Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 31 de enero de 2015

La fiesta de los animales .061

Los animales preparaban una gran fiesta y pensaron: «Ya hace tiempo que la tortuga nos manda. Ahora podríamos convertirla en nuestro "boy" y que cocine para nuestra fiesta»i. Ella no estaba de acuerdo en absoluto, pero finalmente tuvo que acceder a los deseos de los demás. Cuando ya tenía la comida hecha y servida en la mesa, pretendió sentarse. Los animales le dijeron: «No te sientes a nuestra mesa. Métete debajo y recoge lo que nos sobre». La tortuga se metió debajo de la mesa y se levantó de golpe. Toda la comida cayó al suelo, se desparramó y se estropeó. Los animales persiguieron a la tortuga y ésta se escondió.
Los animales necesitaban a otro cocinero. El ratón se ofreció vo­luntario. Y, cuando tuvo la comida preparada, apareció la tortuga por la cocina. Como eran buenos amigos, se lo comieron todo y llenaron la olla de arena. El ratón puso la olla encima de la mesa de los animales y anunció: «Mientras vosotros os servís, yo voy a buscar otra olla de comida que he preparado». Todos estaban muy conten-tos. El ratón aprovechó el momento para escaparse, y los animales -al darse cuen­ta del engaño- empezaron a buscarle sin éxito.
Entonces dijeron al antílope que se metiera en la cocina. El antílo­pe obedeció y empezó a preparar nuevamente la comida. La tortuga se le acercó por detrás y, cuando el antílope levantó la tapa para mirar dentro de la olla, le cogió por la nuca y le metió la cabeza dentro. El antílope acudió a la mesa de los animales con la cara quemada, y no supo explicar quién le había atacado.
El leopardo se ofreció voluntario para terminar la comida. Fue a la cocina y empezó su trabajo. Pero, cuando estaba vuelto de espaldas, la tortuga cogió un palo ardiendo y se lo metió por el ano. El leopardo empezó a gritar, aterrorizado. Y, cuando los demás animales acudie­ron en su ayuda, la tortuga ya había desaparecido y el leopardo tampo­co supo explicar quién había sido. Decidieron que debía quedarse el elefante, por ser el más fuerte de todos. Tampoco a él le fue bien la cosa: la tortuga le puso la zancadilla y él cayó de cabeza sobre el fuego, donde se estaba cociendo la salsa. El elefante salió también con la cara quemada y la cabeza llena de salsa. Los animales, al ver que no había manera de conseguir una buena comida, empezaron a lamer la cabeza del elefante para poder, por lo menos, probar la salsa. En ese momento apareció de nuevo el ratón, se colgó de la cola del enorme animal y se la mordió hasta cortarla.
El ratón no esperó a ver la reacción del elefante. Emprendió raudo la huida y llegó hasta donde estaba escondida la tortuga. Ésta le co­mentó: «Yo era el jefe de los animales y han querido humillarme. Pero entre los dos les hemos aguado la fiesta. Ya veo que eres un buen amigo y que puedo confiar en ti».
Desde entonces, la tortuga y el ratón se ayudaron en todo y vivie­ron felices.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055


i Se da por supuesto que el público conoce los cuentos que explican la elección del rey de los animales.

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