El
leopardo y el antílope fueron a pasear por el bosque. El leopardo
sugirió: «¿Por qué no empezamos a cazar?». Efectivamente, los
dos se pusieron a cazar, y dejaban las piezas cobradas en un claro
del bosque.
Entonces,
al antílope se le ocurrió llenar un saco de piedras y meter en otro
saco todo lo que habían cazado. Y, al atardecer, cuando volvieron
a encontrarse los dos animales, el leopardo cogió el saco de piedras
porque, como creía que había cazado más que el antílope, pensó
que le correspondía el que pesaba más.
A
mitad del camino, el leopardo se detuvo porque se encontraba muy
cansado. Y quiso comprobar lo que había cazado el antílope: «Vamos,
amigo antílope: enséñame tu saco a ver lo que hay». Miró dentro
del saco y, al darse cuenta de que había acaparado más animales
que él, se sintió ofendido y empezó a pegar a su compañero hasta
matarle.
Por
eso el leopardo y el antílope no se entienden. Y cuando un antílope
ve al leopardo huye a toda velocidad.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
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