Los
animales preparaban una gran fiesta y pensaron: «Ya hace tiempo que
la tortuga nos manda. Ahora podríamos convertirla en nuestro "boy"
y que cocine para nuestra fiesta»i.
Ella no estaba de acuerdo en absoluto, pero finalmente tuvo que
acceder a los deseos de los demás. Cuando ya tenía la comida hecha
y servida en la mesa, pretendió sentarse. Los animales le dijeron:
«No te sientes a nuestra mesa. Métete debajo y recoge lo que nos
sobre». La tortuga se metió debajo de la mesa y se levantó de
golpe. Toda la comida cayó al suelo, se desparramó y se estropeó.
Los animales persiguieron a la tortuga y ésta se escondió.
Los
animales necesitaban a otro cocinero. El ratón se ofreció
voluntario. Y, cuando tuvo la comida preparada, apareció la
tortuga por la cocina. Como eran buenos amigos, se lo comieron todo y
llenaron la olla de arena. El ratón puso la olla encima de la mesa
de los animales y anunció: «Mientras vosotros os servís, yo voy a
buscar otra olla de comida que he preparado». Todos estaban muy
conten-tos. El ratón aprovechó el momento para escaparse, y los
animales -al darse cuenta del engaño- empezaron a buscarle sin
éxito.
Entonces
dijeron al antílope que se metiera en la cocina. El antílope
obedeció y empezó a preparar nuevamente la comida. La tortuga se le
acercó por detrás y, cuando el antílope levantó la tapa para
mirar dentro de la olla, le cogió por la nuca y le metió la cabeza
dentro. El antílope acudió a la mesa de los animales con la cara
quemada, y no supo explicar quién le había atacado.
El
leopardo se ofreció voluntario para terminar la comida. Fue a la
cocina y empezó su trabajo. Pero, cuando estaba vuelto de espaldas,
la tortuga cogió un palo ardiendo y se lo metió por el ano. El
leopardo empezó a gritar, aterrorizado. Y, cuando los demás
animales acudieron en su ayuda, la tortuga ya había
desaparecido y el leopardo tampoco supo explicar quién había
sido. Decidieron que debía quedarse el elefante, por ser el más
fuerte de todos. Tampoco a él le fue bien la cosa: la tortuga le
puso la zancadilla y él cayó de cabeza sobre el fuego, donde se
estaba cociendo la salsa. El elefante salió también con la cara
quemada y la cabeza llena de salsa. Los animales, al ver que no había
manera de conseguir una buena comida, empezaron a lamer la cabeza del
elefante para poder, por lo menos, probar la salsa. En ese momento
apareció de nuevo el ratón, se colgó de la cola del enorme animal
y se la mordió hasta cortarla.
El
ratón no esperó a ver la reacción del elefante. Emprendió raudo
la huida y llegó hasta donde estaba escondida la tortuga. Ésta le
comentó: «Yo era el jefe de los animales y han querido
humillarme. Pero entre los dos les hemos aguado la fiesta. Ya veo que
eres un buen amigo y que puedo confiar en ti».
Desde
entonces, la tortuga y el ratón se ayudaron en todo y vivieron
felices.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
Se
da por supuesto que el público conoce los cuentos que explican la
elección del rey de los animales.
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