una vez concluida la ceremonia, emprendieron el camino de re­greso hacia la casa del chico.
Al entrar en el primer poblado del trayecto, un hombre se les acer­có: «Vaya, amigo, ya es hora de que me devuelvas la corbata que te había prestado». El fantasma se la devolvió y, ante el estupor de su mujer, la tranquilizó: «No te preocupes. Esta corbata no tiene ninguna importancia para mí». Siguieron el camino, y en cada poblado alguien se acercaba a la pareja para exigir el retorno de lo prestado. Y, así, el fantasma fue devolviendo la chaqueta, el peine, la camisa, los pantalo­nes, los zapatos, los calzoncillos y, por fin, la bicicleta.
La chica no comprendía por qué su marido le iba diciendo que no se preocupara, y le dejó una de sus camisas para que -al menos- la gente no le viera desnudo. Al llegar al agujero que el fantasma había preparado, preguntó: «¿Tú crees que voy a vivir ahí? Enséñame dónde está tu poblado y dónde viven tus padres, para que vea que no me has engañado».
El fantasma se resistía, pero al final tuvo que acceder. Al entrar en el poblado, la gente decía: «Pero, ese hombre, ¿no había muerto? Debe ser un fantasma». Y todos cerraban las puertas de sus casas por mie­do.
Él se excusaba ante su mujer y le decía: «No les hagas caso. Sucede que he estado mucho tiempo fuera de aquí, y creen que había muerto. Pero no tienen razón».
La chica se dio cuenta de que algo raro ocurría. Y, cuando su marido se distrajo, entró corriendo en una casa para pedir auxilio: «Mis padres habían rechazado a todos mis pretendientes, y en cambio han permitido que me casara con un fantasma». La gente de la casa la retuvo durante un tiempo, hasta que el fantasma desaparecióii. Ento ces la devolvieron sana y salva a su poblado.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055

i También el modelo de vestido es europeo.

ii El fantasma no se comporta como un agresor, pero la reacción de los demás perso­najes lo presume. Se trata de resaltar el error de la chica; que no es tanto el haber escogido a un fantasma como marido, sino a un hombre sin recursos materiales.

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